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Crítica: La Orquesta Sinfónica de la Radio de Finlandia con Sol Gabetta bajo la dirección de Hannu Lintu en Ibermúsica

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Autor: Raúl Chamorro Mena
21 de marzo de 2018

Sol en Finlandia

   Por Raúl Chamorro Mena
Madrid, 15-III-2018, Auditorio Nacional. Ciclo Ibermúsica. Elephant skin (Jesús Rueda), Concierto para violonchelo y orquesta nº 1 (Bohuslav Martinu). Sinfonía nº 5 Op. 64 (Piotr Ilich Chaikovsky). Sol Gabetta, violonchelo. Orquesta Sinfónica de la Radio de Finlandia. Director: Hannu Lintu.

   Estupendo concierto del ciclo Ibermúsica el que nos ofrecieron la violonchelista argentina Sol Gabetta y la Orquesta de la Radio Finlandesa con su titular desde 2013, Hannu Lintu, en el podio, con un programa muy variado y de gran atractivo.

   La primera pieza del concierto demostró la afinidad de esta orquesta con el repertorio contemporáneo en una notable recreación de Elephant skin de Jesús Rueda (Madrid, 1961, compositor residente de Ibermúsica), obra de 2002 compuesta para la 6ª edición del Concurso Internacional de Dirección de Orquesta de Cadaqués. Intensidad, ritmo marcado y sentido de la organización presidieron una interpretación en la que ya afloraron las calidades de la orquesta con unas maderas descollantes y una cuerda de gran empaque.

   La argentina Sol Gabetta demostró su enorme calidad como violonchelista en el espléndido y soprendentemente poco habitual concierto nº 1 del músico bohemio Bohuslav Martinu.  Una composición, que en su primera versión (camerística) estrenó nuestro compatriota Gaspar Cassadó como consigna Alberto González Lapuente en su artículo del programa de mano. Tanto la versión para gran orquesta como la definitiva de la pieza (1955) fueron dedicadas al gran violonchelista francés Pierre Fournier. Gabetta supo combinar en su intepretación calidad de sonido, -por plenitud, calidez, belleza y terciopelo-, elegancia suprema, impecable musicalidad y destacada personalidad, ya desde el primer movimiento en que debe enfrentarse a una nutrida orquestación. Si espléndida fue la exhibición de lirismo, arrobo y clase en el fraseo de la chelista argentina en el esplénido segundo movimiento (Andante moderato), qué decir del virtuosismo de alta escuela demostrado en el último. Y todo ello con una expresividad sincera apoyada en una gran naturalidad, sin gestos vacuos y artificiosos. Por si fuera poco, Gabetta nos regaló una magnífica propina, una transcripción para violonchelo y orquesta de la bellísima aria de Lenski “Kuda kuda” de la ópera Eugen Onegin de Chaikovsky con lo que, además, se abría paso a modo de anuncio la composición que ocupaba la segunda parte del programa.

   La calidad demostrada por las maderas en la primera parte del concierto garantizaba lo mejor para ese conmovedor comienzo de la Quinta sinfonía de Chaikovsky, uno de esos compositores que plasmaba toda su alma, todo su enorme tormento interior en la mayoría de sus creaciones. Lintu con un gesto tan amplio como elegante planteó una interpretación alejada de la tradición rusa, pero con indudable atractivo. Frente a esa exuberancia sonora, energía apabullante y hasta cortante, con metales brillantísimos, arrolladores, que rozan la estridencia, de esa gloriosa tradición, la estupenda orquesta finlandesa, con su titular al frente, basó su versión en unas subyugantes gradaciones dinámicas y un bien planificado sentido de la construcción que garantizaron la creación de clímax y apropiados contrastes, además de un elemento dramático expuesto con sobriedad, sin excesos ni desgarro. Todo ello, además, con unos tempi coherentes, un sonido de calidad y la impecable pátina musical que aseguran una orquesta de solera con un notable nivel en todas las secciones y un músico lúcido al frente, que sabe lo que quiere. Como guinda al estupendo concierto, no podía esta orquesta despedirse sin tocar a Sibelius, por lo que ofrecieron como propina el Valse Triste del genio finlandés en una referencial interpretación, en la que la orquesta llegó a plegarse en un susurro, que las habituales toses no lograron boicotear.

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