Crítica: La Orquesta Barroca de Sevilla en Vélez Blanco

Resolutiva interpretación

Por José Antonio Cantón
Vélez Blanco, 24-VII-2021. Iglesia del Convento de San Luis. XX Festival de Música Renacentista y Barroca. Orquesta Barroca de Sevilla. Director y clavecinista: Alfonso Sebastián. Obras de Juan Sebastián Bach.

   Uno de los programas más interesantes de la presente edición del Festival velezano ha sido el ofrecido por la Orquesta Barroca de Sevilla (OBS) dedicado íntegramente a música de Bach con tres de sus Conciertos de Brandeburgo, los números tres, cuatro y cinco, y su Segunda suite para orquesta en si menor, BWV 1067 que ha supuesto el disfrute de lo mejor de su arte orquestal surgido en uno de los momentos más felices de su vida al inicio de la tercera década del siglo XVIII.

   Ese espíritu distendido y afable ya lo anticipaba la OBS con la plenitud con que inició el tercero, que abría el programa. El maestro Alfonso Sebastián imprimió  un ritmo muy alegre al primer movimiento como queriendo despertar la atención del oyente. Desde el teclado, marcaba todo el entramado contrapuntístico con claridad y determinación, propiciando que apareciera excelente conjunción de la cuerda, que dejaba una sensación más que satisfactoria. Transmitió ese aire de duda que tiene el corto Andante, como preparando al danzante Allegro final, en el que volvió a destacar el espectro dinámico de esta formación.

   Reordenado el programa, seguidamente se tocó el quinto, previsto como segunda obra a interpretar inicialmente, adquiriendo mayor singularidad la figura del director con su protagonismo en esa siempre sorprendente cadenza del primer movimiento, todo un alarde de música para teclado, que requiere un virtuoso mecanismo en el intérprete como el que tiene Sebastián. La tensión en el oyente que pide su escucha quedó mitigada por la afectuosa melodía del segundo movimiento, al ser llevada con sentimiento, destacando una manifiesta distinción en sus voces. Tanto el violinista Leo Rossi como el flautista Rafael Ruibérriz aportaron brillantez a su ejecución.

   Prevista como cierre inicialmente, la suite pasó a ocupar el tercer lugar en el  definitivo orden de interpretación, confirmando la calidad técnica del flauta en la segunda Bourrée y en la Polonaise, quedando como una figura de la velada, dado su muy bien articulado discurso. El maestro Sebastián lo llevaba como adalid y elemento destacado y determinante de sus propias indicaciones, estimulando el diálogo interactivo con y entre sus compañeros. El momento más lucido de Ruibérriz fue en la conocida Badinerie que culmina esta obra, donde expuso su musicalidad con destacada fluidez dejando una magnífica sensación en el público.

   Para terminar, se incorporaron al presbiterio del templo David Antich y Alberto Domínguez con sus flautas de pico estimulando la atención del auditorio por su agilidad en articulación que favorecía la dinámica de diálogo entre ambos y con el resto de la orquesta liderada por el primer violín, Leo Rossi, que servía como elemento de referencia en tal cometido. 

   Alfonso Sebastián sobresalió también, en el coloquio musical que propone Bach, en una muy definida doble misión de dirección y canto con su mano derecha al teclado, convirtiéndose en el gran artífice de la alegría y jovialidad con las que trató el Presto que culmina la obra. Su trabajo en saber amoldar la OBS a la problemática acústica del templo del Convento de San Luis ha sido muy meritorio y significativamente resolutivo, mitigando con gran oficio y experiencia los efectos sonoros encontrados y hasta superpuestos por la compleja reverberación del recinto, que se percibían excesivamente expandidos motivados además por el natural contrapunto de este tipo de repertorio musical en el que Juan Sebastián Bach detenta un magisterio sin parangón.

Foto: Festival de Vélez Blanco