Por Aurelio Martínez Seco.
Es posible que Krystian Zimerman sea el más importante pianista vivo. Por supuesto, hay otros grandes intérpretes que podrían acompañarle en la lista, como Sokolov o Lupu, e incluso Argerich, Pollini, Barenboim, Schiff, Kissin o Volodos, por nombrar unos pocos, pero si hubiera que hacer un ranking entre especialistas, seguramente sería Zimerman el primero de ellos, por su técnica impoluta y afán por trascender con cada detalle. El pianista polaco ha conseguido tan altas cotas de perfección interpretativa que nos parece el pianista perfecto, a la altura de los más grandes de la historia.
Pero, ¿por qué se prodiga tan poco? ¿Por qué ya no es frecuente verle en nuestras salas de conciertos? Y digo en nuestras salas porque, como todo el mundo sabe, desde que en el aeropuerto de Nueva York un policía inepto confundió el olor de su piano con una sustancia peligrosa y según él lo destrozó, se negó a tocar en Estados Unidos. Casi habría que agradecer el detalle al policía porque, desde entonces, somos los europeos lo que tenemos el privilegio de seguir escuchándole en directo. Cuando uno de sus dos hijos le recriminó su actitud pasiva ante los abusos de George Bush y EEUU ante el mundo, Zimerman decidió, en abril del 2009, mientras ofrecía un recital en el Walt Disney Concert Hall de Los Ángeles, donde debutaba, dirigirse al auditorio para explicar que no tocaría más en un país cuyo ejército quiere controlar al mundo. "Quitad vuestras zarpas de mi país", dijo en aquella ocasión ante un público atónito. Desde entonces no ha vuelto.
Como todo gran artista que se precie de serlo, Zimerman tiene una personalidad compleja y curiosa. Viaja con su piano -que conoce como la palma de su mano- y, si es posible, en su propio coche. Le encanta conducir, aunque tenga que hacerlo durante horas para trasladarse de un país a otro. Cuando grabó los dos conciertos para piano de Chopin y seleccionó él mismo a la orquesta polaca que debía interpretarlos bajo su dirección, cuidó incluso de la cantidad, proporción y tipo de comida que debían comer sus componentes. Demasiados hidratos de carbono provocan somnolencia y Zimerman necesitaba de toda su atención para hacer historia con aquella versión. Y la hizo. Su rutina diaria es tan estricta y ordenada que contempla una serie de horas fijas para dedicar a su familia y otra serie para estudiar al piano. Y cosas de este estilo. El resultado de aquella grabación ha proporcionado una de las más peculiares y fascinantes versiones que se hayan interpretado de los conciertos de Chopin, obras bellísimas ya de por sí, pero que suelen tocarse con más rutina que amor por el detalle, sobre todo en lo que se refiere a la orquesta. Siempre se dice que el compositor polaco era un mal orquestador, pero yo les invito a escuchar este disco. Les aseguro que los detalles interpretativos que Zimerman extrajo de la partitura como director, les fascinarán.
Hace algún tiempo surgió el rumor de que deseaba dejar de tocar para dedicarse a la dirección de orquesta. Es otra posibilidad de la que todavía no sabemos mucho, pero que no parece cierta. En los últimos años, en las noticias que tenemos sobre sus conciertos abundan las cancelaciones. Las dos últimas giras que tenía previstas por Europa fueron canceladas dando la sensación de que había más razones de las que se explicaron. Es posible que el artista no estuviera conforme con el nivel que podía ofrecer o, quien sabe, puede que en el transcurso de su preparación se sintiera más fascinado por una serie de obras de algún compositor, que en pocos meses mostrará al mundo como pocas veces han sido oídas. Es difícil saberlo. La última noticia que ha trascendido es que el 1 de octubre, Día Internacional de la Música, tocará una obra que el compositor polaco Eugeniusz Knapik le ha dedicado, con la Orquesta Sinfónica de la Radio Nacional de Polonia. El tres de junio tiene programado un concierto con obras de Beethoven en el prestigioso Festival de piano del Ruhr.
Muchos aficionados españoles esperan como agua de mayo su vuelta, simplemente porque estamos ante uno de los pocos artistas vivos que nos unen con la tradición de los más grandes intérpretes de la historia de la música. Ojalá pronto podamos disfrutar de una próxima gira de conciertos.
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