Un reportaje de Agustín Achúcarro
Óliver Díaz ha aceptado ponerse al frente de la Orquesta Sinfónica de Castilla y León en el primer concierto en la Temporada del Auditorio de Valladolid, días 13 y 14 de abril, que debería haber dirigido Jesús López Cobos, tras su fallecimiento. “Por una parte me mueve el sentido de responsabilidad por asumir el programa que iba a dirigir el maestro, aunque sustituirle no se puede porque es insustituible, ya que era uno de los grandes maestros de la historia de nuestro país, con más carrera internacional”. “Por otra parte-prosigue el director- por mi vinculación personal con Jesús, pues nos conocimos a través de nuestra representante Beatrice Altobelli y aunque no nos viéramos mucho eso permitió que tuviéramos un contacto permanente, como por ejemplo después de mi debut en Rusia, cuando Beatrice una representante de las que se preocupan realmente por los músicos, me dijo que Jesús me mandaba un abrazo muy grande”. Óliver Díaz se suma al sentir general al afirmar que “la perdida de López Cobos ha sido un golpe muy duro”, a lo que añade que “estaba en un momento de madurez espectacular”, razones por las que “asumir estos conciertos supone una fuerte carga emotiva y una gran responsabilidad”.
Además el director asturiano no ha querido modificar las obras concertadas por el director toresano. “Es un programa muy de él, quizá no tanto en la parte de Chano Domínguez, pero mucho en la Sinfonía nº2 de Hovhaness, que grabó y es una de las referencias mundiales, por la que sentía algo muy personal, como en el caso de Rodeo de Copland, que encaja también muy bien con el carácter musical de López Cobos”, asevera Díaz.
La primera parte tiene en Chano Domínguez un protagonista indiscutible, cuya presencia como pianista y compositor le retrotraen al director a sus primeros tiempos en la música. “Entiendo las propuestas de Chano por mis inicios muy cercanos al jazz, de hecho mi padre es un músico aficionado y ha sido cantante y baterista de música popular, por lo que yo crecí en ese ambiente, de hecho toqué en mis inicios en formaciones así”. El director confiesa que “le gustan mucho estos proyectos un poco crossover y máxime si se cuenta con una figura como Domínguez. “La música de Chano es ecléctica, pues no es exactamente jazz, ni flamenco, ni música andaluza, pero sí es una mezcla de todas ellas, y en este caso ocurre una cosa muy interesante que no se suele darse, y es que los arreglos orquestales los ha realizado él mismo, por lo que es exactamente lo que quiere que suene”, apunta Díaz mientras describe algunas de las características de la música de Chano Domínguez que se interpreta en este concierto: “Destaca esa parte eléctrica, virtuosística, de Big-Band, con las dificultades del flamenco-jazz, siempre ligada a las cadencias flamencas, con esa característica de que los ritmos y las acentuaciones son diferentes a la llamada música clásica, con esas acentuaciones fuera de compás, hasta en los sitios más recónditos, y con ataques muy directos e incisivos, lo que añade dificultades y atractivos”. Se interpretarán composiciones originales para piano y orquesta, concretamente Jacaranda, Mantrería, Mi prima de riesgo, Solitude in Granada y De Cai a New Orleans.
Este optimismo que manifiesta el director ante los posibles resultados de las obras de Domínguez no quita para que reconozca que “a priori estuviera algo intranquilo”, una sensación que desapareció tras el primer ensayo cuando se percató de que “la OSCyL era una orquesta muy ágil, muy rápida a la hora de coger los conceptos, de mucha calidad”. Afirmaciones que ratifica con un ejemplo: “Tanto es así, que el propio Chano está entusiasmado de cómo han ido los ensayos”.
A la hora de referirse a la figura del pianista y compositor Óliver Díaz no escatima elogios: “Chano es un fuera de serie, un súpertalento que ha tenido colaboraciones con los más grandes y que como persona es muy humilde, lo que hace que sea maravilloso trabajar con él”.
La transición de estilos en relación a las obras de la segunda parte- que interpreta por primera vez la OSCyL- no le preocupa al director. “Creo que no plantea problemas aunque hay que tener cuidado con recuperar nuestra esencia, en cuanto a detalles como el sonido o los ataques”. Realmente para el director se trata de dos obras americanas con puntos de partida diferentes.
Por lo que respecta a la Sinfonía Nº2 de Alan Hovhaness Óliver Díaz se refiere a ella en una primera impresión como “una obra que parece fácil, aparentemente naif, pero que no lo es”. “El título de la obra, La montaña misteriosa, que se sabe que no lo puso Hovhaness sino el director Stokowsky, sirve para dar la idea de que las montañas eran pirámides que ponían en contacto con Dios, esto sí lo dejó el compositor escrito”, apunta Díaz para a renglón seguido describir algunos de los aspectos de la sinfonía y el significado que encuentra en ellos. “La obra abre con dos corales, que le dan un carácter místico, y aunque el compositor no dejó ningún programa escrito, el ver una montaña cualquiera, tan fuera de nuestras capacidades, tan inalcanzable, que a la vez nos acerca a un ser superior, lleva a conseguir una sonoridad que solo se puede lograr si todos y cada uno de los músicos son capaces de conquistar esa montaña imaginaria y mostrar ese asombro al percibirla, pues si no se rompe el encanto”. Aún el director quiere precisar otras imágenes que en relación a esta obra se produce en su mente. “Cuando empiezan a aparecer toda una serie de solos en el viento madera para mí es la representación de la persona caminando por los recovecos y los senderos, y uno no deja de sorprenderse de una cantidad de elementos que no pertenecen a los corales y que es atonalidad en la estructura sinfónica de este compositor. El segundo movimiento es una doble fuga muy interesante en la concepción, a la que al recurrir a una forma tan antigua, tan arquitectónica, y llevarla a una escritura cercana, supone una referencia a los orígenes, al misticismo de lo antiguo, así como un homenaje al elemento oriental con las escalas pentatónicas”. “En todo caso-resume Díaz- se trata de una obra que reúne el misticismo de una persona creada en Massachusetts que ama sus orígenes armenios y siente fascinación por lo oriental y que convierte su obra en un viaje hacia esa montaña inconcreta desde que se percibe de lejos, con sus elementos mágicos y misteriosos, cuya interpretación y escucha requiere dejarse llevar por este mundo tan diferente”.
El ballet Rodeo de Aaron Copland lleva a un universo sonoro diferente que para el director “no es válido solo por su música en sí” sino porque “su autor es el primero que crea una música realmente nueva americana”. El argumento se centra en una mujer que trata de participar en un rodeo mientras el resto se preocupan en conquistar a los hombres. Una historia que, según apunta el director, “puede considerarse algo machista”, aunque también reseña que “curiosamente surge de la relación profesional entre la coreógrafa Agnes de Mille, que triunfó en su vida laboral, y el compositor”. “Como es un ballet es lo contrario a lo que propone Hovhaness, pues aquí la música es muy potente y muy descriptiva en relación a lo que ocurre en el ambiente relacionado con un rodeo en tiempos de los pioneros, usando canciones populares reconocibles, por lo que es tanto como pasar de lo abstracto de la sinfonía a lo concreto”, argumenta el músico.
La conversación se dirige a comentar ciertos proyectos que tiene pendientes Óliver Díaz: “Me hace especial ilusión el volver a sustituir a López Cobos, en un programa gestado por él, previsto para mayo con la Sinfónica de Galicia, en el que se interpretará la tercera suite de Tchaikovski, un concierto de arpa y Noche en el monte pelado, que supondrá la primera vez que trabaje con esa orquesta; también tengo ganas de que llegue la actuación del 13 de mayo en la Plaza Mayor de Madrid, con el género lírico y cantantes como Ainhoa Arteta, Miguel Sola o Jesús Rodríguez; mi debut en Tenerife con una producción de Luisa Fernanda y una coproducción con la Nacional de Colombia, a donde me apetece mucho ir”.
Y del futuro inmediato al recuerdo que le trae al director el pasado, recientemente revivido al recibir la lira de oro de la Banda de Candás, de la que fue director. “Me produjo una gran satisfacción e incluso me emocioné, aunque ya hace mucho tiempo que la dirigí, justo antes de irme a estudiar a E.E.U.U.”. Un galardón que le sirve para afirmar que “se trata injustamente a las bandas” ya que para él tienen “un alto carácter formativo”, por lo que “debería prestárseles mucho más apoyo”. A este respecto se pregunta:“¿Cuánto vale el que haya tantos músicos valencianos, y también gallegos, en las mejores orquestas del mundo? y ¿cómo se mide toda la experiencia que dan a los jóvenes músicos? “Tocar en grupo te ayuda a escuchar al compañero, superar las pequeñas imperfecciones de afinación entre todos, estar el servicio del otro, lo que exige saber escuchar, generosidad, disciplina, colaboración y comprensión, todos los valores que ahora nos quejamos de no tener”.
No se despide el director musical del Teatro de la Zarzuela de Madrid sin que se le pida su opinión sobre la futura integración de éste en la Fundación Teatro Real. “No puedo contestar, no porque no quiera, no puedo opinar porque no sé nada, estamos un poco en pañales, esperando, no sabemos qué va a ocurrir, si se va a firmar o no se va a firmar, no tenemos información. Creo que la junta directiva del Teatro no somos sospechosos de no querer avances, hemos acometido el proyecto Zarza, que ha salido muy bien, aunque suponía correr un riesgo, sin perder la esencia de nuestra música, luego cualquier avance bien venido sea”. Óliver Díaz suma al respecto algunas cosas más: “Una Fundación, a priori, supuestamente tiene más ventajas por la flexibilidad que permite, ahora bien depende en qué condiciones, cómo y cuándo”. Por lo que subraya que no deja de estar pendiente del tema. “Estamos muy a la expectativa sobre lo que va a suceder, nosotros tenemos dos años y medio más de contrato pero estamos preocupados y ocupados en salvaguardar la parte de los trabajadores y en defender nuestra cultura y tratar de colocar la zarzuela en el lugar de privilegio que merece”, puntualiza el director, que concluye recordando un comentario que le hizo López Cobos sobre la OSCyL y su entorno: "Él me había hablado maravillas del Auditorio y de la orquesta y creo que es un ecosistema ideal para hacer música, con una formación muy talentosa, con muchas ganas de trabajar, a donde se viene muy a gusto".
Foto: Fernando Frade/Codalario
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