Opinión: 'Flores en el Erial'. A. Aragonesa de la Ópera

FLORES EN EL ERIAL

Por Javier del Olivo

   Lo que ocurrió el pasado miércoles en el Teatro Principal de Zaragoza es el resumen, el compendio, la punta del iceberg de la lucha de un grupo de personas (concretamente de dos, pero muy perseverantes) apoyados por un exiguo grupo no mucho mayor de socios. Estoy hablando de la Asociación Aragonesa de la Ópera “Miguel Fleta”. Un proyecto que nació por la ilusión de unos amigos que pensaban que Zaragoza y Aragón se merecían tener una oferta lírica de más entidad de la que se ofrecía en esos momentos, hace ya cinco años. Han llamado a todas las puertas, han tocado todos los pitos, han sondeado todas las fortunas (institucionales o privadas), pero la crisis y un desinterés casi genético de los que tienen poder en la ciudad o en la Comunidad por algo que no sea las grandes orquestas o el chascarraschás autóctono, ha hecho que todo lo que esta Asociación ha programado haya sido por algo tan aragonés como la cabezonería. Y un ejemplo más de ese empeño fue el espectáculo al que nos vamos a referir: Il vigilante Dio.

   Como decía, ha habido poco interés en los diversos gobiernos de Aragón en la música clásica. Es de las pocas CC.AA., si no la única, donde no hay una orquesta propia. Pero sí que en Zaragoza han surgido dos proyectos privados que han traspasado las fronteras aragonesas y, además, las dos centrados en el mundo barroco y clasicista: El director de uno de ellos, Los Músicos de Su Alteza, el clavecinista y musicólogo Luis Antonio González siempre ha impulsado el quijotesco proyecto de la Asociación y de ese cariño y de ese apoyo nace el proyecto de llevar la música de Monteverdi al escenario del Principal. Ya que la escenificación de una sus óperas estaba descartada por razones obvias de presupuesto, se optó por una propuesta que ha resultado acertada: el engarce de varias de sus arias y de su música instrumental con un hilo conductor tan abstracto y tan tangible como el amor. Amor abandonado, amor correspondido, amor a la amada y al amado, amor al poder, … amores unidos por la dramaturgia de Rafael R. Villalobos que, con escasos medios, pero con mucho talento, ha creado un espectáculo donde lo importante, lo esencial, está en la música y en lo que transmiten las dos protagonistas, Olalla Alemán y Eugenia Boix,  con su voz y sus gestos.

   Un espectáculo que el público agradeció con cálidos aplausos. Aplausos que siempre han acompañado los proyectos que contra viento y marea, ha levantado la Asociación. De todos ellos (conciertos, recitales, óperas escenificadas, exposiciones) destacaría los nacidos con una intención sobre todo didáctica, de abrir el mundo de la Ópera y la Zarzuela a otros públicos de los que normalmente lo transitan y abordando temas y géneros diferentes. Ahí están para atestiguarlo ciclos de conferencias como el dedicado a la relación de la Ópera y el Poder o el dedicado a Britten en el centenario de su nacimiento. Espléndido también el curso de introducción al lied a cargo de Silvia Pujalte o el Homenaje a Fleta, que incluyó una interesante conferencia de Arturo Reverter,  o el ciclo de conferencias sobre “Música y Holocausto” coincidiendo con la puesta en escena por la Asociación de Der Kaiser von Atlantis de Viktor Ullmann. Más enfocado al público juvenil e infantil han estado publicaciones como la que se hizo para acercar a este público el argumento de El Trovador de Verdi, tan unido a la ciudad de Zaragoza y su Aljafería, o el Zarzuguiñol para dar a conocer de forma divertida un género desconocido para muchos.

   Sirvan estas líneas para reconocer, aplaudir y animar a todos aquellos que impulsan a esta Asociación, que no lo tiene fácil, pero a la que le sobra ilusión. Un grupo de personas, que, como el miércoles hizo un personaje en el escenario, lanza flores en el erial. Esperemos que algún día ese erial sea un frondoso jardín operístico y zarzuelero.

Fotografía: Carlos Gil