Officium Ensemble ofrece un concierto en el Festival de Música Antigua de Úbeda y Baeza bajo la dirección de Pedro Teixeira, con un repertorio formado por obras de Manuel Cardoso, Estêvão Lopes Morago, Felipe de Magalhães, Tomás Luis de Victoria y Sebastián de Vivanco
Excelsa polifonía de Vivanco
Por José Antonio Cantón
Úbeda, 6-XII-2021. Sacra Capilla de El Salvador. XXV Festival de Música Antigua de Úbeda y Baeza. Officium Ensemble. Director: Pedro Teixeira. Obras de Manuel Cardoso, Estêvão Lopes Morago, Felipe de Magalhães, Tomás Luis de Victoria y Sebastián de Vivanco.
Desde su fundación por Pedro Teixeira hace más de dos décadas, el grupo coral luso Officium Ensemble se ha consolidado como una de las formaciones vocales más prestigiosas de Portugal por la pureza de su canto en la interpretación del repertorio polifónico ibérico así como de los pertenecientes a las tradiciones franco-flamenca y británica. Se ha presentado en esta edición del FeMAUB anticipando el cuarto centenario de la muerte del clérigo y compositor abulense Sebastián de Vivanco que llegó a ser maestro de capilla de las catedrales de Lérida, Segovia, donde fue ordenado presbítero, Ávila y Salamanca, en esta última hasta su muerte, sede en la que realizó su corpus musical de mayor trascendencia y al que pertenece la Missa Assumpsit Iesus a cinco voces, publicada en 1608, que era tomada como eje central del programa de este concierto, que insertaba, entre las partes de su oficio, obras de diferentes autores contemporáneos lusos que han dejado una destacada muestra del esplendor polifónico ibérico entre los siglos XVI y XVII, que venían a complementar y contrastar el arte del músico que se homenajeaba.
La áurica acústica de la ubetense Sacra Capilla de El Salvador constituía un elemento esencial para poder disfrutar de esta música insuperable del arte occidental, en el que el espacio arquitectónico y el sonido se fusionaban de manera tan sustancial que el concierto se convertía en una de las citas del Festival de obligada asistencia. Con una destacada conjunción entre los dos elementos que operan en la polifonía, la pronunciación y el canto, sonaron las primeras voces en el motete que da nombre y en el que está temáticamente basada la misa antes referida, en la que ambos se fundían en una sola realidad expresiva. Esto ocurría dejando una sensación en el oyente de espontaneidad que sólo se rompía ante la observación de los movimientos del director, que se mostraba como el sustancial motor de los sonidos resultantes del espléndido pensamiento musical de Vivanco. La experiencia de ese primer momento coral fue determinante como carta de presentación de este grupo coral, muy compensado en su voces tanto en igualdad tímbrica como en flexibilidad dinámica, lo que dejaba un profundo sentimiento ante el mensaje litúrgico contenido en el Kyrie y Gloria que fueron los dos números interpretados antes de intercalarse el motete Montes Israel de Estêvão Lopes Morago en el que se pudo percibir las audacia y fineza armónica de este polifonista madrileño que llegó a ser maestro de capilla de la Catedral de Viseu.
La misa continuó con el Credo después del motete a cinco voces, Surge, Petre, también de Vivanco, piezas que por su complejidad de estructura y mensaje requirieron la máxima atención de Pedro Teixeira marcando el tempo y la dinámica, unificando los ataques, modulando el timbre global de la coral y cuidando siempre su afinación, todo ello, con una alta capacidad de detalle en su transmisión. Así su gestualidad se convertía en la mejor traductora de todos estos parámetros con una significativa naturalidad, que sólo se quebraba ante la necesaria intensidad de sonido que pedían algunos pasajes. Se podía visualizar cómo el director jugaba con dos aspectos muy importantes de su esencial función; la anticipación y el control de la reacción de los coralistas, que demostraron en cualquier pasaje la instantaneidad de coordinación de respuesta entre la acción individual de cada uno y la respuesta de sus compañeros de cuerda y del grupo. Poder disfrutar de tan alto grado de entendimiento y su excelente realidad práctica es toda una experiencia para el amante de este género musical.
La actuación enfiló su recta final con sendos motetes a seis voces de Felipe de Magalhães y Manuel Cardoso, dos figuras de la polifonía lusa de la primera mitad del siglo XVII que tienen sobrado valor para estar presentes en un programa propicio para la difusión de autores contemporáneos de Sebastián de Vivanco, cuya música volvía a aparecer definitivamente con dos motetes a cinco voces, Quae es ista y Surrexit pastor bonus, de magistral factura, antes de volver a las seis voces del motete de Tomás Luis de Victoria, O sacrum convivium que, por su carácter eucarístico realzando el momento de la Elevación en el oficio eucarístico del día de Corpus Christi, cantaron con acentuada concentración mística, cerrándose así una actuación verdaderamente memorable, en la que se puso en justa medida la valía del arte polifónico de Vivanco, autor que quedó de algún modo eclipsado en el devenir histórico por los tres astros de la polifonía española del siglo XVI, Cristóbal de Morales, Francisco Guerrero y Tomás Luis de Victoria.
Fuera de programa y en agradecimiento al entusiasmo del público, que abarrotaba el templo, Pedro Teixeira y su Officium Ensemble interpretaron el motete a ocho voces (doble coro), O Rex gloriae, del compositor alentejano Estêvão de Brito, maestro de capilla de las catedrales de Badajoz y Málaga durante el primer tercio del siglo XVII, que ya tuvimos la oportunidad de admirar en el mismo escenario y con el mismo director al Coro Gulbenkian en la vigésimo segunda edición del FeMAUB.
Foto: Jesús Delgado Martínez
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