“Era una persona de una calidad extraordinaria, muy discreta y elegante, nunca presumía ni de sus logros ni de sus conocimientos, y siempre estaba dispuesta a echar una mano allí donde fuera necesario, porque era una apasionada de la música, y de manera especial del órgano”.
Por Agustín Achúcarro
Ha muerto la organista Lucía Riaño, y Elena Nistal, secretaria del Curso de iniciación al órgano barroco español en Olmedo y, fundamentalmente amiga de Lucía, recuerda la extensa y callada labor realizada por la organista: “No sé exactamente qué decir, llevo tantos años trabajando con ella, siendo su alumna y colaboradora… pero desde el punto de vista profesional todo el mundo sabe de su trayectoria, en particular en la recuperación de los órganos de Castilla y León, especialmente de Valladolid. Fue una pionera junto a Ángel de la Lama y el organero Federico Acítores, y la fundadora del Curso de iniciación al órgano barroco español, que inicialmente se celebraba en Medina de Rioseco”.
Elena Nistal deja una pincelada humana de Lucía Riaño: “Era una persona de una calidad extraordinaria, muy discreta y elegante, nunca presumía ni de sus logros ni de sus conocimientos, y siempre estaba dispuesta a echar una mano allí donde fuera necesario, porque era una apasionada de la música, y de manera especial del órgano”.
Y aunque Nistal reseña que “la organista dio conciertos por todo el mundo, fue una magnífica profesora de análisis musical y actualmente su labor se centraba en la pedagogía”, prefiere destacar como algo inherente a la personalidad de Riaño “la pasión y el entusiasmo que tenía por el órgano y la música en general”.
Quien esto escribe pudo charlar con Lucia Riaño a través de algunos artículos periodísticos con motivo del Curso de iniciación al órgano barroco español, que en este 2017 cumple su 37 edición, en la villa vallisoletana de Olmedo, del 20 al 26 de agosto.
En aquellas entrevistas se deducía claramente que esa mujer menuda, de voz delicada pero contundente, luchaba con ahínco por el órgano y su difusión. No le bastaba con que se recuperaran los instrumentos, pues consideraba irrenunciable el que se tocaran y así se mantuvieran realmente vivos. Por eso ya en agosto de 2000 declaraba a quien esto escribe que “los órganos no están para ser contemplados, sino para ser oídos”, ya que tenía claro que había que evitar su falta de uso para evitar su deterioro. Y en ese mismo artículo publicado en el Diario de Valladolid expresaba de alguna manera su manera de ver las cosas en relación al desarrollo del mundo ligado al órgano. “Este es el primer curso de nuestro país y actualmente hay seis cursos en toda España, tres nuevos este año. Las cátedras de órgano también han crecido, cuando yo estudiaba sólo había en San Sebastián, Madrid, y Barcelona, y hoy se han multiplicado por cuatro. Luego está la construcción de nuevos órganos y el aumento de talleres”.
Posteriormente, en 2012, año en el que inauguraba el curso un concierto de Montserrat Torrent, declaraba al mismo medio antes citado lo siguiente: “Un curso que mantiene viva una de las máximas de la Asociación Manuel Marín de amigos del órgano, que consiste en preparar a instrumentistas para mantener activos los órganos restaurados, contribuyendo así a su disfrute y al resurgimiento de los pueblos en donde se hayan ubicados”.
Riaño expresaba claramente su empeño en la pulcritud de las rehabilitaciones, según criterios historicistas, y esta defensa encaminada a respetar las características de los órganos le valió algún disgusto, que desde luego no se merecía. A pesar de la gravedad de su enfermedad se la esperaba en esta nueva edición del curso del que era directora, pero desgraciadamente no pudo ser.
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