Por Óscar del Saz | @oskargs
Madrid, 17-V-2021. Teatro de la Zarzuela. XXVII Ciclo de Lied del Centro Nacional de Difusión Musical (CNDM). Recital 9. Obras de W. A. Mozart (1756-1791) y F. J. Haydn (1732-1809). Núria Rial, soprano. Andreas Staier, fortepiano.
Para la velada de esta tarde, asistimos al debut en el Ciclo de Lied de la soprano catalana Núria Rial (1975), especialista sobre todo en el repertorio renacentista y barroco, ejercitados en varios de sus géneros (ópera, como cantante solista con acompañamiento historicista de instrumentos, etc.), siendo también muy apreciada como intérprete del oratorio bachiano. Además de la presencia de nuestra soprano debutante, destacamos que su acompañante de esta ocasión, el fortepianista Andreas Staier (1955), tuvo una especial relevancia dado que utilizó para el recital un precioso instrumento, de maderas claras y barnizado cálido, para acompañar a la soprano.
Además, contamos con el plus de que interpretó en solitario dos piezas de Mozart y una de Haydn, que nos transportaron a los sonidos que se escucharan en aquellas reuniones románticas -sobre todo las vienesas- en las que este instrumento, de aterciopelado y matizadísimo timbre, resonaba en los salones de aquella culta sociedad. De forma paralela, y en el terreno vocal, se sirvieron las delicias de siete canciones de Mozart, las cinco piezas del prosaico ciclo The Mermaid’s Song [Canción de la sirena], de Haydn, y la elegantísima cantata Arianna a Naxos, de este mismo compositor.
Es la voz de Núria Rial muy adecuada para este repertorio, ya que nunca hubo necesidad de ascender a notas más altas que el La agudo, y donde se cuidan con denuedo la emisión de un sonido muy bello, el esmalte y el cristal del timbre, conjuntado todo ello con un volumen adecuado y una muy buena administración del fiato, que permiten a la intérprete el lucimiento del canto ligado y un fraseo que siempre puede dar paso, sin complicación alguna, al intercalo de agilidades o vocalise sofisticados.
De esta forma, pudimos disfrutar de cinco primeras canciones de Mozart en alemán, de variada temática, de las que destacamos muy favorablemente la intensa y e interpretada con intención, Als Luise die Briefe, K 520 (1787), que narra de forma teatral la incómoda y dramática situación en la que «Luise estaba quemando las cartas de su infiel amante». De las dos últimas, en francés, destacamos la primera, Oiseaux, si tous les ans, K 307 (1777-1778) [Aves, si todos los años], muy bien contrastada por la intérprete, en clave romántica, en conjunción con ese sonido tan mullido que Andreas Staier destiló en todos sus acompañamientos.
Las cinco canciones inglesas de Haydn -como mucho del repertorio liederístico- fueron destinadas, en este caso concreto, a los salones de cantantes aficionados de Londres. Son canciones de carácter ligero, y de tesitura central, con tintes claramente populares, pero manteniendo una estructura musical estricta y erudita, lo que queda reflejado sobre todo en la escritura del fortepiano. Obviamente estas canciones, no constituyendo un reto vocal especialmente complicado para Núria Rial, sí tuvieron en su interpretación el plus de evitar su monotonía intrínseca, destacando la famosa Sailor’s Song [Canción del marinero], de hechuras elegantes y carácter animado, muy bien reflejado por nuestra soprano.
En cuanto a las arias previstas en la última parte del recital, se interpretó la sucesión de recitativo-aria-recitativo-aria de la famosa cantata de Haydn, escrita en italiano, Arianna a Naxos, de 1789, originalmente compuesta para voz y clave -que aquí queda perfectamente dibujada con el fortepiano-, en la que se narra el abandono de Arianna por parte de Teseo. La interpretación de Núria Rial nos resultó un tanto plana en los recitativos -en los cuales creemos que no supo dotar a sus sonidos de la gravedad/dramatismo necesarios- y muy acertada en las arias (Dove sei, mio bel tesoro y Ah che morir vorrei in si fatal momento), abordadas con rica expresividad y un muy propio manejo de los resortes dinámicos.
Como se imaginarán, aludimos al 2x1 del título de esta crítica -un recital dentro de otro- a que mientras ocurría todo esto que comentamos, se intercalaron en las partes correspondientes a Mozart y a Haydn, por parte del fortepianista Andreas Staier, piezas de considerable duración, como la Allemande de la Suite en do mayor, KV 399, que con un estilo depuradísimo para la creación de atmósferas -aprovechando las cualidades del instrumento-, nos transportó a colores y sabores ya olvidados.
En el Andante cantabile de la Sonata n.º 10 en do mayor, KV 330, pudimos asistir a una versión contrastada y de gran profundidad, con admirable cuidado en las dinámicas que valen su peso en oro cuando los volúmenes puestos en juego en este tipo de instrumentos no tienen tanto rango dinámico -ni puedes usar a satisfacción el «artificio» del pedal- como ocurre con el piano actual. De Haydn, Staier interpretó el Moderato de la Sonata en do sostenido menor, Hob XVI:36, más virtuosa que las anteriores, sobre todo en la digitación, y que redondeó de forma sobresaliente esta parte dedicada a los excelentes solos de fortepiano.
El recital, de aproximadamente 75 minutos de duración, sin pausa, fue muy aplaudido por el público, que casi llenaba el Teatro de la Zarzuela, obligando a la soprano a que concediera alguna propina, lo que fue atendido amablemente -aunque señaló dirigiéndose al público que casi no podía hablar-, y anunciando la célebre canción Sehnsucht nach dem Frühling [Anhelo de primavera], y comentando que es en mayo, y no antes, cuando en Viena comienza a renacer la primavera. Una bonita interpretación, desde luego. No nos oponemos, por tanto, a que la pareja Rial-Staier vuelva a visitarnos y nos obsequien con dobles recitales como el acontecido en esta velada.
Fotos: Rafa Martín
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