El ciclo tendrá como protagonistas a tres solistas en diferentes ámbitos de las músicas históricas: el multiinstrumentista Andreas Prittwitz, la voz del contratenor José Hernández Pastor y la organetista Cristina Alís Raurich
Dentro del marco de Música Antigua Gijón - #MúAX23, y poniendo especial atención en algunas iglesias del románico gijonés, los aistentes al festival tendrán la ocasión de apreciar con más profundidad este patrimonio a través de una serie de trs recitales matinales de pequeño formato bajo el título Resonancias Románicas. Estas intervenciones, a cargo de un único intérprete, están concebidas como una experiencia contemplativa y sensorial, que se verá potenciada por la propia acústica de los espacios, el desdibujamiento del espacio escénico, un aforo más reducido y un entorno cercano a la naturaleza. Así, se contará con el multiinstrumentista Andreas Prittwitz, quien invitará al público a un recorrido por los siglos XVI y XVII con distintos instrumentos de viento; José Hernández Pastor ofrecerá una «vivencia para voz y silencio» donde el canto gregoriano es dramatizado; y Cristina Alís Raurich interpretará su organetto, un instrumento único en el mundo basado en un modelo del siglo XIII.
El primero de los conciertos tendrá lugar el 2 de julio [12:00] en la Iglesia de San Andrés de Ceares, bajo el título Flauta dulce saxo. Un recorrido por las épocas de gloria de la flauta de pico, en el que Andreas Prittwitz tomarará varios instrumentos, partiendo de la flauta dulce, destacado instrumento que fue en algunas épocas considerado como especialmente idóneo para imitar la voz humana. Durante doscientos años –entre el siglo XVI al XVIII– se creó para ella un repertorio inmenso como solista con gran expresividad sonora y de virtuosismo insospechado. Este programa dará cuenta de ello a través de una selección de obras brillantes y virtuosas originales para flauta de pico, además de –por sorpresa y aprovechando que vivimos en el siglo XXI– introducir el saxofón y el clarinete moderno como instrumentos capacitados para la interpretación de música antigua en algunos momentos, en la visión de este multiinstrumentista.
En alas del espíritu. Vivencia para voz y silencio recoge la intervencion del contratenor José Hernández Pastor, que tendrá lugar el sábado 8 de julio [12:00] en la Iglesia de San Vicente de Cladones. «Un asistente sentado en un banco de la reverberante iglesia asiste a un concierto de gregoriano inspirado, mientras la persona de al lado respira convencida de que se le ofrece una vivencia contemplativa, y detrás observan cómo se cantaban los melismas en esta época antes de la normalización de Solesmes. Otro reflexiona que pocas veces ha escuchado piezas sin ver al intérprete en todo momento delante, en un escenario al uso… y la respiración común se va serenando, en alas del sonido y gracias al silencio. Y ya sólo viajan hacia sí mismos, en alas de su espíritu». Así se describe este programa, que responde a la unificación de las facetas musical y espiritual de este cantante, fruto de su investigación y colaboración con el catedrático de musicología de la Universidad de Oviedo Ángel Medina, y su concepción de la música como generadora de armonía física, mental y espiritual.
Cierra el ciclo Cristina Alís Raurich con su propuesta Fascinación Organetto: Los tres espíritus del órgano portativo, que se ofrecerá el domingo 9 de julio [12:00] en la Iglesia de Santo Tomás de Granda. Un programa para descubrir el órgano portativo –también llamado organetto– y sus encantos de sonidos maleables. «Un itinerario por un manojo de emociones entre las cuales sentir paz, sensualidad y diversión». El órgano portativo es un instrumento que fue muy popular entre los siglos XIII y XV. Un pequeño órgano que el intérprete toca con una mano en el fuelle y la otra en el teclado. Aunque muchos al verlo creen que es un instrumento de teclado, la esencia de su sonido es la propia de un instrumento de viento. Accionando el fuelle, se puede controlar la presión del aire de maneras infinitamente expresivas y dinámicas. Cristina «pretende aportar al organetto un valor retórico, haciendo de la música sin palabras un mensaje lleno de contenidos: espirituales, amorosos y divertidos».
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