Este proyecto escenográfico de Davide y Giuseppe Di Liberto cuenta con la interpretación de La Compagnia del Madrigale e Il Pomo d'Oro, inspirado en los madrigales del compositor italiano, de quien se interpretan algunas de sus obras juntos a piezas de autores coetáneos
Los días 21 y 22 de mayo, los Teatros del Canal de la capital madrileña acogerán la puesta en secena del proyecto escenográfico Sparge la Morte, tras el que subyace una serie de inspiraciones relacionadas, en primer lugar e inevitablemente, a los madrigales del compositor napolitano Carlo Gesualdo. Las piezas que se han elegido para este espectáculo sugieren una continua alternancia entre una marcada dimensión espiritual y una tensión terrenal, humana y material. Una piedra angular en la construcción del espectáculo es el origen que comparten Gesualdo con los dos directores y escenógrafos Davide y Giuseppe di Liberto, los tres nacidos en el sur de Italia. No obstante, tanto entonces como ahora, nacer en el corazón de la Italia meridional supone tener una relación con la muerte llena de pathos y que se caracteriza por la morbosidad y la cotidianidad.
En torno a la interpretación de la música del compositor italiano Gesualdo y otros autores, como Henry Purcell, John Dowland, Giovanni Maria Trabaci o Biagio Marini, Davide y Giusspe di Liberto han concebido un dispositivo teatral basado en diversos ritos del sur italianos relacionados con la muerte. La música será interpretada por dos formaciones prestigiosa italianas, La Compagnia del Madrigale, especializada en el repertorio madrigalesco de la Italia tardorenacentista, y el conjunto instrumental Il Pomo d'Oro. Las piezas que se han elegido para este espectáculo sugieren una continua alternancia entre una marcada dimensión espiritual y una tensión terrenal, humana y material. De esta manera, los elementos principales que componen la escenografía serán láminas de plástico en forma de velos verticales que dividen el espacio de una forma que sigue siendo penetrable con la mirada: las láminas de celofán asumirán, de hecho, la función de crear un entorno con una carga espiritual y atemporal concreta. Estos velos se iluminan con focos de luces inferiores que apuntan hacia arriba y emiten una luz cálida que recuerda a la de las velas votivas que alumbran las capillas mortuorias. De esta forma, el espectáculo asume un valor ritual, con dos escenas fundamentales para la narración dramatúrgica y poética: la apertura y el cierre del espectáculo.
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