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Anacronía y su debut en los conciertos pedagógicos de la Fundación Juan March

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Autor: Mario Guada
13 de diciembre de 2024

En el salón de una mecenas: clásicos y populares en el siglo XVIII es el título del espectáculo pedagógico que la Fundación Juan March desarrolla contando con la agrupación historicista Anacronía, junto a la actriz y autora de la dramaturgia Ana Hernández-Sanchiz, que podrá disfrutarse en formato para familias el próximo sábado 14 de diciembre

Anacronía, Fundación Juan March, Ana Hernández-Sanchiz, Marianne von Martínez

En el salón de una mecenas: Anacronía y su debut en los conciertos pedagógicos de la Fundación Juan March

Un reportaje de Mario Guada | @elcriticorn
La historia de la Fundación Juan March con los conciertos didácticos viene de largo. De hecho, desde sus mismos inicios uno de los ejes centrales de la actividad cultural de la institución en su sede madrileña de la Calle Castelló, nada más inaugurarse en 1975, fue la programación de conciertos didácticos con el título de Recitales para Jóvenes, destinado por ende de forma exclusiva a estudiantes. Cuatro décadas después el formato sigue vigente y mantiene la misma vocación con la que nació: «ofrecer a los adolescentes la oportunidad de asistir a un concierto en vivo que idealmente les proporcionara una experiencia a la vez didáctica y lúdica». Las cifras hablan por sí solas, con cerca de 3.000 conciertos didácticos realizados, entre uno y tres por semana según las etapas, a los que han asistido un total aproximado de 830.000 estudiantes, estructurados en grupos de máximo 40 alumnos, previa solicitud de los centros, acompañados por sus profesores. Destacan desde La March que «es obvio que las características y formatos de estos conciertos didácticos han ido variando a lo largo del tiempo, adaptándose en cada momento a las necesidades y demandas de cada generación de docentes y estudiantes. Sin embargo, hay algunos rasgos esenciales que han permanecido inalterados y que dotan a los Recitales para Jóvenes de un perfil distintivo: acceso gratuito, se celebran en el salón de actos de la propia Fundación Juan March, están dirigidos a estudiantes adolescentes, en detrimento de otros posibles perfiles para este tipo de conciertos (familia en su conjunto o específicamente infantil) y es un proyecto masivo concebido para ser visto por miles de estudiantes cada temporada, frente a concepciones restringidas a grupos selectos que fomentan una implicación más práctica y prolongada de los estudiantes».

   La temporada 2007-2008 marcó un punto de inflexión determinante en el planteamiento de los conciertos didácticos. Tras un periodo de reflexión, se impuso la necesidad de reorientar los Recitales para Jóvenes para fomentar, por un lado, una escucha más activa de los estudiantes a través de formatos y puestas en escena más novedosas y, por otro, una mayor implicación del docente a través de distintos materiales didácticos y audiovisuales diseñados como herramientas complementarias para el trabajo en el aula. Este cambio, que todavía sigue su desarrollo, afectaba a la propia concepción del papel que la Fundación quería otorgar al concierto didáctico, ahora pensado como el eslabón principal en un proceso de aprendizaje que idealmente comienza y termina en el aula con el apoyo de los materiales didácticos. Los principios que rigen el enfoque actual de los Recitales para Jóvenes conforman el núcleo de las dos siguientes secciones. Actualmente se ofrecen dos proyectos por temporada, que son ofrecidos en 18 funciones todos los martes lectivos entre octubre y abril, contando con una asistencia aproximada de unos 5.500 alumnos procedentes de unos 120 centros públicos, concertados y privados, la mayoría de ellos de la Comunidad de Madrid, tanto en la ciudad de Madrid como en los grandes núcleos urbanos de este territorio, aunque también se ha contado con centros procedentes de algunas provincias limítrofes.

Fundación Juan March, Anacronía, Ana Hernández-Sanchiz, Marianne von Martínez

   Su formato actual de concierto didáctico, con una duración máxima de una hora, persigue una doble misión: «proporcionar una experiencia atractiva a los jóvenes y dirigir su escucha hacia aspectos musicales específicos». Esto explica que el punto de partida sea siempre un enfoque temático o una idea generadora que sirva como hilo conductor para mostrar unos objetivos de aprendizaje previamente definidos. En este contexto, la figura del presentador es fundamental, ya que actúa como un narrador-profesor que dota al concierto de pleno sentido pedagógico. A él le corresponde la difícil tarea de guiar a un público adolescente sumamente crítico, al que le cuesta centrar la atención y que no siempre asiste con especial predisposición. Una de sus funciones principales es pedir a los intérpretes la ejecución anticipada de un extracto o fragmento de las obras del programa para que los estudiantes, al escucharlo de forma aislada, puedan identificarlo y reconocerlo durante la interpretación completa de la obra. El fin último es facilitar la comprensión de algunos rasgos musicales y, en consecuencia, favorecer la apreciación de la obra musical y la escucha activa. No se trata de un concierto que da participación al público, pero sí le exige una actitud atenta. El presentador con un estilo y tono directo y distendido, ejerce así una función imprescindible de mediación. Y en consonancia con este fin, el guion de qué cuenta y cómo lo hace adquiere una importancia capital.

   Para esta temporada, se ha elegido a una de las agrupaciones jóvenes más interesantes del panorama español, Anacronía, conjunto historicista conformado por el violinista barroco Pablo Albarracín, David Gutiérrez al traverso barroco, la viola barroca de Luis Manuel Vicente, con Marc de la Linde a la viola da gamba y Marina López al clave. Ellos, muy satisfechos con la elección, buscan como motivos de su elección a «nuestra energía, juventud, desparpajo en el escenario –tocar de memoria quizá le da un carácter más teatral a nuestras actuaciones–; quizá esto hizo que se pusieran en contacto con nosotros tiempo después de nuestro concierto en el ciclo Jóvenes intérpretes, que ofrecimos la pasada temporada, para poder montar un espectáculo pedagógico que incluyera escena, una actriz… Creo que nuestro perfil musical quizá les encajaba bien dentro de ese ámbito pedagógico al cual ellos le conceden mucha importancia cada temporada», comentan.

Fundación Juan March, Ana Hernández-Sanchiz, Marianne von Martínez

   Para la ocasión, cuentan con una novedad en estos conciertos, una narrativa teatral construida a través de la dramaturgia de la actriz Ana Hernández-Sanchiz, que también actúa en el espectáculo: «En mi caso, colaboro habitualmente con la Fundación Juan March a través de materiales didácticos y en bastantes conciertos de este tipo par jóvenes que se realizan los martes. Llevo años como presentadora-narradora de los mismos, los dos últimos años con un conjunto de percusión, por ejemplo. Sonia Gonzalo, del Departamento de música de la March, que dirige Miguel Ángel Marín, me comentó que tenía en mente realizar un espectáculo con mayor carga teatral y centrado en la mujer, un tema que por otro lado he trabajado mucho y me interesa enormemente –hace tiempo he tenido la oportunidad de participar en espectáculos centrados en las Boulanger o en María Lejárraga, por ejemplo–. Ella quería crear algo desde cero, contando conmigo y en colaboración con los músicos, que ella ya tenía decididos por aquel entonces. Era importante para la institución poder tratar por vez primera la música antigua para jóvenes, además del discurso de género. Me propuso la dramaturgia y también actuar como actriz».

   Preguntada por la dramaturgia de este espectáculo, titulado En el salón de una mecenas: clásicos y populares en el siglo XVIII –que el sábado 14 podrá disfrutarse en una función para familias, tras las numerosas funciones escolares que ya han ofrecido en las últimas semanas–, Hernández-Sanchiz comenta: «Yo soy actriz, pero trabajo sobre todo en proyectos socio-educativos, así que estoy muy acostumbrada a trabajar con música, conozco bien los condicionantes que ello plantea, para bien y para mal: todo crece mucho en escena, pero también hay que realizar aspectos muy concretos entre las piezas musicales, además de que no vas a contar con mucho tiempo de ensayo, generalmente. Tenía claro que el peso dramático tendría que caer en su mayor parte sobre mí, pues, aunque haya algo de participación escénica de los músicos, no van a disponer de mucho tiempo para preparar esa parte además de tocar». El espectáculo, centrado en una mecenas del siglo XVIII tiene una gran presencia musical, pero no se trata de un concierto pedagógico al uso de un narrador que explica un género, una obra o un compositor y los músicos tocan: «Queríamos que hubiera una historia, no sólo que hubiera una señora dando una clase magistral y que hubiera música en el medio, sino que fuera algo con lo que se pudiera empatizar. Por tanto, hay una reivindicación inicial, que es el trasfondo, sobre qué mal nos tratan los señores ilustrados y qué mal hablan de nosotras, las damas que en el siglo XVIII nos dedicamos a la cultura, con todo lo que hacemos. A partir de ahí transcurre todo… Se me ocurre hacer unos juegos florales, que no son sino la excusa para que haya ensayos, selección de obras, un concurso… Esto lo trabajé con Paloma Córdoba, que hizo la dramaturgia conmigo, y que en cierta manera estará presente, pues será la voz en off del espectáculo. Como en toda obra de teatro, habrá un giro inesperado, cuestiones que se suceden… Pero gracias a mi maestra de música, que me da la fuera para seguir tras recibir una mala noticia, seguiremos adelante con los juegos. Creo que es una historia muy sencilla, casi un cuento, pero en la que van apareciendo muchos elementos musicológicos sobre la música y la época, pero también hemos querido que hubiera una relación cercana con los músicos en escena –algo que no sé hasta qué punto sería o no así entre la aristocracia y sus músicos, pero hoy día me parecía importante difundir ese tipo de valores–.

Anacronía, Fundación Juan March, Marianne von Martínez

   Por su parte, los miembros de Anacronía –a quienes CODALARIO interrumpió en pleno ensayo en las salas acomodadas para tal efecto de la Fundación Juan March–, han sido los encargados de la parte puramente musical, un trabajo que engloba diferentes aspectos: «Aunque ya habíamos tenido experiencia en los conciertos pedagógicos desde hace algún tiempo, aunque más al uso, este proyecto supone un paso más allá para nosotros, con profesionales del ámbito teatral. Gracias a ello hemos podido focalizarnos más en el aspecto que desarrollamos fundamentalmente y en el que nos sentimos más cómodos, que es la parte musical. Por tanto, empezamos a pensar qué parte de nuestro repertorio habitual y qué obras nuevas podrían encajar para el espectáculo, con la línea que las autoras de la dramaturgia planteaban. Por suerte, tenemos bastante música de compositoras de la que poder disponer, así que comenzamos a hacer una primera selección del repertorio. A partir de ahí, el trabajo fue cómo encajar las piezas en la parte de la dramaturgia, intentando que tuviera un sentido. Nuestro trabajo, por tanto, se ha sustentado en tres pilares: búsqueda del repertorio, selección final del mismo y encaje de este dentro de la narrativa», indican.

   Buena parte del programa musical está enfocado en la figura de Marianne von Martínez (1744-1812), compositora austriaca de ascendencia española, hija de un napolitano que había llegado a Viena como gentiluomo del nuncio papal. Pasó su infancia bajo la tutela educativa de Metastasio, un amigo de la familia que vivía en la misma casa; recibió clases de canto, piano y composición de Nicola Porpora y Franz Joseph Haydn, que también vivían allí, de Giuseppe Bonno y posiblemente de Johann Adolf Hasse. Ya de niña había llamado la atención en la corte por su hermosa voz y su interpretación al teclado, y en 1761 se interpretó una misa suya en la iglesia de la corte. Ella mismo reconoció en 1773, cuando fue nombrada miembro honorario de la Accademia Filarmonica de Bolonia –honor muy pocas veces concedido a una mujer–, que como compositora tomaba como principales modelos al propio Hasse, Niccolò Jommelli y Baldassare Galuppi. No sólo poseía un profundo conocimiento de la imitación y la fuga, sino que también sabía componer obras vocales a la manera barroca. Su predilección por los pasajes de coloratura, los saltos sobre intervalos amplios y los trinos que introduce en muchas de sus obras sugieren que ella misma debía de ser una excelente cantante. En 1772, el musicógrafo Charles Burney elogió su canto por todas las virtudes típicas de la escuela italiana, así como por su «conmovedora expresión». La observación de Burney de que sus obras vocales no eran «ni comunes ni anormalmente nuevas» se aplica también a sus obras instrumentales. Compositora del primer Clasicismo vienés, escribió fundamentalmente en estilo italiano. Como clavecinista recibió la influencia de Carl Philipp Emanuel Bach. En ocasiones fue capaz de crear una composición en varios movimientos a partir de una sola idea melódica. Sus frecuentes desarrollos de motivos, sus técnicas de decoración melódica y sus rápidas ejecuciones demuestran que se preocupaba por impresionar a su público con virtuosismo, adaptándose al gusto de los salones vieneses en aquel momento.

Retrato de Marianne von Martínez, por Pietro Anton Lorenzoni

   Preguntados por la figura de esta compositora vienesa como centro musical y no otra, es decir, algunas de las otras grandes representantes femeninas del Barroco pleno o, mejor aún, tardío, comenta Hernández-Sanchiz que «la idea era plasmar de alguna manera muy libre y ‘anacrónica’ la situación real del momento, así que decidimos encajarlo lo máximo posible con un ejemplo real del período en que se desarrolla el espectáculo. Queríamos plasmar el papel de una mecenas, el de la maestra de música y el de una compositora… Toda la cadena. En el caso de Martínez, al crearse un concurso de composición en los juegos florales, nos parecía que podría encajar bien. Tampoco queríamos que estuviera focalizado únicamente hacia el tema femenino, porque bastante lo está ya. Además, así es posible ponerlo en contexto al lado de algunos de los grandes maestros como Haydn, los hijos de Bach y otros… Había, además, un punto para la Fundación Juan March que resultaba importante, como era romper las barreras tradicionales entre Barroco y Clasicismo, así que el caso de Martínez es perfecto para ello».

   Y así es, porque aunque Martínez es en gran medida protagonista de la función, no estará sola, sino que la acompañarán músicas de autores que Anacronía conoce bien, como los ya mencionados Haydn o C.P.E. Bach, pero también compositores más afamados como Bach padre o George Frideric Handel, además de Luigi Boccherini, junto a figuras menos conocidas por el público, como es el caso de Christian Petzold. «Casi toda la narrativa se desarrolla en la segunda mitad del siglo XVIII, así queríamos enfocarlo más hacia qué compositora de ese momento está todavía por descubrir en buena medida y no tanto las que en ese momento ya se conocían por su buen hacer, como Elisabeth Jacquet de la Guerre, Barbara Strozzi u otras. Además, a nosotros siempre nos justa buscar esos momentos históricos de transición en lo que se pueden crear circunstancias un tanto anacrónicas, así que esta figura nos interesa por lo que supuse como transición hacia el Clasicismo, buscando una amalgama de sonoridades que no son puramente barrocas. En Marianne aparece mucho ese anocronismo, pues ella vivía en el mismo edificio que el compositor Nicola Porpora o el poeta Pietro Metastasio, autores que provenían de otra estética. Así, su estilo ya transita hacia el Clasicismo pleno, pero todavía perviven elementos barrocos como el bajo continuo, además de que ella era un gran clavecinista, un instrumentista que estaba viviendo ya el ocaso de su existencia. Ese contexto lo estamos trabajando también en Europa, dentro del proyecto EEEMERGING+, con programas en el entorno de esta compositora, así que nos sentimos cómodos, tanto por su calidad musical como por estos diferentes puntos de vista anacrónicos», inciden los intérpretes sobre la inclusión de esta autora en el programa.

Anacronía, Fundación Juan March, Ana Hernández-Sanchiz

   Sin mucho tiempo para los ensayos in situ, los protagonistas del espectáculo se confiesan satisfechos con todo el período de construcción del mismo, a la vez que un poco nerviosos y con ganas de llevar a escena un evento como este, que cuenta con un público especial y no siempre fácil: «El período de preparación ha ido muy bien y creo que estamos cómodos. Ahora llega el momento de juntarlo todo y darle vida, porque cada uno viene de un lugar y no se puede contar con mucho tiempo para ello. Estaba nerviosa, pero también tengo muchas ganas de estrenarlo. Creo que Anacronía tiene el dinamismo y las ganas que un espectáculo como este implican. En cuanto al público adolescente, la verdad es que sorprende mucho, y aunque nunca sabes cómo van a reaccionar, generalmente la respuesta es muy buena. Hay una guía didáctica para trabajar previamente en el aula, realizada por Rafael Fernández de Larrinoa, que es excelente, así que viene muy preparados. Es un ciclo con mucha tradición y suelen venir con ganas. Además, no es una sala grande, con lo cual ayuda a la concentración. Por otro lado, vamos a tener la oportunidad de presentarlo también en el Festival de Música Antigua de Úbeda y Baeza, así que es una excelente oportunidad de llevarlo a cabo en un ámbito, el de la música antigua, en el que este tipo de proyectos no son tan habituales como en sí lo son en el entorno sinfónico o de la música de cámara», anota la actriz y autora de la dramaturgia.

   Para los músicos: «Todo este proceso de producción ha sido muy bonito: poder ver cómo se iba creando la guía didáctica y el guión, la comunicación entre las partes. Nosotros hemos intentado entrar ahí y adaptarnos de la mejor manera posible, aportando las propuestas que pudieran encajar en ello con la mayor naturalidad. Además, poder actuar es siempre un extra, una experiencia muy positiva. Una de las principales motivaciones de nuestro grupo ha sido siempre esta vertiente pedagógica, desde nuestros inicios, así que poder desarrollarlo a este nivel de producción nos hace muy felices y nos crean grandes expectativas de poder seguir desarrollando este proyecto durante más tiempo e incluso de crear otros nuevos. Es algo que nos llena mucho».

   Anacronía, que repetirá la próxima temporada como residente en estos conciertos pedagógicos de la Fundación Juan March, «no sabemos si con este u otro espectáculo distinto, está aún por definir», tiene por delante una temporada de proyectos ambiciosos: «Estamos enfocados en poder llevar el repertorio que hemos tocado muchas veces en España a otros países de Europa, así que formar parte del proyecto EEEMERGING+ es un lujo. En diciembre estaremos en Croacia, y en verano estaremos en Portugal y Letonía, también probablemente en Alemania. Estamos trabajando en ello, pero también seguimos enfocados en nuevos programas para renovar y diversificar nuestro repertorio, pero siempre con nuestro estilo y enfoque narrativo. Este proyecto de La March nos aporta sin duda una nueva perspectiva, al menos a nivel performativo, en cómo situarnos sobre el escenario de una manera diferente, pudiendo trabajar este género de los conciertos pedagógicos que nos encanta, pero también a nivel de repertorio, pues nos permite pararnos a reflexionar sobre qué tenemos, qué podemos aportar a este proyecto y que otras vías de trabajo pueden salir a partir de aquí. Nos está aportando mucho».

Fotografías: Dolores Iglesias/Fundación Juan March.

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