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CRÍTICA: NEEME JÄRVI DIRIGE A LA FILARMÓNICA DE MONTECARLO EN EL CICLO DE CONCIERTOS DEL AUDITORIO DE OVIEDO

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Autor: Aurelio M. Seco
21 de marzo de 2011
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La Voz de Asturias (Sábado, 12/03/11)

Lugar: Auditorio de Oviedo. Fecha: 10 de marzo de 2011. Ciclo: Conciertos del Auditorio

TRÍO DE ASES

El Auditorio de Oviedo acogió una velada musical de gran interés, con Neeme Järvi al frente de la Orquesta Filarmónica de Montecarlo y dos excepcionales jóvenes artistas: el chelista Daniel Müller-Schott y la violinista Julia Fischer. Si hace poco más de una semana, Tugan Sokhiev exigía de la Orchestre National del Capitole de Toulouse una energía y tensión rítmica arrebatadoras, que pusieron a prueba la calidad de un conjunto de envidiable vitalidad, el maestro letonio Neeme Järvi ofreció  una verdadera lección de cómo dirigir un repertorio muy variado y difícil, pero desde una perspectiva más reposada y clarificadora que la ofrecida por Sokhiev. Järvi es uno de los grandes maestros de la dirección actual, un artista de impresionante trayectoria cuyo trabajo es requerido por  los más importantes conjuntos sinfónicos del mundo, a pesar de haber sobrepasado los setenta años de edad. Tras un "Carnaval romano op. 9" de Berlioz vivaz y expresivo, dirigió una fulgurante versión del "Doble concierto para violín, violonchelo y orquesta" de Brahms, en el que la relación artística entre Fischer y Müller-Schott resultó perfecta, dentro de un estilo entre apasionado y sensual que, modulado desde el arco del chelista, parecía trasladarse con naturalidad al de su compañera. La dirección de Järvi resultó lacónica y firme, plena de intencionalidad dramática. La propina volvió a dejar constancia del extraordinario talento de los jóvenes, que tocaron el segundo movimiento de la "Sonata para violín y chelo" de Ravel como si quisieran poner a prueba el límite expresivo de sus instrumentos. En la segunda parte, "Un americano en París" de Gershwin que, sin renunciar al encanto de lo pintoresco, aportó claridad y contundencia. La "Suite orquestal nº 2 de "Daphnis et Chloé" de Ravel sonó más consistente y expansiva que inspirada, de trazos sólidos. Para finalizar, una espectacular "Farandole", de la Suite nº 2 de "La Arlesiana" de Bizet, en la que la Filarmónica se lució  cuando, con su conocido buen humor, Järvi dejó el escenario durante unos instantes, para que el conjunto mostrase, aún sin él, su gran precisión orquestal.

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