La Voz de Asturias (Miércoles, 22/02/12)
El director de orquesta asturiano Nacho de Paz se ha hecho imprescindible en la interpretación de la música contemporánea en nuestro país. La revista Ritmo acaba de recompensar su trayectoria dedicándole su portada del mes de enero.
- ¿Director de orquesta, compositor o musicólogo?
- Mi carrera está centrada en la dirección de orquesta. Aunque gané varios premios internacionales de composición, como el Luigi Russolo en 2001, esa faceta, así como la musicología o mi espíritu autodidacta, la he desarrollado como herramienta para dirigir con mayor conocimiento.
- Se ha centrado en la música contemporánea
- Dirijo música contemporánea porque soy un músico de mi tiempo, del siglo XXI. Se trata de un repertorio que puede asustar a priori por su complejidad técnica pero yo disfruto trabajándolo en detalle y con precisión. Procuro comunicar esta música de manera sencilla, de tal forma que la técnica esté al servicio de las emociones. Cuando se programan obras de calidad, de vanguardia u otra época, y se interpretan con rigor y honestidad, el público responde siempre con entusiasmo. También me interesa la interpretación de tipo historicista y documentada en las fuentes originales del Barroco y primer Clasicismo.
- ¿No tiene la sensación de ser a veces el comodín de los músicos?
-Es cierto que suelen llamarme cuando tienen un programa difícil porque saben que estoy acostumbrado a trabajar obras de una cierta complejidad, especialmente en el repertorio de vanguardia, para el que es necesaria una especialización. Seguramente, esta es una de las razones por las que me invitan con frecuencia a dirigir en la Orquesta Nacional de España.
- ¿Qué personas o entidades le han influido?
- Creo más en las personas que en las instituciones. Las fundamentales han sido Natalia Mazoun y Tsiala Kvernadze, en mi adolescencia; Arturo Tamayo, a quien debo gran parte de mi técnica como director y José Luis de Delás, Joan Guinjoan, Luis de Pablo y José Ramón Encinar. Mi paso por el Ensemble Modern y la Ópera de Frankfurt, donde viví durante cinco años, han sido otras experiencias definitivas respecto a mi forma de trabajar.
- ¿Cómo llegó la portada de la revista Ritmo?
- Fue una propuesta que surgió en Alicante, tras una gira de conciertos que dirigí al frente de la ONE. Allí conocí al director de la revista, quien me comentó que deseaba que yo apareciera alguna vez, ya que le había gustado mucho mi trabajo con la orquesta. Estoy muy agradecido a Fernando Rodríguez Polo por darme la oportunidad de aparecer en una revista de tanta importancia en el periodismo musical de este país.
- Por fin ha dirigido a la OSPA
- Sí, me llamaron para afrontar un programa que la orquesta tenía pendiente con dos artistas puertorriqueños desde hacía algún tiempo. Era una pieza de reciente creación que tenía ciertas particularidades técnicas a las que yo estoy habituado. Tras quince años dirigiendo en el extranjero me brindaron una primera ocasiónde trabajar en mi tierra. Ha supuesto un reencuentro con algunos compañeros de estudios y con la orquesta que en mi adolescencia me inspiró para ser director.
- ¿Qué desea conseguir como director?
- Nunca me he puesto metas concretas a largo plazo. Siempre he tratado de hacer música al nivel más alto posible, buscando la excelencia. Esta es una carrera de resistencia y no de velocidad. En lo que se refiere a la música contemporánea, que me haya dedicado a ella ha sido algo casual. No busqué esa especialización; simplemente me llegó, a través de Tamayo primero y, después, con Pierre Boulez, con quien estudié en Lucerna durante dos años. Estuve a punto de ser su asistente en el Ensemble Intercontemporain de París en 2004. En el proceso de selección internacional fui uno de los finalistas pero prefirieron al único aspirante francés.
- El famoso proteccionismo francés
- Lo curioso es que este aspecto, que para un francés es lo normal, en España es justo lo contrario. En nuestro país se tiende a pensar que un aspirante extranjero para cualquier puesto de relieve ha de ser mejor que un español. Es una lástima que en España aún no haya esa conciencia de nación que pasa sin duda por apoyar a sus profesionales, su cultura y artistas propios antes de dejarse seducir por nombres extranjeros exóticos sin atender a razones objetivas. Es una de las grandes diferencias que se respira en las naciones europeas con una larga trayectoria democrática (Reino Unido, Francia o Alemania). Estos países mantienen un rumbo muy claro con sus políticas proteccionistas, para preservar su identidad cultural y nacional. Confío en que España sea cada vez más consciente de este hecho tan importante para evitar la diáspora cultural que vivimos en este momento, que es un grave problema de cara al futuro económico y cultural de un país.
- ¿A quién debe su técnica como director?
- Los gestos parten siempre de la música y de las características de la agrupación que se dirige en cada momento. Mi técnica se cimentó en el gesto de Boulez, pero también tengo otras influencias del pasado, como las de Toscanini, Stokowski o Mravinsky. También he sido alumno de los Virtuosos de Moscú, que llegaron a Asturias en 1989. Siempre trato de tomar lo más interesante de los buenos músicos que me rodean.
Compartir
Aviso: el comentario no será publicado hasta que no sea validado.