Fecha: Sábado, 7 de julio de 2012. Lugar: Basílica del Sagrado Corazón. Gijón. Ciclo: Festival de Música Antigua de Gijón
A LA LUZ DE LA CRUZ DE VICTORIA
El Festival de Música Antigua de Gijón tiene un nuevo director artístico. Tras catorce años de trabajo en manos de Carlos González Marcos, éste ha pasado el testigo a uno de los artistas asturianos más destacados de los últimos años. Hablamos, por supuesto, de Aarón Zapico, cabeza visible de Forma Antiqva, su director y, además, gestor cultural en tiempos de crisis económica. Zapico ha logrado configurar un festival de gran interés a pesar de sus limitaciones presupuestarias. Cincuenta mil euros es, en fin, una cantidad muy pequeña para un festival de este tipo. Por eso sorprende que su agenda esté repleta de actividades, concursos y recitales, y que haya conseguido atraer a la ciudad a algunos de los más prestigiosos críticos y músicos españoles. El ciclo se inauguró el pasado sábado con un excelente concierto de Musica Ficta, un conjunto español que, bajo la dirección del ovetense Raúl Mallavibarrena, está desarrollando una interesante trayectoria a nivel nacional pero que en Asturias nunca habían tocado hasta la fecha. Otro caso más de un artista asturiano de gran recorrido profesional al que parece hemos olvidado. Y ya son demasiados. Decía el propio Aarón Zapico en una entrevista concedida a CODALARIO que hay que exigir más preparación a nuestros gestores artísticos, y con razón. Raúl Mallavibarrena diseñó un concierto duro de oír para el público, pero muy interesante de escuchar para el buen aficionado. Nada menos que los dieciocho responsorios (llamados "de Tinieblas") de Tomás Luis de Victoria, parte sustancial de su siempre alabado "Officium Hebdomadae Sanctae" y obra rica y compleja donde las haya. El público, que prácticamente llenó la Basílica del Sagrado Corazón (La Iglesiona) de Gijón, asistió al concierto con una actitud exquisita, casi contemplativa, que no estamos acostumbrados a ver en otras ciudades tradicionalmente consideradas más melómanas, aunque creemos que tampoco hubiera sido mala idea introducir alguna obra menos densa y exigente, que permitiese a los asistentes relajarse de tanta enjundia contrapuntística. El nivel artístico fue muy alto durante toda la velada, gracias al notable trabajo desarrollado por un grupo de diez excelentes cantores y por un director que no sólo dio la impresión de conocer las obras al detalle, sino que ofreció una lectura personal y profunda de los matices de su texto. Como si quisiera hacer bueno el nombre de su conjunto -Musica Ficta- Mallavibarrena coloreó con verdadera pasión de erudito el mensaje tenebroso de la retórica victoriana, dentro de un estilo saludable, de un equilibrio reconfortante. No es extraño que su grabación del "Officium Defuntorum" de Tomás Luis de Victoria haya sido premiado como "Mejor disco de Música Renacentista del año 2002" por la revista CD Compact, y seleccionada para la Colección de Clásicos de un conocido periódico nacional.
La velada dejó poco lugar para el desajuste. Las voces relucieron limpias y certeras, en un repertorio muy difícil de cantar. Al conjunto se le dieron mejor los finales, siempre afinados y refinados, que los principios, ligeramente destemplados en alguna ocasión. Fue muy interesante observar el estilo del director, entre racional y apasionado. Resultó llamativo su énfasis en destacar las entradas contrapuntísticas, hasta el punto de que, en ocasiones, llegaron a resultar un tanto bruscas. La música, sea moderna o antigua, con toda la expresividad que se le quiera poner, debe buscar sobre todo la musicalidad. Creemos que es lo fundamental en cualquier interpretación, por encima de la originalidad y cualquier otro tipo de criterio artístico. Incidimos en ello, no porque lo haya olvidado Musica Ficta sino porque, con frecuencia, notamos que lo olvidan bastantes intérpretes de música antigua. Las condiciones acústicas de La Iglesiona sorprendieron por su elegancia y buen gusto, a pesar de su más que dudoso gusto arquitectónico, lleno de caprichos y saturaciones. Las condiciones sonoras del templo embellecieron más, si cabe, la bonita línea coral del conjunto, y aportó argamasa allí donde fue necesario. La técnica gestual del director resultó cálida y amorosa, y aportó luz al aparente tenebrismo que parece inherente a estas piezas. Hay un aspecto de base que, sin embargo, estamos convencidos de que podría haberse mejorado. En un coro, al igual que en una orquesta, el director debe ser siempre la referencia para los cantantes. Y no sólo gestual, sino también a la hora de afinar. Es algo fundamental aunque a veces no lo parezca. El problema de afinación que encontró el conjunto al comienzo de "O vos omnes" y que les obligó a repetirlo no tuvo importancia, pero podría servir como ejemplo para subrayar más si cabe nuestra opinión. La afinación se puso en manos de uno de los tenores del coro quien, por cierto, estuvo exquisito durante toda la noche. En resumen, un comienzo de festival que se ha desarrollado dentro de un gran nivel artístico, que nos ha permitido ver a un notable conjunto vocal, en un repertorio nada fácil de ver programado ni de interpretar, dirigido por un director de gran talento: Raúl Mallavibarrena, ovetense para más señas. No hay que olvidarlo.
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