La ópera se nutre de grandes estrellas mediáticas y también de profesionales consumados e infalibles como el recientemente fallecido
Piero di Palma, que nos dejaba el pasado día 5 de abril. Comprimario de lujo en tantos registros discográficos y en tantas representaciones operísticas, su trayectoria se yergue como un modelo a seguir. Nacido en 1924, debutó en Nápoles en 1952 y desde entonces fue un invitado casi omnipresente en la vida operística de la segunda mitad del siglo XX, hasta el punto de ser denominado el
'Principe dei comprimari'. Su repertorio, entre papeles encarnados en vivo y roles interpretados en estudio, alcanzó los 200 personajes. En fecha tan tardía como 1992 se produjo su debut en el Met, como Caius en
Falstaff, poniendo fin a su carrera poco después. En ocasiones, los más grandes son los que tienen las responsabilidades más reducidas y menos vistosas. Piero de Palma fue el ejemplo paradigmático de esta circunstancia. Descanse en paz.