Un 27 de enero de 1756 nace Mozart, seguramente la unión más perfecta y equilibrada entre lo apolíneo y dionisíaco. Poco podemos escribir de él y su música que no se haya dicho ya en numerosas biografías y trabajos. Para recordar su figura, hemos elegido un período de su vida enmarcado por el éxito artístico en Viena. Mozart tenía 27 años y, "los vieneses seguían tratándole como un virtuoso y admirando su virtuosmismo por encima de todo". Nos lo cuenta Marcel Brion en su biografía del compositor. "Un primer concierto, que le valió la aprobación de Gluck, le animó a preservar y a organizar a sus expensas un verdadero recital, extraordinariamente denso: tres sinfonías, dos conciertos, variaciones para arias de Paisiello y Gluck, además de arias que cantarían Aloysia Weber, naturalmente, Suzanna Teybner y Adamberger. El emperador estuvo presente. Dio varias veces la señal para que se prorrumpiese en aplausos y pagó con veinticino ducados el palco que ocupó. El éxito fue en aumento. Había ciento sesenta y cuatro abonados que seguían fielmente todos los conciertos y que arrastraban al público melómano. Durante la cuaresma de 1784 dio recitales muy aplaudidos, bien solo, bien con el pianista Richter, para quien tenía que crear sin cesar obas nuevas, y es de imaginar que Mozart no debía disponer de mucho tiempo para componer, porque entre el 26 de febero y el 3 de abril tocó en veintidós conciertos".
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