Crítica: Espectacular «Moisés en Egipto» de Rossini en Piacenza

Mosè espectacular y cinematográfico

Por Raúl Chamorro Mena
Piacenza, 25-X-2024, Teatro Municipale. Mosè in Egitto (Gioachino Rossini). Michele Pertusi (Mosè), Andrea Pellegrini (Faraone), Dave Monaco (Osiride), Mariam Battistelli (Amaltea), Aida Pascu (Elcia), Matteo Mezzaro (Aronne), Angela Schisano (Amenofi). Coro lírico de Modena. Orquesta Filarmónica Italiana. Dirección musical: Giovanni di Stefano. Dirección de escena: Pier Francesco Maestrini.

   En coproducción de los Teatros de Modena, Reggio Emilia y Piacenza llegaba está nueva puesta en escena de la monumental Mosè in Egitto de Rossini para recuperar las esencias de la obra con un montaje muy bello, de gran impacto estético y conforme a libreto. Todo un desafío a la lírica actual.

   Cuarta ópera de su glorioso periodo napolitano, el cisne de Pesaro encauza la obligación de tema sacro durante la cuaresma y le permite combinar magistralmente la liberación acaudillada por Moisés de los judíos cautivos en Egipto con la pasión amorosa imposible entre Osiride, hijo del faraón y heredero del trono, y la muchacha hebrea Elcia. Rossini y su libretista Andrea Leone Tottola logran un impecable equilibrio entre el asunto bíblico -colectivo- y el amoroso -individual- en esta ópera estrenada el 5 de marzo de 1818 denominada Azione tragico sacra. Al año siguiente, en una nueva reposición de la ópera en el propio Teatro San Carlo, el compositor realiza una serie de modificaciones. La más importante, añade la sublime plegaria «Del tuo stellato soglio». Rossini revisa nuevamente la ópera en su integridad en 1827 para su presentación en la Ópera de París con el título de Moïse et Pharaon ou le passage de la Mer Rouge, que concitó tal éxito que, junto a una traducción italiana de esta versión francesa con el título de Mosè, borró de los escenarios la creación original.

   Magnífica oportunidad la que ofrecía está coproducción entre bellas ciudades de la provincia italiana para disfrutar del Mosè original. En el caso de la presente reseña, en el bellísimo Teatro municipale de Piacenza, precioso recinto dentro de la fascinante tradición italiana. Además, se recuperó la magnífica ópera en todo su genuino esplendor, mediante una puesta en escena conforme a libreto y de un gran atractivo visual. Con un sabio uso de las proyecciones y efectos visuales, el montaje me transportó a Los diez mandamientos, el tesoro cinematográfico de Cecil B de Mille, pero actualizado y revisado, con un Michele Pertusi cual Charlton Heston abriendo las aguas del Mar Rojo. Un regalo para la vista la belleza y variedad de escenarios, el magnífico vestuario, así como el desarrollo dinámico de una trama a veces algo estática - la base de oratorio de la obra es ineludible - y sin acción. Qué placer ver una puesta en escena tan seductora a la vista y sin tener que preocuparse de qué demonios significará en la mente del regista de turno, una silla boca abajo en un extremo del escenario o una bacinilla en la cabeza de la soprano protagonista. Felicidades al director de escena Pier Francesco Maestrini y al escenógrafo y responsable del fundamental elemento audiovisual Nicolás Boni. Asimismo, corresponde extender la enhorabuena a Stefania Scaraggi por el vestuario y a Bruno Ciulli por la iluminación. Afortunadamente, el eurotrash no ha penetrado en la provincia italiana.

   En el elenco destacó el experto veterano Michele Pertusi, con su impecable y larga trayectoria detrás, y una madurez que se traduce en un fraseo y acentos bien trabajados. Ciertamente, el timbre acusa desgaste y siempre le faltó algo de autoridad, y rotundidad, pero su emisión es ortodoxa y el legato de factura. Asimismo, supo conferir el apropiado relieve, pleno de nobleza, a la sublime plegaria «Del tuo stellato soglio» capitaneando la magnífica interpretación del resto de solistas, orquesta y coro.

   Entre los cantantes jóvenes que le acompañaban, destacó al joven tenor de 28 años nacido en Brescia Dave Monaco, que exhibió timbre atractivo, fresco y homogéneo, apropiada línea de canto, ajustada agilidad y ascensos al agudo bien resueltos. Arrebatado y ardoroso en escena como Osiride, el hijo del Faraón, si este prometedor tenor saca más fuera esa voz y posiciona mejor los agudos para que adquieran mayor expansión, además de la lógica evolución en el fraseo, podemos tener un tenor estupendo para este repertorio.

   Andrea Pellegrini basó su Faraón en los intencionados acentos, a despecho de un material vocal desguarnecido, seco, ayuno de anchura, densidad y empaste. Muy trabajosa su agilidad, Pellegrini las pasó canutas es su muy exigente aria «Cade dal ciglio Il velo», añadida por Rossini en 1820 en lugar de la anterior compuesta por Michele Carafa «A rispettarmi aprenda».

   Sin discutir su entrega, resultó más flojo el reparto femenino encabezado por la soprano rumana Aída Pascu, cantante muy verde, de emisión gutural y agudo abierto, desabrido y calante, en una Elcia de línea canora fragmentaria y agilidad muy trabajosa. Timbre sopranil blanquecino, agudo imposible y agilidad problemática, lastraron la Amaltea, esposa del Faraón, de Mariam Battistelli. Sonido penetrante, pero canto deslavazado, por parte de Matteo Mezzaro como Aronne.

   El coro lírico de Modena, al que le faltó algo de dimensión sonora y la Orquesta Filarmónica Italiana demostraron particular entusiasmo y motivación bajo la batuta, no inspirada, pero con oficio de Giovanni di Stefano. Ciertamente, su labor no destacó por el refinamiento ni la gana dinámica y el metal resultó un tanto estridente en diversos pasajes, pero sí acompañó adecuadamente a los cantantes, mantuvo el pulso teatral y obtuvo una meritoria prestación de la orquesta.

   El público, encantado, ovacionó con fervor durante varios minutos al final de la representación.

Fotos: Rolando Paolo Guerzoni