Por Raúl Chamorro Mena
Madrid. 4/III/2016. Madrid, Auditorio Nacional. Ciclo OCNE. Beethoven: Concierto para piano y orquesta nº 3 opus 37. Mitsuko Uchida, piano. Chaikovsky: 6ª Sinfonía opus 74 “Patética”. Orquesta Nacional de España. Director: David Afkham.
Continúa el rutilante devenir de la Orquesta Nacional de España en esta “edad de oro” que vive actualmente con uno de los conciertos más esperados y las localidades agotadas desde hacía tiempo. Lo protagonizaban dos genios de la música de todos los tiempos, uno con una obra de su primera época y el otro con su última y genial creación, todo ello bajo la dirección del titular de la sinfónica, David Afkham y la actuación como solista de una de las mejores pianistas en activo, Mitsuko Uchida.
La expectación creada no se vió defraudada, ni mucho menos, ya que el evento gozó de un gran nivel. Efectivamente, en primer lugar pudo disfrutarse de la madurez artística y el virtuosismo siempre al servicio de la expresión, de la pianista japonesa Mitsuko Uchida, que afrontó el magnífico Concierto para piano nº 3 de Beethoven, una obra temprana de impronta mozartiana, pero con claros elementos épicos y de tintes ya claramente románticos. Despúes de la larga introducción expuesta con suma corrección por Afkham y la orquesta, el sonido potente, amplio, bello y caudaloso de Uchida llenó la sala. La expresión profunda, sabia y serena se combinó con un virtuosismo de la mejor ley, del que fue perfecto ejemplo la brillantísima cadenza del primer movimiento. Esa madurez, personalidad y aplomo artístico de la pianista se mostró en toda su amplitud en el fabuloso Largo que constituye el segundo movimiento. Hondura, emoción y un primoroso diálogo con la flauta, que junto a toda la sección de maderas mostró un gran nivel durante todo el concierto, dieron paso, sin solución de continuidad, al rondó del tercer movimiento, interpretado con un dominio y maestría indudables. El público prorrumpió en ovaciones unánimes a la pianista japonesa que como propina ofreció intensa versión de Aveu, del Carnaval de Schumann. Cumplidor, más que solvente, pero sin especial brillantez ni hondura en este caso el acompañamiento de Afkham y la orquesta.
Escribe Pablo González Mira en su artículo del programa de mano, que Tchaikovksy creó buena parte de su música desde la “clandestinidad emocional”. Su última obra, la Sexta sinfonía, no puede ser mejor ejemplo de ello, así como de su compleja personalidad. Su enorme sensibilidad, su ánimo torturado, su drama íntimo, se plasman de manera indeleble en esta obra maestra que figura por derecho propio entre las mejores sinfonías jamás compuestas. Esta obra definitiva constituye todo un legado musical de sus variados y complejos estados de ánimo, además, cómo no, de su inmenso talento como melodista y orquestador.
La interpretación del pasado viernes comenzó con un primer movimiento un tanto irregular y falto de fuerza emotiva y cohesión interna. Mejor el segundo con una buena exposición del danzable motivo principal. Lo mejor llegó en el tercer y cuarto movimientos. El aparentemente optimista y espectacular tercero con esa exuberante explosión orquestal de la marcha, (que suele provocar aplausos del público cuando se interpreta, también ocurrió en esta ocasión) resultó muy bien contruido desde el comienzo, conduciendo a un clímax lleno de fuerza, ardor y pulso juvenil del maestro treintañero, que sin embargo, demostró su talento y capacidad para el contraste, al exponer con gran conmoción ese sublime y desolador adagio lamentoso que consitituye el cuarto movimiento, que le hiela a uno el corazón y deja sin habla. Así, en silencio, permaneció el público hasta que el maestro Afkham bajó los brazos e irrumpieron las ovaciones. Tiempo habrá con los años y experiencia artística para que el joven director alemán adquiera esa madurez, ese poso que pula y redondee una más acabada y personal interpretación de esta mítica composición, pero de momento, lo escuchado fue una indudable muestra de su talento y del espléndido momento que vive la Orquesta Nacional de España con su titularidad.
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