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Crítica: Miquel Ortega dirige 'Iván el terrible' de Prokofiev en el Concierto Premios Princesa de Asturias

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Autor: Aurelio M. Seco
22 de octubre de 2017

Y VAN XXVI

    Por Aurelio M. Seco | @AurelioSeco
Oviedo. 19-X-2017. XXVI Concierto Premios Princesa de Asturias. Iván el terrible, op. 116 de Prokofiev. María Luisa Corbacho, mezzo; Alfredo García, barítono; Jorge Moreno, narrador. Director: Miquel Ortega. Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias. Coro de la Fundación Princesa de Asturias.

   Volvió la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias al lugar que le corresponde por derecho y que nunca debió perder como orquesta titular –vamos a decirlo así- del Concierto Premios Princesa de Asturias, cita importantísima por la presencia de Sus Majestades los Reyes de España, premiados, innumerables medios nacionales e internacionales y la flor y nata de la sociedad española. El concierto supone una gran oportunidad, para la OSPA, el Coro de la Fundación y los artistas invitados. Ya son 26 ediciones de una cita que ha dejado de todo, maravillosos conciertos y otros menos interesantes. En los últimos años –lo venimos contando desde hace tiempo- la importancia artística del evento ha ido decayendo un poco por su nivel, sin dejar de resultar interesante por ello. El repertorio siempre es un aliciente, desde luego. Aprovechando el Coro de la Fundación se escoge entre lo escrito dentro del género sinfónico coral.

   Para esta ocasión se optó por invitar a un director español, algo que nos gusta pues estamos sin duda ante un grupo de directores que está haciendo historia dentro y fuera de nuestro país. España es una potencia musical de primer orden por la calidad de sus músicos, aunque nuestra nación no siempre sepa recompensar su talento como se merece. Hay músicos excepcionales esperando todavía un mejor reconocimiento y otros más discretos a los que se les reconoce demasiado. Pero así es la vida en general, no sólo dentro de nuestro país ni en el mundo de la música.

   Le llegó el turno a Miquel Ortega, músico de los buenos, compositor y director conocido y valorado en nuestro país. La oportunidad ha supuesto un gran reconocimiento a su trayectoria. Ortega conoce bien el arte de dirigir y la obra propuesta, nada menos que Iván el terrible de Prokofiev, partitura maestra transformada en cantata por Abram Stassevich, música cinematográfica escrita por el ruso para Eisenstein y subida aquí a las tablas en versión de concierto, sin imágenes pero con la narración de uno de los dramaturgos españoles más prestigiosos de la actualidad: Jorge Moreno. Se cumplen 100 años del triunfo de la Revolución Rusa, “un cambio total en el que la Rusia zarista dejaría paso a la Unión Soviética y con ello a una serie de cambios sociales y culturales de profundísimo calado”, explica Cosme Marina en las notas al programa. Cambios de tal importancia que todavía tienen transcendencia en nuestro presente en marcha, como se pudo comprobar en la conferencia ofrecida el pasado 16 de octubre por Gustavo Bueno Sánchez, en la Fundación que lleva el nombre de su padre, sobre “El Diccionario Soviético de Filosofía”.

   Ha elegido bien al narrador la Fundación Princesa de Asturias, a quien no perdonamos haber negado un premio en vida a Gustavo Bueno, uno de los mayores genios que ha dado nunca España, pero al que debemos reconocer su gran acierto en los últimos años en su apuesta por el teatro. Fue magnífica la propuesta del año pasado de Hamlet en el Teatro Arango bajo la dirección de Marga Llano, y una pena que no se haya hecho de ello una tradición apegada a los premios, porque de la misma forma que hay un concierto antes de la ceremonia, ¿por qué no una producción teatral? Moreno es quizás la mayor seña de identidad teatral del Principado, un hombre comprometido con el profesionalismo del gremio, melómano confeso, prolífico autor teatral además, que ha dejado las mejores y más interesantes obras que se han escrito en esta región en los últimos lustros. Actor de voz carismática, como las de los más grandes de antes, Jorge Moreno se convirtió en uno de los protagonistas de la velada por la fuerza dramática que imprimió a un texto que los Reyes y parte del público entendieron muy pero que muy bien en el actual contexto político español. Qué casualidad lo común de la historia de Iván el terrible con lo que está sucediendo ahora en Cataluña. Y todo esto con el Auditorio a medio gas, debido a la aplicación de unas medidas de seguridad que han obligado a cerrar en esta edición la sala polivalente. Está siendo polémica la situación por el momento elegido para denunciar las deficiencias de seguridad y por las discutibles informaciones que se están encontrando en algunos informes. Si el edificio no es seguro que se mejore cuanto antes, porque es fundamental para la cultura musical de Oviedo.

   Ortega no ofreció magia en su versión. Fue una buena versión de la obra, llevada diligentemente y con mano precisa por el director español, que supo resolver los problemas de la partitura y sus inflexiones con naturalidad, aplomo y un sentido musical equilibrado y certero, que no renunció además a ciertos detalles expresivos, en el trabajo con el coro, por ejemplo. 

   No pedir más, no obstante, en un evento de estas características, nos parece poco, pues la cita se presta a ser muy exigente y deslumbrar, y la versión estuvo bien, pero no deslumbró. Como tampoco lo hizo el coro. Venimos llamando la atención durante años sobre la necesidad de mejorar su calidad. Para ser tantas voces el volumen debería haber sido mucho mayor en los momentos más enfáticos, y más refinadas en detalles puntuales que nos parecieron un tanto descuidados: entradas de afinación dubitativa, agudos un tanto crispados en tenores y sopranos… El coro tiene potencial y un amor por el trabajo admirable, no siendo profesional además, pero sería bueno plantear una política artística que afrontase su situación antes de que las limitaciones corales del conjunto se vuelvan demasiado evidentes, lo que no daría buena imagen a la entidad.

   Las participaciones de los cantantes en esta obra son cortas y deben ser certeras. María Luisa Corbacho y Alfredo García estuvieron a la altura, ella con un sonido cuidado, de gran cuerpo y presencia, rumoroso, apropiado a la estética de esta partitura especial. Por su parte García resultó apasionado y generoso en su interpretación, en momentos difíciles para la voz, que debe enfrentarse a una gran masa sonora. Fue atractiva la participación de ambos.

   El Himno de Asturias se dirigió demasiado lento al final del acto. Siendo tan importantes los himnos deberían ensayarse más para evitar desajustes y dar como fruto un tono general más trabajado. Conseguir que orquesta y cantantes (y público) interpreten bien el Himno cuando se hace bastante más lento de lo habitual no es tarea facíl aunque se cuente con buenos profesionales.

   Y que todavía haya gente que no sepa para qué sirve un director…

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