- ¿Cómo y cuándo empieza a estudiar canto?
-Como muchos niños, yo empecé a estudiar solfeo a la edad de diez años, cuando existía el grado medio y el plan del 66. A los dieciocho vi que tenía aptitudes para el canto e ingresé en la Sociedad Coral de Bilbao. Me gustaba y me sentía cómodo en la agrupación y además veía que tenía voz. Era un niño tenor muy chillón. Con veinticinco años tuve la suerte de que salió una especie de Escuela de Canto, en la cual ingresé y empecé a tomar clases con Almudena Ortega, con quien aprendí los primeros conceptos básicos en cuanto a técnica vocal se refiere. Durante mis comienzos me ofrecieron los primeros solos como fueron el Aita Gurea del Padre Madina y la Misa de Gloria de Puccini, que interpreté en el Auditorio Nacional, aquí en Madrid, y en Bilbao. Ahí es cuando me di cuenta de que el canto requería estudio.
- Antes de comenzar, ¿era aficionado a la música?
- Tengo un vago recuerdo de haber ido a la zarzuela de pequeño con mi madre y mi tía. A mi me gustaba mucho Pavarotti, pero en mi casa nunca ha habido una fuerte afición a la música, ni nadie que se dedicara profesionalmente a ello, y eso que en Bilbao hay una gran tradición por las voces y el canto.
- ¿Cómo califica su voz y qué repertorio consideras que se adecúa a sus características vocales?
- Yo soy un lírico ligero, aunque he desarrollado una carrera como tenor característico. No he explotado mi lado de tenor protagonista. Es verdad que ahora voy a hacer el Jorge de Marina y anteriormente he tenido ocasión de hacer algún otro. Abarco todo tipo de repertorio. No me centro en belcanto (Donizetti, Bellini, Rossini) exclusivamente. Soy un obrero. Si mañana tengo que cantar Spoletta, Goro o Pong , lo hago, tengo que trabajar. No soy ninguna futura ni joven promesa, simplemente un cantante que trabaja con mucha humildad, procurando realizar una labor lo más cercana posible al papel al mismo tiempo que procuro conectar con el púbico. Muchos me dicen que explore con Wagner y me prepare el Mime o el David de Maestros Cantores. Todavía tengo tiempo para ello, no me voy a meter tan rápido con el alemán. Como lírico ligero puedo hacer La fille du régiment, Don Pasquale, algún Rossini, o L'Elisir d'amore, como he hecho recientemente. De todas formas mi trayectoria y lo que me ha dado trabajo hasta la fecha han sido los roles de comprimario, de los cuales he salido siempre bien parado.
- ¿Le han ofrecido o se ha planteado salir al extranjero a los llamados teatros de repertorio?
- Estamos en ello. Uno de los pequeños trampolines ha sido Ámsterdam, donde acabo de hacer el Pescador de Guillaume Tell. Ha sido un exitazo, tanto a nivel de conjunto como a nivel personal, como así lo reflejó el público y la crítica. Próximamente hay algún proyecto en Toulouse, donde tengo firmado Pagliacci (Beppe) y Turandot. Es un teatro en el que han apostado por mi al igual que en Ámsterdam, donde creo que he dejado la puerta abierta. Hay otros teatros donde he dejado un buen sabor de boca y estaría encantado de volver. Es verdad que el futuro de la lírica es difícil, sobre todo en España. Realmente solo hay tres o cuatro teatros que tienen medios para hacer programaciones dignas. No invito a hacer las Américas, pero si a buscar fuera de España, porque el cantante aquí puede pasar hambre y sumarse a las colas del paro.
- Debutó como Nemorino en los repartos alternativos de Oviedo y Bilbao, ¿le parece una buena iniciativa para dar a conocer a otros artistas?
- Me parece estupendo. Tanto Oviedo como Bilbao son pioneros en este sentido. Si es verdad que en el Liceu anteriormente hubo un operastudio en el cual hacían funciones especiales. Quizá habría que integrar a estos cantantes en repartos alternativos, con un público más neófito. No estaría mal que en Barcelona, Madrid o Valencia hicieran alguna función fuera de abono para dar cabida a ello. Ayudarían a dar a conocer a otros artistas. Hay que apostar por los cantantes españoles. Creo que podemos ofrecer un nivel altísimo. En otros países el Estado subvenciona a los teatros a cambio de que ciertos papeles los interpreten cantantes nacionales. Aquí el gobierno central suelta el dinero, pero no repercute en ello, en la oportunidad del artista. Hay voces jóvenes muy buenas que pueden suplir con creces algunos papeles.
- También hace su primera incursión en el personaje del Duca di Mantova en Coruña, ¿de qué manera enfoca este papel y qué modelos toma de referencia?
- Confieso ser tremendamente krausista, por lo que mi referencia siempre fue el maestro. Sabía dosificarse muy bien en ese sentido, era un cantante inteligentísimo. Cuando empiezas a estudiar Rigoletto a piano es diferente a cuando tienes a 60 músicos tocando al mismo tiempo y tu voz tiene que traspasar la orquesta sin problemas. Cuando me lo ofrecieron, me dije que a estas alturas de la vida no podía desperdiciar una oportunidad como esta. En estas situaciones no hay que dejar escapar el tren. Si no puedo con el papel tengo tiempo de renunciar. Lo estudié y vi que me iba bien, siempre dentro de sus dificultades. Es un papel que está estructurado en tres partes. Hay un primer acto con el "Questa o quella" y el dúo con Gilda, un segundo con el "Parmi veder le lagrime" y la cabaletta posterior y luego viene un tercero en el que básicamente está "la donna è mobile" y el cuarteto. Es lo más matador porque llegas con la reserva. Llenar un espacio tan grande con una voz de mis características y con una orquesta que suena bastante, es complicado, sobre todo si la batuta no te ayuda. Yo tuve la suerte de contar con la gran experiencia del maestro Gomez Martinez, el cual me ayudó muchísimo a la hora de debutar el rol, si bien es cierto que nunca he tenido problemas con las acústicas. Lo afronté con todo el cariño y el respeto que se merece la figura de Kraus. Poniendo siempre mi propio sello, pero aprendiendo de los grandes.
- En el año 2011 recibe el Premio Lírico del Teatro Campoamor como mejor intérprete de zarzuela.
- Nunca me esperaba este galardón. Sabía de la existencia de estos premios, pero no me veía de candidato. Cuando me enteré del procedimiento, me gustó la idea y fue muy bienvenido. Fue un reconocimiento que impulsó a que me contratasen para esta Marina. En estos momentos nos encontramos los dos últimos premios Líricos al mejor intérprete de Zarzuela trabajando en la Marina, Ángel Ódena y yo, que en mi caso hago mi debut oficial en este teatro.
- ¿Qué zarzuela está entre sus preferidas?
- Para mi la zarzuela perfecta es El Caserío de Guridi. Es una obra que no se representa en Madrid desde hace muchísimos años. Tiene una gran belleza musical. En la ultima version que interpreté (una producción del Teatro Arriaga) se acortó bastante el libreto original y se abreviaron los papeles cómicos. La música prácticamente era la misma, pero duraba 1h y 35 minutos con los textos incluidos. Si nos acogíamos a la versión tradicional se podía plantar en tres horas. Hay que darle nuevos aires al género como hizo Emilio Sagi con la Katiuska. Redujo sus textos y gustó muchísimo, sobre todo al público nuevo. Al público tradicional que se sabe los textos, los chistes y las morcillas, no tanto. Estamos en una época en la que hay que acercar el género al público joven y si llevo a alguien a ver un espectáculo largo con el chiste fácil y la típica producción que no le aporta nada, se aburrirá. Tiene que haber dinamismo.
- Últimamente tenemos varios cantantes vascos en claro ascenso, ¿cómo valora el nivel vocal actual en Euskadi?
- Andeka Gorrotxategi es un compañero poseedor de una grandísima voz. Solo es cuestión de tiempo que, yendo por el buen camino, haga una prometedora carrera, como está empezando a hacer en Italia. Arteta ya está consolidada. Si metemos a gente de navarra, José Luis Sola lleva sus añitos haciendo cosas. Me han hablado muy bien de la soprano Elena Sancho. Naroa Intxausti creo que está en Berlín. En Dresde está Vanessa Goikoetxea. Luego en Bilbao tengo amigos como José Manuel Díaz, Marta Ubieta, Nuria Orbea o Itziar de Unda.
- ¿Qué compromisos tiene después de Madrid?
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