Un reportaje de Agustín Achúcarro
La Orquesta Sinfónica de Castilla y León a partir del jueves 7, en cuatro días consecutivos, inaugura el ciclo Invierno de su temporada, que adelanta el horario del inicio de sus conciertos a las 19:30h. Un total de seis programas en los que se aumenta la plantilla orquestal para que, contando con todo sus músicos, se puedan abordar obras de mayor envergadura. Algo que ha llevado a aumentar provisionalmente el escenario del Auditorio de Valladolid para dar cabida a ese repertorio, con el fin de cumplir con las distancias de seguridad.
2021 comienza para la OSCyL con un programa de música francesa, que incluye Mi madre oca de Ravel, el Concierto para flauta y orquesta de Ibert y la Sinfonía en do mayor de Bizet, bajo la dirección de Michel Plasson, una leyenda viva, de inmensa sensibilidad musical. Y en este su estreno de año, la orquesta cuenta como solista de la obra de Ibert con la figura de la flautista Clara Andrada, instrumentista de gran valía, muy ligada a la OSCyL. «Una ya tiene mayor experiencia debido a lo que ha vivido y este concierto es un buen ejemplo de lo que digo, pues lo toqué con la Sinfónica de Castilla y León en 2004 y luego me fui de gira con ellos a Colombia en 2006. Así que ahora volver a interpretarlo, con mucha de la gente con la que lo había tocado anteriormente, hace que me sienta un poquito mayor al tiempo que satisfecha al comprobar que sigo aprendiendo», valora la flautista.
Curiosamente Andrada ha grabado recientemente el concierto de Ibert con la Sinfónica de la Radio de Fráncfort (junto al Concierto para flauta FS 119 de Nielsen y el Concierto nº1, op. 45 para cuerda de Arnold, en el sello ONDINE) contando en la dirección de las dos primeras obras mencionadas con Jaime Martín. «Claro que me influye el haberlo grabado, además es un concierto que yo estudié con Jaime (se recuerda aquí su faceta de flautista), lo que fue para mí un sueño, pues él era un profesor que sabía sacar lo mejor de cada alumno, no era el típico que hacía que todos sus alumnos tocaran igual, pues sabía inspirarnos, y en sus clases conseguía que aunque tuviéramos un concepto de la obra muy similar todos sonáramos diferente». «Yo he aprendido y crecido –reconoce Andrada-en relación a este concierto de Ibert con Jaime, y sus enseñanzas han sido maravillosas, pero a la vez muy flexibles, por lo que luego he podido experimentarlo sin problemas con otros directores».
Andrada ha tocado esta obra con la OSCyL cuando era director titular Alejandro Posada y ahora siente que «tiene la suerte de poder hacerlo con Michel Plasson». Sus impresiones tras el ensayo están llenas de entusiasmo. «Plasson le ha dado toques diferentes, y lo que surgía no era él ni yo, sino la comunicación que se ha creado, por lo que ha sido una experiencia muy especial».
La flautista expresa admiración ante el trabajo del director francés, una de las leyendas vivas de la música. «Le gusta buscar momentos especiales, la libertad en la música, lo cual no es nada fácil, en particular en el primer movimiento de la obra de Ibert, pero la última vez que la hemos ensayado daba la sensación de que la teníamos, y experimentar eso es algo maravilloso». Y todo esto para Andrada gracias a la disposición de la orquesta y la dirección de Plasson al que nota que «la escucha» y por tanto «la inspira». «Es un director tranquilo pero con mucha energía, que está abierto a mis ideas, que se encuentra maravillosamente (nacido en octubre de 1933), y posee tanta experiencia, ha dirigido el concierto de Ibert a muchos grandes como Rampal, que hace que interpretarlo sea algo muy especial».
Al tiempo que uno debe fijarse en cosas como las dinámicas, los colores o los tiempos, la flauta mantiene que la personalidad del músico es vital. «Soy partidaria de que el intérprete debe intentar ser lo más fiel posible a lo que el compositor quería escribir, pero a esto sumo el hecho de que cada uno tenemos una personalidad y una manera de vivir la música, y eso es lo que hace que las versiones que toquemos los diferentes intérpretes puedan variar».
Al margen de este concierto Clara Andrada se siente feliz de cómo se desarrolla su carrera musical. «Me encanta poder tocar con orquestas magnificas, de solista, seguir en mis dos maravillosas orquestas, siendo la flauta principal de la Orquesta Sinfónica de la Radio de Fráncfort y de la Orquesta de Cámara de Europa, y de vez en cuando interpretar música de cámara, con músicos a los que admiro, que son una referencia musical para mí y buenos amigos, así que vivo un momento muy dulce de mi carrera».
En referencia a su futuro Clara Andrada destaca lo siguiente: «Hay un proyecto que tengo en mente hace ya bastante tiempo con Alberto Rosado, pero queremos encontrar para él la situación idónea, que pasa por tocarlo antes de grabarlo, y me estoy refiriendo a un programa precioso de música contemporánea española y latinoamericana. Luego, por supuesto, estoy aprendiendo otros conciertos de solista, como los de Liebermann o Jolivet, para ampliar el repertorio». Y como ya apuntó planea dedicar tiempo a la música de cámara. «Para el verano próximo espero poder participar en una versión de cámara de Petrushka». Y además siente que «es un momento especial para la Sinfónica de la Radio de Fráncfort, pues estrena nuevo director titular, Alain Antinoglu», y sigue soñando con que mejore la pandemia y se vuelva a juntar la Orquesta de Cámara europea. Todo un futuro lleno de expectativas para una flautista que proclama llena de ilusión que «todavía le queda por tocar muchas, muchas cosas maravillosas».
Foto: Gisela Schenker
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