Por Giuliana Dal Piaz
Toronto. 15-XII-16. Koerner Hall Telus Centre for Performance and Learning. El Mesías, Haendel. Orquesta y Coro de la Tafelmusik Baroque Orchestra. Director musical: Ivars Taurins. Solistas: Amanda Forsythe - soprano, Kristina Szabó - mezzo-soprano, Colin Balzer - tenor, Tyler Duncan - barítono.
Según tradición, la Tafelmusik Baroque Orchestra concluye los conciertos del año en Diciembre con El Mesías, que George Frideric Haendel creó sobre el libreto de Charles Jennens en 1741. Fue inicialmente concebido para las Pascuas (la segunda parte del oratorio es dedicada a la Pasión de Cristo mientras que la tercera es un himno a la resurrección y a la redención de la humanidad), y las primeras ejecuciones fueron rechazadas casi como sacrílegas, pues se atrevían a utilizar fragmentos de la Biblia y del Evangelio para un evento profano. Cuando Haendel empezó a interpretar la obra en las iglesias, tuvo en cambio un enorme éxito y con el paso del tiempo se empezó a utilizar para la celebración del Adviento y de la Navidad, que sería en realidad sólo el tema de la primera parte.
Para esta ocasión, la orquesta añadió a su formación acostumbrada un par de violines, una viola y un chelo. Al clavecín se añade el órgano barroco, aparecen dos trompetas, que en un primer momento "se escuchan de lejos", según la inficación del mismo Haendel, y luego se integran físicamente a la orquesta, al lado de los timbales, para el grandioso Hallelujah y para el final del oratorio.
Si pensamos sin embargo que, después de formular la partitura inicial, en 1754 el mismo Haendel había empezado a ejecutar el oratorio con una formación de 14 violines, 6 violas, 3 chelos, 2 contrabajos, 4 óboes, 4 fagots, 2 cuernos, 2 trompetas y 2 tímpanos, parece evidente que la Tafelmusik habría requerido más instrumentos adicionales para alcanzar el mejor resultado posible. También el coro, que cuenta normalmente ventiun cantantes, sólo tenía dos voces adicionales y se notaba la falta de cuando menos más tenores ...
La dirección de coro y orquesta por Ivars Taurins fue como siempre cuidadosa y apasionata, notándose la gran labor preparatoria que él lleva a cabo con el coro, al cual durante el concierto Taurins sólo señalo la atmósfera general de los movimientos, mientras que la prestación vocal muestró una riqueza de detalles claramente estudiados con minucia durante los ensayos. Mis reservas, sin embargo, sobre la manera en que esta vez Taurins dirigió la orquesta: la energía y velocidad con la cual interpretó la partitura (y quizás la escasez de instrumentos) obligó las cuerdas a un ritmo que no obtuvo la expresividad del oratorio de Haendel: éste tiene profundos matices emotivos, desde la alegría a la esperanza, a la soledad del hombre y a la oscuridad del mal y la muerte, y finalmente a la gloria, con la victoria del espíritu sobre el cuerpo. Matices que no se perciben completamente en el ritmo veloz de los violines.
Tres solistas canadienses (tenor, mezzo-soprano y barítono) y la soprano estatounidense Amanda Forsythe alternaron sus voces al coro en la interpretación de versículos de la Biblia y pasos del Evangelio o de cartas de San Pablo. Su prestación no fue excelente: a la voz del barítono Tyler Duncan le falta fuerza y tampoco abarca todo el arco de notas esperado - ¡un bajo hubiera cumplido mejor con la tarea! La mezzo-soprano Szabó tiene una voz muy buena, pero poco poderosa y por ello fu fácilmente cubierta por la orquesta. Amanda Forsythe es una buena soprano lírico-ligera, con una voz muy ágil en las vocalizaciones y buena estabilidad vocal; muestra sin embargo una cierta tendencia a no concluir de manera apropiada algunos virtuosismos. El mejor solista fue indudablemente el tenor Colin Balzer, con una fuerza y coloratura vocales apropiadas.
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