Por Magda Ruggeri Marchetti
Bolonia. 11-X-2017. Teatro Comunale. Dirección musical: Marco Angius. Dirección escenica: Pamela Hunter. Maestro del coro: Mario Benotto. Vídeo y cámara: Dalibor Pys. Dirección de sonido: Francesco Canavese y Giovanni Magaglio. Iluminación: Daniele Naldi. Orquesta y Coro del Teatro Comunale de Bolonia.
“Bologna Modern Festival per le musiche contemporanee” (11-31 octubre) comienza con un interesante díptico que pone frente a frente dos óperas del mismo argumento, la primera compuesta en 1775 y la segunda en 1992. Se trata de una nueva producción del Teatro Comunale de Bolonia con Nimrod Opera Zurich. La historia de Medea, extranjera en una tierra desconocida con costumbres diferentes, es muy actual porque nos hace intuir la mezcla de sentimientos que deben experimentar los inmigrantes africanos que arrastran sus vidas por nuestras calles. Es muy interesante ver la misma historia escrita a dos siglos de distancia: Medea, abandonada por Jasón, por quien ha renunciado a su patria y a su familia, se venga matando a sus propios hijos para que el traidor conozca el sufrimiento y para no tener nada que le recuerde al hombre antes amado.
Los dos compositores son de gran interés: Georg Anton Benda sobresale en el panorama operístico de su tiempo por su profundidad dramática y su introspección psicológica, en especial por sus melólogos que funden música y teatro hablado. Mozart admiró su Medea y consideró de gran efecto la palabra recitada sobre el fondo musical. Una gran actriz, Salome Kammer, encarna con gran oficio a Medea. Intensa, magnífica, con la mirada cargada de odio, sufre y se mueve, casi siempre sola, por todo el escenario, debatiéndose entre el amor materno y la sed de venganza. Muy sugestivas las expresiones de su cara reflejada en el vídeo que muy acertadamente crea un fondo siempre cambiante. Su estupor, su angustia, se notan ya al principio cuando entra en el escenario y mira extrañada y temerosa a la ciudad desconocida que aparece en el vídeo. Su interpretación es una clase de gran teatro.
Pascal Dusapin, sin duda el más importante compositor vivo, ha creado un lenguaje que cuida en especial los timbres y las sonoridades del material y de la voz humana. Su Medeamaterial, sobre texto de Heiner Müller que profundiza el aspecto psicológico de la protagonista, es una verdadera ópera. Magnífica Piia Komsi, soprano de coloratura, con voz perfecta y de gran extensión, evoca lamentos, quejidos, llantos y gritos con refinado oficio. Medea contemporánea, con el pelo en cola de caballo, nerviosa, débil, en un primer momento muy deprimida, trama su venganza dialogando con Salome Kammer que le aparece en vídeo mostrándose sin duda una mujer más fuerte. Acompaña a la protagonista un cuarteto vocal (dos sopranos, Gabriella Costa y Sabina Martin, la mezzo Katarzyna Otczyk, y el contratenor Konstantin Derri) y un magnífico coro preparado por el maestro Mario Benotto.
Buena la interpretación del actor Paul Suter, en el papel de Jasón en ambas óperas, y correctos Ulduz Ashraf Gandomi, el aya, Federico Spitz y Anna Kehl, los hijos de Medea, presentes sólo en la primera ópera. Inmejorable la batuta del maestro Marco Angius que pasa con gran habilidad de la romántica partitura de Benda, acompañando con maestría la palabra de Salome Kammer, a la delirante música de Dusapin. Totalmente acertado el vestuario: el clásico peplo para la heroína de Benda y pantalón negro y jersey para la segunda. Perfecta la dirección de Pamela Hunter, que ha sabido enlazar las dos óperas obteniendo un óptimo espectáculo. Repetidos aplausos de parte de un público más joven de lo habitual, sin duda por el gran compromiso del director artístico, Nicola Sani, que persigue abrir el teatro a las nuevas generaciones.
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