La Voz de Asturias (Viernes, 22/10/10)
LA OSPA NO FUE A MISA
El Auditorio de Oviedo acogió el pasado jueves, 21 de octubre, a las 20:00 horas, el Concierto de Clausura de la XIX Semana de Cajastur, un evento organizado por la Fundación Príncipe de Asturias y la entidad financiera que, con el aliciente de la presencia de Sus Altezas Reales los Príncipes de Asturias, supone una atractiva antesala artística a la tradicional ceremonia de entrega de los premios. Desde su creación, la cita ha adquirido una gran trascendencia, gracias a una interesante selección de obras y artistas que, con más o menos acierto, siempre han sabido unir, a la espectacularidad de un programa en el que abunda el repertorio sinfónico-coral, un alto nivel interpretativo que ha dejado grandes momentos para el aficionado. Todavía se recuerda con admiración la gran versión del "Réquiem" de Verdi ofrecida por Jesús López Cobos, o la extraordinaria lectura de la "Sinfonía nº 2" de Mahler, realizada por Gustavo Dudamel al frente de la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar. Desde 1992, han participado en este concierto directores como Vladimir Spivakov, que el primer año se puso al frente de los Virtuosos de Moscú para dirigir la "Sinfonía nº 5" y la "Misa en sol mayor" de Schubert; Enrique García Asensio dirigió en 2004 los "Carmina Burana" de Orff, sustituyendo "in extremis" a Rafael Frübeck de Burgos, que había sufrido un accidente de tráfico; o el italiano Alberto Zedda, que dirigió la "Sinfonía nº 2" de Mendelssohn. A los citados hay que añadir los nombres de Giuliano Carrella, Yuri Nasushkin y José Esteban García Miranda. Además de las 15 participaciones del Coro de la Fundación, la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias ha tocado 11 veces. Pero si hay un director que ha marcado la diferencia con el resto en cuanto a récord de asistencia, ése ha sido Maximiano Valdés. En siete ocasiones se ha subido el maestro a la tarima para dirigir obras como "La vida breve" de Falla, "Alexander Nevsky" de Prokofiev, "Oda a Santa Cecilia" de Haendel, la "Sinfonía en re menor" de Franck, el "Réquiem" de Fauré, la "Novena Sinfonía" de Beethoven y, en la presente edición, la célebre "Obertura" de "Los maestros cantores de Núremberg" de Wagner y la "Misa Nelson" de Haydn. Por desgracia, el concierto de anoche pasará a la historia con más pena que gloria. La velada dio comienzo con el Himno Nacional de España, en versión tan reducida que casi no dio tiempo a levantarse para mostrar el debido respeto. Hay aspectos importantes a los que merece la pena prestar más atención y, por descontado, una mejor interpretación musical. La "Obertura" de Wagner arrancó con precipitación, cuando los fotógrafos de los distintos medios todavía estaban haciendo su trabajo. Fue un pequeño defecto de forma, sin importancia si lo comparamos con la decepcionante versión musical que Max Valdés obtuvo de la obra. La orquesta y el propio director parecían un tanto indolentes ante una composición bellísima, de extraordinario carácter, que se limitaron a tocar como por compromiso. Fue una versión de apariencias, de gestos insuficientes y facilones, que delató una falta de entendimiento y compromiso artístico entre director y orquesta preocupantes. El resultado fue una interpretación desajustada y poco exigente con la sonoridad de la composición. Todos esto se hizo extensible a la "Misa Nelson" de Haydn, en la que Valdés participó más como un hábil y elegante concertador, que con la maestría que debe demostrar alguien de su trayectoria y talento. De entre los solistas, gustó el trabajo de Marco Vinco, un interesante bajo que interpretó con apreciable gusto su parte. Tampoco lo hizo mal Elena de la Merced, soprano de voz dulce que, aún sin terminar de conquistar con su trabajo, lo llevó a afecto con plenas garantías y con algunos detalles de calidad. Elisabeth von Magnus y Gustavo Peña estuvieron discretos. El Coro de la Fundación cantó con intención una partitura preciosa, de un exigente registro agudo que hizo pasar algún mal rato a las sopranos.
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