Por Óscar del Saz | @oskargs
Madrid. 3-IV-2017. Teatro de la Zarzuela. Centro Nacional de Difusión Musical (CNDM) - XXIII CICLO DE LIED, Recital 8. MAURO PETER (tenor),HELMUT DEUTSCH (piano). Obras de Schumann (1810-1856), Richard Strauss (1822-1905) y Franz Liszt (1811-1886).
De verdadera expectación puede calificarse la presencia del joven tenor Mauro Peter en esta nueva convocatoria del Ciclo de Lied que, gracias a la estrecha colaboración entre el Centro Nacional de Difusión Musical (CNDM) y el Teatro de la Zarzuela, goza desde hace ya varios años de un altísimo nivel en el panorama musical madrileño. Obviamente, lo apetecible del recital era conocer a dónde apunta el relevo generacional de los cantantes de Lied, personificado en este caso en un Mauro Peter de tan solo 30 años (debutante como liederista en 2012 y como cantante de ópera en 2013) y, por ende, si está asegurado el mantenimiento de un nivel tan alto y contrastado por la presencia en este Ciclo de figuras –por hablar sólo de este año- de la talla de Matthias Göerne, Christian Gerhaher, Violeta Urmana, Angelika Kirchschlager,etc. Desde luego, y como primer análisis, el repertorio seleccionado por Peter puede calificarse de ambicioso, diverso, complejo y para nada proclive al conformismo: todo lo contario a eso que se denomina como “programar para no arriesgar”.
El recital se abre con seis canciones de Robert Schumann (1810-1856) sobre poemas de Heinrich Heine. Creadores ambos artistas de una perfecta simbiosis de música y palabra, las cinco primeras canciones –por su carácter gozoso y descriptivo- permiten al cantante iniciar el recital con cierta “comodidad”mostrando su gran expresividad y musicalidad debido al registro central de las mismas, con un dominio muy apreciable e innato del canto legatopor mor de un control del fiato depurado. Destaca sobremanera la intencionalidad del tenor en los subrayados del texto, dando a cada frase su peso expresivo cuando se trata de destacar la belleza del rostro de la amada o el brillo emocional de su amor por ella. Distinta es la forma que ha de afrontar el carácter de la última, Belsatzar, en la que el cantante tiene que emplearse más a fondo en la narrativa de la historia que cuenta el asesinato del rey de Babilonia (por ofender a Jehová). En ella,el artista describe y diferencia muy adecuadamente el ambiente festivo de los banquetes del rey y el fatídico momento en el que la angustia inunda –por lo desmedido de su afrenta- al blasfemo: teme que puede ser fulminado, y así se confirma el hecho asesinado por los suyos.
Por cierto. Aplaudimos fervorosamente que en este Ciclo de Lied el Teatro de la Zarzuela por fin se haya decidido a proyectar en pantalla los textos que se van cantando y su traducción en tiempo real en castellano.
En las siguientes canciones (con textos de Hans Christian Andersen), a destacar la ductilidad del artista para reflejar también en el rostro -y no sólo en la voz-, casi como un actor de monólogos, las distintas sensibilidades presentes en las mismas: de lo costumbrista y bello (Violetas de marzo) a lo trágico y estremecedor (El sueño de la madre y El soldado). Por obvio no debemos dejar de comentar que en Schumann es imprescindible el instrumento acompañante. EsHelmut Deutsch un especialista, impagable en este repertorio, por lo que gran parte de los enteros del resultado conjunto se deben a su contribución.
El elevado número de lieder compuestos por Richard Strauss (1822-1905), aparte de su amplio catálogo sinfónico y operístico, evidencia también que se trata de un compositor que se siente especialmente dotado para la música descriptiva y dramática.Canciones sencillas (Schlichte Weisen) y Flores y muchachas (Mädchenblumen) son, además, canciones cuya música se pone al servicio del texto y demandan del cantante y del piano una fidelidad realista que comunica sentimientos francos e imita ciertos sonidosnaturales (como en Waserrose, donde el piano imita el ruido del agua). Verdad es que estas canciones, y Strauss en general, también exigen del cantante una mayor extensión y –llamémosle así- incomodidad en la tesitura. No es éste un problema para nuestro cantante, que posee una eficaz voz de tenor lírico-ligero, dotada de natura. Si bien no es una voz de belleza arrebatadora, posee facilidades en el registro agudo, aunque durante todo el recital pudimos percibir algunas emisiones retrasadas sobre todo en las notas por encima del pasaje.
Para terminar, el recital transita hacia una parte del universo del austro-húngaroFranz Liszt (1811-1886) y sus no demasiado frecuentadosTres Sonetos de Petrarca, fruto de la influencia de sus viajes por Italia. Confesamos haber rememorado con fruición en pleno recital al maestro Alfredo Kraus interpretando estas mismas obras (que están disponibles en disco, acompañadas por Edelmiro Arnaltes). Como se desprende de lo que acabamos de comentar, ya que el maestro canario nunca elegía su repertorio al azar, son canciones exigentes en la tesitura, donde el tenor tiene que poner en juego todos los resortes en relación al dominio de los pianos y medias voces, y manejar la exuberancia en los agudos. Magistral el acompañamiento de Helmut Deutsch; interpretar a Liszt no es para nada trivial. Muy trabajada la pronunciación italiana. Quizá echamos en falta en la versión de Mauro Peter una mayor introspección, recogimiento y fuerza interior comunicativa en los pianos. En la zona aguda y sobre aguda, como ya hemos comentado, quizá la voz deba evolucionar hacia la exploración de un mayor artificio técnico que refuerce sus envidiables condiciones de natura.
Muro Peter y Helmut Deutsch fueron aclamados por el público que abarrotaba el “coso” de la Calle de Jovellanos debiendo salir a saludar reiteradamente, por lo que ambos obsequiaron al respetable con tres propinas que Peter no anunció. Deseamos fervientemente que la agradable visita de este joven tenor liederista se repita de vez en cuando para que podamos contemplar la evolución del artista.
Compartir