Por Óscar del Saz | @oskargs
Madrid. 29-IV-2019. Teatro Real. Voces del Real. Obras de Franz Schubert (1797-1828) (selección de Lieder) y Piotr Ilich Chaikovski (1840-1893). Matthias Goerne (barítono), Carmerata Salzburg. Gregory Ahss, director y concertino.
Definimos como «Medios Conciertos» aquellos conciertos que se programan por mitades (primera parte y segunda parte) –hasta ahí todo normal-, pero que tienen la facultad de dejarnos hambrientos sobre el contenido de la parte en cuestión –una de ellas, o las dos-, habiendo deseado que el concierto tuviera a cada protagonista (el de la primera y/o el de la segunda) como protagonista de un solo concierto, reinando en ambas partes. Además, -ya lo saben- nos gusta asistir a conciertos donde podamos jugar a adivinar el hilo conductor o temática del concierto. No nos importa que esté escondida, que haya que averiguar muchas cosas hasta dar con la clave que une a todo el discurso del concierto, aunque en este caso fuera bastante obvia debido a la común unión de ambos compositores por el romanticismo.
En el caso del concierto que nos ocupa, la primera parte estuvo protagonizada por una de las figuras actuales más importantes en el mundo del Lied, Matthias Goerne (1967), que visita nuestro país frecuentementey, además, lo hace –al menos en Madrid- en sus salas más importantes (Teatro Real, Teatro de la Zarzuela [Ciclo de Lied] y Auditorio Nacional, interpretando ópera, Lied y oratorio). En esta ocasión, acompañado por la Camerata Salzburg, en una selección de Lied de Franz Schubert. En la segunda parte, se ofreció la Serenata para cuerda, op. 48 de Piotr Ilich Chaikovski, a cargo de la mencionada agrupación.
Es, por tanto, que no entendemos cómo se anuncia –no sabemos si como reclamo, pero sí dando lugara equívoco- un concierto denominado como VOCES DEL REAL –en mayúsculas, como lo vimos anunciado- con la fotografía y el nombre en letras grandes de MATTHIAS GOERNE, y en letras mucho más pequeñas el de Gregory Ahss, director y concertino de la Camerata Salzburg. La inconsistencia de anunciarlo así proviene, a nuestro entender, de que Matthias Goerne sólo cantó en la primera parte y –en cambio- la Camerata actuó en ambas partes (en la primera, acompañando al cantante y en la segunda en solitario, interpretando a Chaikovski).
Pero yendo a lo importante, el resultado final de la selección de los Lieder que pudimos disfrutar, combinada con la fantástica versatilidad y empaste de una camerata de veintiocho miembros perfectamente compensada entre la muy nutrida cuerda y solistas de metal, viento-madera y viento-metal,entendemos que fue de muchos quilates.Y, por qué no decirlo, Matthias Goerne -aunque uno le haya escuchado muchísimo-, siempre sorprende. En cualquier caso, también visto, porque en su canto ya forman parte del escenario los vaivenes que imprime a todo su cuerpo para exhalar su canto. Como puntos de rotación de esos particulares vaivenes, utilizó esta vez dos: el atril y una silla alta que utilizó alguna que otra vez para dejarse llevar por las partes de orquesta en solitario.
Y sí, ciertamente la compenetración que normalmente Goerne consigue con sus acompañantes pianísticos se vio aquí incluso redoblada por el envolvimiento de la atmósfera general y del perfecto balance de sonido que Gregory Ahss fue capaz de solicitar a sus músicos desde su violín. Destacó en ese sentido la flotante Des Fischers Liebesglück [El amor de los pescadores por la felicidad], con esforzados agudos en falsete incluidos. En Dasheimweh [La nostalgia], la música está concebida como catarsis de la nostalgia misma. Ganymed [Ganímedes], con textos de Wofgang von Goethe, es una de las más famosas del catálogo de Schubert, que presenta varias secciones y dinámicas elaboradas, que Goerne delineó magistralmente. Abendstern [Estrella del atardecer], también es una de las más representativas del romanticismo, dada su querencia por el encanto de «los finales», «lo que acaba», como lo es el atardecer del día, que da paso a la noche.
La atmósfera que crea Goerne, esté acompañado por solo piano u orquesta de cámara, es absolutamente diferenciadora y de creación propia, compendio de complejidades sonoras -a petición de cada pieza-, de las que emanan un esforzado lirismo, fuerza interior, y todo aquello que se demanda en el repertorio más puramente romántico, quintaesencia de sentimientos a flor de piel mostrado por el texto en los personajes o situaciones:Una forma de interpretar el repertorio romántico que se identifica más con un cuento caleidoscópico y dramatizado que con interpretaciones planas, oscuras o atormentadas. Esto se puso de manifiesto, obviamente, en toda su intervención, pero lo hacemos notar incluso más en las dos últimas: Pilgerweise [Camino de peregrinos], y Alinde. En ellas, la música encuentra en la voz de Goerne toda una lección de control del fiato, afinación y belleza en el timbre en toda la extensión de su tesitura, explotando todas las posibilidades, a través de la riquísima variedad de los sonidos expresivos que es capaz de emitir, y que alcanzan directamente al escuchante –por si no fuera suficiente el propio Lied- como un metalenguaje que enriquece el relato y que anida en lo más profundo de nuestras almas, perdurando mucho tiempo después de finalizado el concierto.
La segunda parte tuvo como protagonista en solitario a la Camerata Salzburg, que desde 1952 alberga una dilatada historia de conciertos por toda Europa y ha colaborado con innumerables artistas. Su actual director y concertino, nacido en Moscú, Gregory Ahss, alternó estudios en su ciudad natal y en Israel, graduándose en el Conservatorio de Nueva Inglaterra de Boston. Debutó en 2004 con Claudio Abbado, con el que siguió colaborando repetidamente, así como con muchos otros artistas de talla internacional. La Serenata para cuerda, que cuenta con cuatro movimientos,se estrenó en San Petersburgo en 1881, de los cuales el más famoso -que se interpreta a veces en solitario- es el segundo (Valse: Moderato-Tempo di valse), que contrasta con la agitada introducción del Andante non troppo del primer movimiento, que Gregory Ahss energizó muy eficientemente, con una alta intensidad sonora de acordes con dobles cuerdas en violines y violas. El tercer y cuarto números se interpretaron fundidos en uno solo -Élégie: Larghetto elegiaco y Finale (Tema russo): Andante-Allegro con spirito-, plagados de dinámicas cambiantes y efectistas contrapuntos que mostraron muy a las claras la capacidad de esta camerata para afrontar con solvencia los repertorios que necesitan de una nutrida composición de efectivos en la cuerda. Nos gustaron mucho las secciones de contrabajos y violas, así como la disciplina y buen empaste de los violines primeros, que supieron cerrar con propiedad el círculo de la obra enlazando la coda final con el energizante y comentado comienzo.
Foto: Javier del Real / Teatro Real
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