El pianista Martín García y el violinista Javier Comesaña debutan con la Orquesta Nacional de España bajo la dirección de David Afkham
Una cuestión de focos
Por David Santana | @DSantanaHL
Madrid. 24-II-2022. Auditorio Nacional de Madrid. Orquesta Nacional de España, David Afkham, director; Martín García, piano y Javier Comesaña, violín. Menuet antique de M. Ravel, Concierto para piano y orquesta, n.º 2 de F. Chopin, Concierto para violín y orquesta, n.º 1 de S. Prokófiev y La mer de C. Debussy.
Celebrar un concierto dedicado a presentar el joven talento patrio en nuestro Auditorio Nacional con nuestra también Orquesta Nacional es una propuesta excelente y digna de alabar, no obstante, resultó curioso como poco el formato escogido por la ONE para dicho concierto.
La propuesta daba música para aproximadamente hora y media que, con las propinas, los aplausos y el descanso se prolongó hasta las dos horas y cuarto. ¿Mereció la pena? Puedo afirmar que sí, los que nos quedamos hasta el final pudimos disfrutar de un La mer repleto de energía y sonido que Afkham supo dirigir de manera excelente, pero, ¿no deberían haber sido los protagonistas de la noche Martín García y Javier Comesaña?
Es cierto que un concierto con dos solistas no es lo más habitual y plantea ciertas dificultades a la programación, pero el presentar talento joven también podría haber sido la excusa para romper con este formato de concierto y explorar otros nuevos. Entre el público había bastantes jóvenes que, estoy seguro, no criticarían tanto el arriesgarse con nuevos formatos como el mantener formalismos difícilmente justificables.
Con todo ello, y a pesar de que los solistas se quedaron con ganas de mostrar más del arte que saben hacer –como prueba de ello las dos propinas de Liszt que nos brindó Martín García tras su concierto entre sonoras ovaciones del público–, pudimos apreciar el talento de nuestros jóvenes. García destacó en el Concierto para piano y orquesta n.º 2 de Chopin por su claridad en los rápidos pasajes del Allegro vivace resolviendo cada uno de los adornos con gran sutileza, así como por la musicalidad que supo dar a la obra gracias a un excelente manejo de la dirección melódica y un uso inteligente de las dinámicas, lo que le permitió aprovechar toda la carga emocional del Larghetto. Afkham supo en este segundo movimiento hacer que la orquesta encajase mejor con el piano, ya que en el Maestoso la orquesta estuvo poco ágil, especialmente en el arranque de la sección de viento madera.
En cuanto a Comesaña, solo le faltó para alcanzar la perfección mostrar algo más de peso en el Andantino. Por lo demás, en el Scherzo hizo gala de un envidiable sentido del ritmo permitiéndose pequeños rubatos completamente justificados con el sentido musical que dio a este imponente concierto. El violinista sevillano demostró no solo conocer bien la obra, sino también tener un enorme sentido de la musicalidad. Una musicalidad a la que la orquesta supo adaptarse muy bien empujando las líneas del violinista en una misma dirección y logrando así imprimir a la ejecución un absoluto sentido de unidad. En el movimiento final Comesaña demostró una intensidad poco habitual en un joven de veintidós años que se materializó en un fraseo casi metafísico, balanceándose entre los sentimientos más melancólicos y la ironía característica de la música de Prokófiev. Confirmó esta madurez musical con una propina bien elegida: la «Zarabanda» de la Partita n.º 1 de Bach, una muestra ya no solo de talento, sino también de moderación y conocimiento de las formas del concierto.
Tras esto, volvimos a la orquesta. No obstante, como mencionaba al comienzo, mereció la pena quedarse para escuchar a Afkham dirigir con la misma direccionalidad de la que ha hecho gala con el repertorio romántico centroeuropeo una de las piezas cumbre del impresionismo francés. Pudimos escuchar explosiones de sonido en los puntos climáticos apoyadas en una excelente base de la cuerda grave, sin dejar por ello de apreciar cada mínimo detalle tímbrico en los que esta partitura hace énfasis.
Como digo, se dejó disfrutar y fue disfrutado, pero insisto en la necesidad de explorar nuevos formatos que ayuden a poner el foco en lo que realmente queremos mostrar al público.
Fotos: Facebook OCNE
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