Crítica del concierto de Martijn Dendievel en Bolonia, con obras de Mahler y Bruckner al frente de la Orquesta del Teatro Comunale de Bolonia
La sublimación de los lieder
Por Magda Ruggeri Marchetti
Bolonia, 19-IX-2024. Auditorium Manzoni. Temporada sinfónica del Teatro Comunale. Lieder de «Des Knaben Wunderhorn» de Gustav Mahler. Sinfonía en Mi mayor n.7 WAB 107 (Cahis 13) de Anton Bruckner. Orquesta del Teatro Comunale de Bolonia. Tenor: Ian Bostridge. Director: Martijn Dendievel.
Martijn Dendievel es un joven belga, nacido en 1995 en una familia de músicos y toca el violín, el violonchelo, la flauta y el piano, dedicándose después a la dirección con su primera experiencia a los once años al frente de una pequeña orquesta de su país. Posteriormente ha seguido varias masterclass de dirección y en dicienbre de 2019 ha debutado en el Concertgebouw Amsterdam con la Flanders Symphony Orchestra. Ha ganado el German Conductor’s Award de 2001 y ha sido premiado en la Donatella Flick Competition. Actualmente es Associate Conductor de la Symfonieorkest Vlaanderen
El concierto inició con un Lieder de «Des Knaben Wunderhorn» para voz y orquesta. Se trata de un texto de poesías y cantos populares, publicado entre 1805 y 1808 por Clemens Brentano y Achim von Arnim que hablan de amor, guerra y viajes. En alemania era un libro muy conocido, que Mahler vió y apreció grandemente decidiendo poner en música muchos cantos, de los que algunos aparecen también en la Tercera y Cuarta sinfonías. El compositor reconoció en ellos sobre todo la convivencia de los temas del drama, el popular y el de la religiosidad. Como liederista Mahler deriva de la tradición romántica alemana de Schubert y Schumann. Al canto, tratado a la manera popular, sometió un acompañamiento compuesto para la orquestación de gran vivacidad, afrontando esta empresa con extraordinario refinamiento y perfecta técnica. La sensibilidad con que Mahler confía al canto sentimientos complejos de la terrible condición humana es asombrosa.
El gran tenor ingles Ian Bostridge eligió cantar cinco lieder de la célebre colección para voz y orquesta, propuestos en el arreglo de Klaus Simon. El tenor ha cantado de memoria con total dominio del texto y de la música, con voz sonora y cálida expresividad. Puede jactarse de haber cantado en los mayores teatros de ópera de todo el mundo y de haber colaborado con famosas orquestas como los Berliner Philharmoniker, la Chicago Symphony Orchestra y otras. Su álbum Warner «Shakespeare songs», grabado con Antonio Pappano, se adjudicó un Grammy Award. En 2004 ha sido distinguido con la Orden del Imperio Británico. Al final de los cinco lieder el público estalló en repetidos aplausos y ovaciones, pero sin conseguir un bis.
En la segunda parte de la velada Dendievel propuso la Séptima sinfonía de Bruckner, estrenada el 30 de diciembre de 1884 en la Neues Gewandhaus Grosser Saal de Leipzig con gran éxito de público y crítica, éxito que repitió poco después en Munich y en Viena. En la sinfonía encontramos melodía y lirismo, pero también oposición entre arias armónicas y temas contrastantes. El inicio del primer movimiento Allegro moderato, es solemne, con dos temas: uno expuesto por las cuerdas y el otro por las trompas con continua alternancia de tensión y sosiego. La dirección de Dendievel se caracterizó por la perfecta resolución de los contrastes.
Destacó la sensualidad del Adagio, una de las cumbres del arte de Bruckner que Luchino Visconti escogió como banda sonora del filme «Senso», captando este lado sufriente que se disuelve en uno de los Adagio más largos y conmovedores del dieciocho sinfónico, una música che se yergue sólida y misteriosa. Bruckner estaba componiendo esta página cuando le llegó la noticia de la muerte de Wagner y se abandonó a una profunda tristeza. Este segundo movimiento comienza con un tema en dos partes, una sombría y la otra una melodía nostálgica confiada a las cuerdas. La elaboración va creciendo y culmina en un golpe de platos, contrastando con la magnífica Coda que le sigue con el canto luctuoso en el que resuenan ecos de la marcha fúnebre por la muerte de Sigfried. El compositor quiso añadirla «en memoria del inmortal y amadíasimo maestro».
El tercer movimiento Scherzo determinó una gran positividad debido en especial al impulso rítmico que le imprimió el director. Se notó el enlace con el tema del primer movimiento y Dendievel supo resolver el contraste entre los momentos rítmicos y los melódicos para llegar al grandioso Finale. Perfecto el trabajo de la Orchestra Sinfonica del Teatro Comunale, que supo seguir con precisión la batuta del director. El público estalló enn aplausos, vítores y ovaciones.
Foto: Andrea Ranzi
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