El triunfo de dos jóvenes talentos
Por Magda Ruggeri Marchetti
Bolonia. Auditorium Manzoni, 20-VI-2021. Temporada Sinfónica del Teatro Comunale. Concierto en re menor para violín y orquesta, op.47 de J. Sibelius. Solista Marc Bouchkov. Sinfonía n.1 en do menor para orquesta, op.68 de J. Brahms. Orquesta Filarmónica del Teatro Comunale de Bolonia. Directora: Marta Gardolińska.
El concierto de clausura de la Primavera Sinfonica se ha confiado a la Orquesta Filarmónica dirigida por Marta Gardolińska, joven músico polaca que se había estrenado en 2019 con la Los Ángeles Philarmonic como Dudamel Fellow. En la temporada 2021-2022 será Director musical de la Ópera Nacional de Lorena. En esta ocasión Gardolińska ha propuesto el concierto para violín y orquesta de Sibelius que, compuesto en 1904, revisado y ejecutado en Berlín en 1905, se considera uno de los conciertos de violín más interesantes del siglo. La partitura posee una atmósfera nórdica con una escritura violinística de gran dificultad, que el joven Marc Bouchkov ha superado con desenvoltura. En efecto, se considera a este músico belga de origen ruso uno de los más virtuosos de su generación, que se ha exhibido ya con las principales orquestas y directores europeos. Vástago de una familia de violinistas, es profesor del Conservatorio Real de Lieja y de la International Music Academy de Liechtenstein. En esta velada hemos admirado también su dominio técnico de la partitura, su expresividad y su sofisticada interpretación, que ha entusiasmado a un público que le ha aplaudido y ovacionado repetidamente teniéndole que conceder dos bises.
En este concierto el violín comienza como solista, inmediatamente acompañado por las cuerdas, ofreciendo una dulce melodía que se hace gradualmente más intensa y rica. Tras una breve intervención de toda la orquesta en el Adagio di molto se notan los clarinetes con una nueva melodía que da paso al violín solista seguido de la potencia de los metales y timbales. En toda la interpretación Bouchkov ha mostrado su extraordinaria capacidad y virtuosismo.
En la segunda parte Marta Gardolińska ha dirigido la Sinfonía n.1 de Brahms demostrando su pulso seguro, sensibilidad interpretativa, refinamiento y claridad expositiva. La composición de esta obra fue larga y atormentada: comenzada en 1862, retomada en el verano de 1874, terminada en septiembre de 1876 y todavía retocada hasta pocos días antes del estreno en diciembre de ese año. La crítica la acogió triunfalmente subrayando la continuidad con el último estilo de Beethoven. Sin duda Brahms es un hábil seguidor de la tradición sinfónica, pero ha sabido renovarla con su creativa diversidad.
Articulada en los cuatro clásicos movimientos, comienza de manera grandiosa, pero sobre todo en la parte central es evidente la diferencia con el estilo del compositor renano. En particular en el tercer movimiento (Un poco allegretto e grazioso) el clarinete confiere una serenidad idílica coadyuvado por los fagot, trompas y violonchelos en reiterado pizzicato. El majestuoso final enlaza con la introducción. La orquesta y la directora dieron lo mejor de sí mismas para conseguir una versión profunda y emotiva.
El público los premió con varios minutos de aplausos, haciendo que la directora tuviera que salir cuatro veces a corresponder con sus saludos.
Foto: Andrea Ranzi
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