CODALARIO, la Revista de Música Clásica
Está viendo:

Crítica: Marin Alsop y la Orquesta Sinfónica de la Radio Austriaca en la Konzerthaus de Viena

  • Comparte en Facebook
  • Comparte en Twitter
  • txcomparte_whatsapp
Autor: Pedro J. Lapeña Rey
31 de octubre de 2022

Marin Alsop y la Orquesta Sinfónica de la Radio Austriaca [ORF] ofrecen un concierto en la temporada de la Konzerthaus de Viena

Marin Alsop

Redescubriendo otras musicas del S.XX

Por Pedro J. Lapeña Rey
Viena, 22-X-2022. Konzerthaus. ORF Radio-Symphonieorchester Wien. Baltimore Choral Arts Society. Jean Rondeau (Clavicembalo). Directora musical: Marin Alsop. Suite de concierto nº 2 de “El príncipe de madera” de Bela Bartok. Concierto "campestre" para clavecín y orquesta de Francis Poulenc. Salmos de Chichester de Leonard Bernstein.  “Make our garden grow” de Candide de Leonard Bernstein.

   Al terminar la interpretación del Concierto campestre para clavecín y orquesta de Francis Poulenc, el joven clavecinista francés Jean Rondeau, que en los albores de su treintena se está convirtiendo en uno los líderes de su generación, se dirigió al público para agradecernos el haber asistido a un concierto que «es prácticamente desconocido para todos ustedes. De hecho, creo que pocos lo habrán oído siquiera en disco». Y es que, aunque parezca mentira, es la primera vez que se interpretaba esta obra en el Konzerthaus de Viena, 95 años después de su estreno en París con Wanda Landowska al clave y la dirección de Pierre Monteaux.

  El comentario del Sr. Rondeau se puede hacer extensivo a casi todo el programa que nos propuso Marin Alsop y la Orquesta Sinfónica de la Radio austriaca, la ORF, en su primer concierto de abono de la temporada. Obras de músicos de renombre del S.XX que se han interpretado poco o nada en la ciudad musical por excelencia. Si la obra de Poulenc no se había hecho hasta este sábado, solo en 4 ocasiones se había dado la Suite de El príncipe de madera de Bartok, y en 5 los Salmos de Chichester de Leonard Bernstein.  

   El Concierto campestre de Poulenc debe mucho a la figura de Don Manuel de Falla. En 1923, el gaditano era ya una figura consagrada. Poulenc asiste el 23 de junio al estreno parisino de El retablo de Maese Pedro, donde Wanda Landowska toca la importante parte del clave. En años posteriores, la polaca es la dedicataria tanto del Concierto para clavecín y cinco instrumentos del gaditano, como de la obra de Poulenc. 

   Jean Rondeau demostró lo importante de creer en una obra. En la fastuosa entrada inicial dialoga como puede con los vientos, y resalta las disonancias del francés. El sonido del clave es limitado y no lo tiene fácil frente a una orquesta sinfónica, por mucho que la cuerda de ésta se redujese a una formación 12/10/8/6/4. Aun así, el Sr. Rondeau se las arregló para sobresalir en momentos como la presentación del tema principal o es la sección más trágica. Sin embargo, fue en la Siciliana del Andante donde su canto fue más hondo y preciso, y en el Presto final donde elevó su nivel de virtuosismo. Tras la breve alocución mencionada anteriormente, ofreció fuera de programa la brillante pieza de Francois Couperin Les Barricades mystérieuses

   El concierto había comenzado con la Suite de concierto nº 2 de El príncipe de madera de Bela Bartok. El húngaro compone el ballet, terminado en 1917, entre su ópera El castillo de Barba Azul y el ballet pantomima El mandarín maravilloso. En él, hayamos retazos del post romanticismo de esos años y claros indicios del expresionismo casi violento al que llegará en El mandarín. La suite es de 1932, cuatro años posterior al Concierto campestre.

   Si el acompañamiento de Marin Alsop y la orquesta en la obra de Poulenc puede calificarse de correcto -ni dio ni quitó nada al solista-, tampoco sobresalió en la de Bartok. La rítmica fue apreciable pero el colorido fue de trazo bastante grueso. Destacaron la percusión y las maderas en ambas -precisa y contundente- pero los metales no tuvieron su mejor día, y a las cuerdas les faltó agilidad e intensidad. 

   La segunda parte estuvo destinada a la música de Leonard Bernstein, y aquí las cosas mejoraron de manera evidente. En parte porque la Sra. Alsop se sintió como en su casa dirigiendo la obra de su maestro, y en parte también por la presencia en el escenario del Baltimore Choral Arts Society. Los de Baltimore están de gira por Europa y han trabajado con asiduidad con Marin Alsop durante los catorce años que ésta ha estado al frente de la Orquesta Sinfónica de Baltimore. 

 En los Salmos de Chichester, Bernstein enaltece la bondad de la vida y la misericordia eterna. Utiliza textos de 5 salmos del Libro del mismo nombre, en los que canta a Dios, al amor y a la fraternidad entre los pueblos. La sonoridad es muy especial, con un predominio total de las cuerdas, la ausencia de maderas y trompas, bastante percusión y un coro completo.

   El dominio de la obra que exhibió la Sra. Alsop fue absoluto, y la conexión con el Coro fue evidente desde el principio, con las campanas disonantes y ellos cantando el Salmo 108. Las cuerdas se entonaron más aquí y parecieron otra cosa, y eso que ya estaban en formación completa (16/14/12/16/8). Alsop les exigió más flexibilidad y más intensidad y aquí sí se la dieron. Una descripción refinada del mismísimo Rey David en el segundo movimiento, el dramatismo del preludio del tercer movimiento, o el obsesivo Amén final fueron excelentes ejemplos de una gran versión. 

   Aprovechando la presencia del Coro de Baltimore, el concierto terminó con una versión sin solistas del famoso coral Make our garden grow con el que Leonard Bernstein concluye su ópera Candide. Los de Baltimore, muy bien apoyados por la orquesta, exhibieron clase y sonido en el apoteósico final, que concluyó entre los vítores y aplausos del público.

  • Comparte en Facebook
  • Comparte en Twitter
  • txcomparte_whatsapp

Compartir

<< volver

Búsqueda en los contenidos de la web

Buscador

Newsletter

Darse alta y baja en el boletín electrónico