Una entrevista de Inés Tartiere | @InesLFTartiere
María José Siri, debuta hoy en Valencia con el Don Carlo italiano, con un gran elenco encabezado por Plácido Domingo, Violeta Urmana, y dirigidos por el director valenciano Ramón Tebar. Sencilla, muy simpática y natural, se confiesa como una anti-diva, y aunque ya era una artista consagrada, la Madama Butterfly que abrió la temporada de la Scala de Milán el año pasado, la catapultó a la fama internacional, así como ganar el Oscar della lirica, premiando a la perseverancia y la ilusión, de quien nunca se dio por vencida, para lograr un sueño que parecía inaccesible.
¿Qué puede adelantarnos de este próximo Don Carlo en el teatro Les Arts de Velencia, de Marco Arturo Marelli?
Creo que va a encantar. Nos enviaron un vídeo a los solistas para que tuviéramos una idea de la producción, y no hacía justicia para nada al verdadero espectáculo que va a ser. La iluminación y los efectos, son impactantes. Es una superproducción, a la altura del grandísimo teatro que es Les Arts de Valencia, y del público, que esperan una gran apertura de la temporada.
¿Es una producción clásica o moderna?
Combina lo clásico con lo moderno. La vestimenta es tradicional, pero con toques modernos. Los movimientos de la escenografía están en constante cambio, junto con las luces, y da la sensación que tienen vida propia en cada escena. Es majestuoso.
¿Cómo es trabajar con el Maestro Ramón Tebar, sin duda uno de los directores españoles más interesantes de los últimos tiempos?
Ya había tenido la suerte de trabajar con él en Aida, que fue lo último que hice en Valencia, y fue estupendo, al igual que ahora con Don Carlo. Es un gran director.
Me imagino que cantar un rol como el de Elisabetta, al lado de Plácido Domingo, es un sueño hecho realidad.
Por supuesto, siempre es un placer trabajar con el maestro Plácido Domingo, es excepcional en todo. El cast entero es maravilloso, los compañeros son todos fabulosos. Estoy encantada de poder formar parte de este gran proyecto.
Ha cantado primero la versión francesa, ¿con cuál se queda?
Siempre digo que me gustan las versiones originales. La estrené en Bilbao hace dos años, y en Valencia debuto la italiana. Me quedo con la versión francesa, por musicalidad, porque al traducirla al italiano cambia alguna cosa. El primer acto en francés en Fointanebleau creo que redondea más la historia, aunque la italiana es maravillosa también. Es una ópera mágica.
Elisabetta es un rol exigente, pero sin embargo todas las sopranos quieren cantarlo.
Es un rol fantástico. Tiene unos dúos maravillosos con el tenor. Muy noble, muy bonito para interpretar, es muy atractivo.
¿Qué parte es más difícil?
Me gusta la ópera entera, el concertante es muy particular, como todos los de Verdi, en Don Carlo no es extremadamente difícil, pero tiene su exigencia. Adelanto que lo que van a ver en esta parte, no se ve en otras producciones, cuando cante el coro el “Auto da fe”, se van a dar cuenta a qué me estaba refiriendo. Va a ser una gran sorpresa, pero no quiero revelar nada más porque creo que merece la pena verlo [risas]. Probablemente el aria más complicada es “Tu che le vanità”, donde hay que redondear, el pasado y presente , toda una vida, y hace un resumen de lo que no se dio en la obra en italiano, el primer acto en Fontainebleau. Hay que acabar con un agudo final pianissimo, que va hacia abajo y siempre termina rezando. Es un rol que muchas veces cantan sopranos líricas, pero en mi opinión es bastante dramático. La orquestación y el peso dramático de esta aria creo que demanda una voz gruesa. No es un rol para cantar al principio de una carrera, tienes que tener una experiencia para poder afrontarlo. Está escrito siempre con las cadencias hacia abajo, ni siquiera en la zona central. La comparo con Amelia, de Un ballo in maschera, que acabo de cantar en Barcelona, para mí están en la misma línea de dramaticidad; no es Simon Boccanegra, que si lo pueden abordar voces más líricas. Amelia del Ballo y Elisabetta son dos roles maduros, como bien escribió Verdi, que demandan una voz ya hecha, y tengo la inmensa suerte de poder hacer estos maravillosos papeles.
Creo que la valentía, es otra de las cualidades que la adornan, ya que lo dejó todo y fue a Italia con escaso dinero en los bolsillos y con una hija, para luchar por su carrera lírica.
Todo en la vida tiene su precio, y ser madre es una bendición que te hace crecer como persona. Me cambió la vida, me dio mucha valentía, coraje, ganas de ser feliz y darle un ejemplo a mi hija persiguiendo mi sueño. No se trata de una ambición o ego, es algo más espiritual. No ha sido fácil, claro que no, pero me dio la fuerza necesaria para cambiar mi vida y luchar por lo que verdaderamente quería. Para mí cada personaje es como un hijo, por supuesto en menor medida que la mía [risas], pero les tengo ese cariño, por ejemplo Cio Cio San, es como una criatura que yo tengo que cuidar.
¿Cómo fueron los comienzos en otro país con escasos contratos?
Cuando vine a Italia, tenía algún contrato en Uruguay y Argentina y mandé mails a las agencias para conseguir agente, e intenté entrar en tres coros diferentes para poder trabajar en algo, y no me cogieron, me decían que buscara como solista, que tuviera paciencia. Quería dar clases de piano, ponía anuncios en todos los lugares, pero nadie me llamaba, al principio fue muy duro. Pero de repente la suerte llamó a mi puerta en el año 2008, debutando en Génova Leonora de Il trovatore, y en tres años estaba cantando en La Scala de Milán junto a Daniel Barenboim.
¿Qué director le ha marcado más en su carrera?
Bruno Bartoletti, que fue quien me dio la oportunidad de hacer mi primer debut, como Leonora de Il trovatore. Me escuchó cantar y me dijo: ¿de donde saliste? No tienes ni idea de la tradición italiana. Yo ya me estaba yendo por la puerta, y me llamó: ¿tienes algo que hacer? Quédate una semana aquí preparando el rol, y en siete días te vuelvo a escuchar. Yo tenía 20 Euros y una maleta. Conseguí estirarlos al máximo [risas] y una semana después me dijo: Aquí tengo a mi nueva Leonora. Cualquier otro no hubiera tenido la paciencia, ni el tiempo para escuchar a una completa desconocida, que no tenía la tradición italiana, pero él confió en mí, me dijo que tenía que ponerme a trabajar en serio, que esto valía la pena. Gracias a él, la seriedad y la disciplina fueron mis compañeras de viaje siempre.
Imagínese que cuanto empezaba su carrera le dicen que iba a inaugurar la temporada de la Scala en San Ambrogio, con la primera Butterfly de Puccini. ¿Se lo hubiera creído?
Por supuesto que no. Cuando empecé nadie daba dos liras por mi carrera [risas]. Yo entré en el coro a los seis meses de empezar a estudiar canto, y ya no me lo podía creer. Esta Butterfly fue un regalo del destino. Había rechazado varias Butterfly en teatros muy importantes, pero a finales de marzo me dijeron que tenía que hacer una audición en La Scala, que preparase varias arias de Puccini. Preparé Tosca, Manon Lescaut, Suor Angelica y las arias de Butterfly. La audición era con el maestro Riccardo Chailly, estuve tres horas interpretando a Puccini. Al día siguiente me llama mi agente y me dice que abría la temporada en la Scala de Milán con la primera Madama Butterfly que compuso Puccini. Como mi agente está todo el día haciendo bromas, por supuesto no me lo creí. Era uno de abril, que es el día de los inocentes en Italia… estuve todo el día sin creerlo, tuvo que llamarme su mujer para prometerme que iba completamente en serio [risas]. Fue un trabajo muy bonito, tuve la suerte de abrir los manuscritos y ver todos los apuntes de Puccini. Chailly es un director excelente y serán unas funciones que estarán siempre en mi corazón. Las recordaré toda la vida. Tengo un proyecto para hacer en La Scala con otra versión original, también con el maestro Chailly, que no veo el momento de hacerlo.
¿Por qué cree que Butterfly no tuvo éxito en su estreno?
Porque la gente no estaba preparada. Puccini era un hombre muy avanzado para su época. En esos años, las óperas muy largas no tenían éxito. El segundo y el tercer acto eran muy densos, tiene mil compases más la versión original, y de la parte más dramática. El aria final del tenor la compuso después, todo el peso de la obra caía sobre Cio Cio San. La versión que todos conocemos hoy en día se hace incluso corta(risas).
Creo que darle a Kate Pinkerton más protagonismo como en esta versión, aportaba mucho dramatismo.
Totalmente de acuerdo. Creo que Puccini tuvo tanta presión por acortar la obra que en varias ocasiones lo hizo en partes maravillosas. Hizo la primera versión en La Scala, que sólo fue una noche, luego hizo la versión de Brescia, luego la de París y dicen que hizo una cuarta en Sudamérica. Se pensaba mucho las cosas.
Cio Cio San se está convirtiendo en su caballo de batalla, ya que se lo están pidiendo en los mejores teatros. ¿Qué se necesita para ser una gran Butterfly, rol que muchas de las grandes han evitado?
Hay que tener una sensibilidad especial, que era lo que a mí me frenaba para cantar este rol, principalmente por el final. Lo mismo me pasó con Suor Angelica. La emoción no puede ganarle el pulso a la técnica. La técnica no es solo respirar correctamente, apoyar o girar el sonido, es también poder sobrellevar la emoción y llevarla a un plano donde puedas controlarlo. Cantar cuando estás llorando es muy peligroso, se te puede cortar la voz. A mí me pasó en dos ensayos con el aria “Tu, tu piccolo iddio”, y el maestro Chailly me dijo: Te lo perdono porque es el primer ensayo. El segundo ensayo tuve que cantarlo ya con el niño, y por supuesto volví a llorar, y ya me dijo: Es la última vez que te perdono [risas]. Es lo que hay que vencer para cantarlo.
Ahora que ya ha debutado Norma, ¿no sufrió también cantando el final “Deh non volerli vittime”, cuando le entrega sus hijos a su padre antes de morir?
No. Con Norma es la obra entera [risas]. Norma llegó a mi vida en un momento muy intenso, muy fuerte. Tuve que hacer una catarsis para poder cantarlo. La música de Norma es sagrada. “Casta diva” es un rezo super cósmico. Se abren unos canales de sensibilidad indescriptibles.
¿Cómo se sintió cantando este emblemático rol?
Muy bien. Un poco inconsciente, pero valiente, porque lo debuté en abierto que es mucho mas difícil. Fue increíble, porque en casi todas las funciones, que eran una vez por semana, tenía la luna llena alumbrándome el escenario justo cuando cantaba el “Casta diva”. Una experiencia mística.
¿Es el único rol belcantista que tiene pensado debutar?
Me gustaría seguir cantando Norma, y algún rol de Donizetti como las tres reinas. Mi carrera está muy enfocada a los roles de Verdi y Puccini. También algunos roles veristas como Maddalena de Andrea Chénier o Nedda de I pagliacci. Suelen encasillarme con el verismo, pero creo que es principalmente por mi forma de cantar, ya que durante mi carrera sólo he cantado esos dos roles veristas. Este año debuto Francesca da Rimini, de Zandonai, en la Scala de Milán
¿Adriana Lecouvreur?
Es un rol que voy a debutar en dos años, también el Trittico de Puccini. Me gustaría retomar Simon Boccanegra y Le Villi. También la condesa de las Bodas de Figaro y Doña Elvira, pero sería más difícil, tendría que ser en un lugar abierto.
¿Macbeth o Nabucco?
No, todavía los veo muy lejanos. Creo que hay grandísimas sopranos cantando ese repertorio ahora, no creo que sea necesario que yo los incorpore. A no ser que sea un pedido muy especial, o un concierto, por ahora no.
¿Qué supuso para usted ganar el Oscar della lirica frente a cantantes de la talla de Anna Netrebko o Elena Mosuc?
Soy la fan número uno de Anna Netrebko, no me lo creía [risas]. Ya haber estado nominada junto a estas dos grandísimas sopranos fue todo un honor. Estoy muy agradecida por este reconocimiento. Creo que es un gran estímulo para seguir esforzándome al máximo cada día.
Hablemos de su voz. ¿Siempre ha tenido esta facilidad para cantar? ¿Qué aspectos de su voz ha tenido que trabajar más?
Canto desde que tengo uso de razón. Empecé bastante tarde a estudiar canto, pero ya tenía los conocimientos musicales, que fue una gran ventaja. Leía música antes de leer palabras. Cuando empecé a cantar me di cuenta de lo mucho que tenía que aprender, y poco a poco fui superando retos. Tuve la inmensa suerte de encontrarme en mi camino con gente maravillosa, de la que he aprendido muchísimo, y sigo aprendiendo. Cuando empecé a estudiar tenía muy buen sobreagudo, yo cantaba como soprano ligera, estudiaba Reina de la noche, Lucia, Sonnambula, pero sentía que la voz no se desarrollaba, no mejoraba, hasta que encontré mi verdadero repertorio.
Creo que fue Ileana Cotrubas, la que le dijo por donde debería llevar su carrera.
Sí, le debo muchísimo. Fue ella quien me descubrió. Mi primer viaje a España, fue para el concurso de Monserrat Caballé. Estaba muy enferma y obviamente me eliminaron nada más cantar. Me fui llorando al hotel, con remordimiento de conciencia por haber venido hasta España para nada. Al día siguiente, Ileana Cotrubas iba a hacer unas Masterclass y me eligió. Cuando acabé de cantar, me dijo que yo no era una soprano lirico-ligera, que mi voz estaba totalmente fuera de repertorio. Volví a Uruguay más perdida todavía, y recibí la llamada de la maestra Cotrubas, que cuando nos veíamos para continuar con las clases. Me ayudó para sacarme el billete, a través del Ministerio de educación, ya que en esa época no era tan fácil viajar como ahora. Empezamos a trabajar juntas y me quitó todas mis partituras, y me dio las suyas: Suor Angelica, Il trovatore, Il tabarro, Tosca, Aida… y me dijo Tosca y Aida van a ser tus óperas más importantes. Un día empecé a perder los agudos, que era lo único que tenía ganado, y me desesperé, ya que todo lo que había aprendido con ella veía que estaba perdido. No me dí por vencida y seguí todos los días ensayando con las grabaciones de nuestros ensayos, hasta que de repente, poco a poco el centro empezó a tener otro color, se ensanchó, y volvieron los agudos, de otra manera, con el Do natural fácil. Se lo dije a Cotrubas y me dijo: ¡claro querida, tienes que confiar!
También trabaja con Raina Kabaivanska.
Es la que me cuida la vocalidad en este momento. Con Raina he trabajado mis últimos debuts, principalmente Un ballo in maschera. También Butterfly, pero ella ha cantado más de 500 funciones de Butterfly, y al tener un cantante un rol tan interiorizado, si trabajo con ella todo el papel, es posible que inconscientemente acabe haciendo o intentando hacer lo mismo que ella.
¿A qué cantantes admira?
Tengo gran devoción por Renata Scotto, no la conozco personalmente, pero es la artista a la que más me gustaría parecerme. Una mujer pequeña, y que sin embargo llenaba todo el escenario con su sola presencia. Siempre me ha gustado Plácido Domingo, porque desde que estudiaba, veía una interpretación suya y decía: Esto es la ópera. Es un artista completo. Siempre he tenido una inmensa admiración por él.
Ha cantado zarzuela, ¿es un género con el que se siente cómoda?
Adoro la Zarzuela, me acompañó mucho en mis primeros años de carrera, y me encantaría volver a cantarla, ya que ahora creo que tengo la voz mucho más adecuada para cantarla.
Creo que uno de sus roles preferidos es Thais, de Massenet, la “ópera de moda”, ya que pudimos escucharla en el Liceu la temporada pasada, ahora en Nueva York, y en Madrid esta temporada.
Mi amor por esta ópera fue gracias a Renée Fleming, que es una soprano que adoro. Me apasiona su forma de cantar y de ser, y en cuanto salió el CD de Thais pedí que me lo copiaran porque comprarlo era muy caro, y tuve que copiarlo varias veces porque lo gastaba de tanto escucharlo [risas]. Me encantaría cantarla, pero sé que es complicado que me llamen a mí de un teatro para cantar Thais. Tendría que ser alguien que le gustase mucho mi voz y con un elenco adecuado, que no es fácil. Es justo lo que pasa aquí en Valencia, creo que todos nos complementamos muy bien.
Una cantante de ópera, ¿también puede ser fan de Madonna?
Siempre he sido fan de Madonna. Tengo todos sus discos, todos los documentales. Soy bastante antidiva, lo que me gusta de verdad es cantar, y uno de mis sueños siempre ha sido cantar en uno de sus tours. Me encantaría hacer cosas distintas, pero la agenda de un cantante no te permite mucho [risas].
Un rol
Era Maddalena de Andrea Chènier, hasta que debuté Norma.
Un aria
“La mamma morta”. Cuando la escuché por primera vez, en la película Philadelphia, no podía parar de llorar. Tiene eso que hace que empieces a cantar y te olvides de todo.
¿Verdi o Puccini?
Verdi y Puccini, por ese orden [risas]. Van de la mano, primero hay que cantar Verdi, no se puede empezar con Puccini. Verdi te ayuda a cantar Puccini y a mí, personalmente, Puccini me ayuda a cantar Verdi. Esto también lo dice mi amiga Renée Fleming [risas].
¿Tiene pensado cantar Wagner en un futuro?
Lo veo muy lejos… Dicen que hay una edad para cantar Wagner, incluso hay una edad para escucharlo [risas]. Yo reconozco que no escucho mucho a Wagner, me cuesta, hay veces que se me hace pesado. Por lo menos los próximos diez o quince años, quiero quedarme en este repertorio.
Ya ha cantado en Bilbao, Barcelona, Valencia, ¿tiene planes para debutar en Madrid?
Había un proyecto, pero al final no se hizo. Por ahora no tengo planes de debutar en Madrid. Pero me encanta volver siempre donde ya he cantado, principalmente cuando establezco una conexión con el público de ese lugar. Me encontré tan bien cuando debuté en Valencia que empecé a buscar piso. Me encanta Valencia, su teatro y su gente. España siempre me ha abierto sus puertas. Gané el premio de música española en el Concurso Viñas y el Manuel Ausensi. Me encanta volver aquí cada año, me siento muy querida y siempre es un placer cantar en este país.
¿Ha recibido ofertas para cantar en el Metropolitan de Nueva York?
Sí, pero no me quita el sueño si finalmente no canto allí. Soy una privilegiada, puedo cantar el repertorio que quiero y en el que mi voz se siente cómoda en teatros maravillosos.
Si nos puede contar sus próximos compromisos.
Debuto esta temporada Francesca da Rimini en La Scala, Cantaré Butterfly en Berlin, Múnich, Mónaco y Hamburgo, Don Carlo en Bolonia. Debuto en París con un concierto en Les champs elysees, y retomo Odabella, de la ópera Attila de Verdi en Parma y Cagliari.
Fotografía: Camille D'A.
Compartir