MARÍA JOSÉ MORENO, soprano: «Es importante no dejarse llevar por lo que a uno le gustaría cantar»

María José Moreno: «Es importante no dejarse llevar por lo que a uno le gustaría cantar»

Una entrevista de Raúl Chamorro Mena | Fotos: Fernando Frade / CODALARIO
Después de la Donna Anna de Don Giovanni de la pasada temporada, regresa María José Moreno al Teatro Real con otra obra maestra de Mozart, Las bodas de Figaro. Hace unos años, la Moreno encarnó a Susanna en el mismo recinto, ahora regresa más sabia y experta, pero con el timbre sano y fresco de siempre, en el papel de la Condesa Almaviva, la diva de esta ópera. La soprano española relata a CODALARIO algunas de las razones de una carrera ejemplar.  

 Con perspectiva, le pido una reflexión sobre su voz y también su arte de canto, fraseo y resortes interpretativos.

Creo que mi voz sigue siendo de soprano lírico-ligera, aunque con el paso del tiempo, ha ganado cuerpo y quizá un color más lírico. Con el estudio, la experiencia -adquirida sobre el escenario y en la vida en general- y el intento de mejorar siempre, creo que he madurado en todos los sentidos como intérprete y he asentado más la técnica. Con el paso del tiempo, creo que en general siempre se mejora en todos los aspectos.

Mantener una carrera firme y sólida, así como la voz fresca y sana durante el transcurso del tiempo, es algo extraño en la lírica actual. Cómo se logra además de no falsear nunca la propia voz y elegir sensatamente el repertorio.

Pues con una técnica sólida y cuidando mucho el repertorio. Al inicio de la carrera pedía siempre consejo a mi profesor Ramón Regidor, gran conocedor del repertorio. Cada vez que me ofrecían algún papel, lo primero que hacía, era preguntarle si era adecuado para mi voz. 

Es importante no dejarse llevar por lo que a uno le gustaría cantar, sino por lo que debe y resulta fundamental rechazar en ocasiones roles que desearía interpretar y contratos muy tentadores. 

Si en alguna ocasión uno debe enfrentarse a algún personaje un poco más lírico, llevártelo a tu terreno e intentar no forzar nunca el instrumento. 

Hay algún papel de los interpretados que le gustaría retomar para enfocarlo de otra manera y alguno de los que nunca ha cantado que le gustaría abordar? ¿Traviata?

Todos, aunque alguno me pueda gustar más que otro. Cada vez que vuelvo a interpretar un personaje, busco mejorarlo en todos los sentidos. Doy mil vueltas a cada frase, cada palabra, cada silencio. También es cierto que cuando llegas a una producción, el personaje puede variar dependiendo del enfoque que quieran darle el director de escena y el musical. No lo construyes tú solo, es un trabajo de equipo en cierto modo. Incluso aunque tenga muy claro lo que quiero hacer, después en escena, me dejo llevar por lo que siento en ese momento, no somos máquinas.

Por supuesto hay muchos roles que aún no he interpretado y me encantaría poder hacer. Por ejemplo, las Reinas de Donizetti. En cuanto a Traviata, me la han ofrecido en muchas ocasiones, aunque siempre la rechacé porque consideraba que era un rol demasiado lírico para mí. Creo que ahora tendría la madurez vocal y psicológica para hacerlo.

Afronta ahora en el Teatro Real de Madrid el papel de Condesa de Las bodas de Figaro, después de haber encarnado a Susanna en el mismo recinto. Tratándose de una de las sopranos que lo ha experimentado, cómo es esa evolución de Susanna a Condesa.

Creo que es una evolución natural. Lo han hecho muchas sopranos en el tiempo. Vocalmente podría seguir interpretando Susanna, pero los directores de teatro me ven más en el personaje de Condesa, que ya he interpretado en varias ocasiones, y es lo que me ofrecen. Creo que con la madurez de los años entiendo muy bien a este maravilloso y difícil personaje. Así que me hace muy feliz poder volver a interpretarlo.

Esa asunción de papeles más líricos, de más peso vocal, siempre desde la prudencia que ha alumbrado su carrera, como la Condesa, aquella Nedda en el Teatro de la Zarzuela o Micaela de Carmen, que ha cantado en Oviedo y Sevilla y va a retomar próximamente en Madrid en la temporada de la ORTVE,  no le ha obligado a dejar alguno de sus papeles más agudos ya que mantiene la Lucia, así como los rossinianos, mozartianos, que exigen gran ductilidad vocal. ¿Es así? ¿Cómo se logra?

Claro, de hecho canto Lucia en Córdoba a finales de marzo. Se logra con una buena técnica, sin forzar nunca la voz, como he dicho antes. Trabajando mucho para estar en forma y mantener toda la tesitura.

Esa seguridad que siempre ha mostrado sobre un escenario se ha combinado con la pureza del timbre, la emisión espontánea y franca, además de un canto muy refinado, pero siempre ha sido importante también en su concepto artístico la expresión dramática. Qué importancia le da a cada aspecto y cómo los combina.

Para mí la técnica es un medio y no un fin. Lo que más me importa es transmitir lo que siente en cada momento el personaje. Conseguir emocionar y si algún sonido no queda perfecto, no me importa tanto. 

Ha cantado desde barroco hasta repertorio verista, pasando por Mozart, Bel canto italiano, ópera francesa, zarzuela, música sacra y sinfónico-coral, dónde se siente más a gusto.

Realmente me siento muy a gusto en todo. No podría escoger. Quizá mi voz sea más adecuada para el bel canto italiano, ópera francesa y música sacra, pero disfruto muchísimo con todo el repertorio. Alguna vez me recomendaron centrarme solo en un tipo de repertorio; pero creo, que si la voz lo permite, es mucho más enriquecedor poder interpretar todos.

Fotos: Fernando Frade / CODALARIO
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