Crítica de la Gala Lírica protagonizada por María José Moreno y Jonathan Tetelman en el Teatro Campoamor de Oviedo, con la Oviedo Filarmonía dirigida por Lucas Macías
Noche de gala en el Teatro Campoamor
Por Nuria Blanco Álvarez | @miladomusical
Oviedo, 1-VI-2024. Teatro Campoamor. Gala Lírica. María José Moreno, Jonathan Tetelman. Oviedo Filarmonía. Dirección musical: Lucas Macías.
El Teatro Campoamor acogió el sábado una Gala Lírica en el contexto del Festival de Teatro Lírico Español de Oviedo que ofreció la oportunidad de escuchar a dos grandes voces del panorama lírico actual: la de la española Mª José Moreno y la del mediático tenor estadounidense Jonathan Tetelman. La cita, dirigida en lo musical por Lucas Macías, respondió a un diseño complaciente para público y cantantes, con romanzas de zarzuelas en la primera parte y arias de óperas en la segunda, todas ellas muy familiares para el aficionado medio y además con una escasa duración de poco más de una hora.
El nombre de Jonathan Tetelman ha adquirido en los últimos tiempos un cierto relieve internacional que le ha llevado a debutar en teatros tan importantes como la Metropolitan Opera House de Nueva York. En España ya participó la temporada pasada en el Festival de Peralada y hace unos días hizo lo propio en el de Úbeda. El tenor cameló al público en primera instancia por su presencia escénica, elegante porte y exagerada gestualidad, pero su presentación canora con «Granada» ni mucho menos epató, adoleció de escaso volumen y presentó dificultades con el texto, para lo que tuvo que ayudarse de la propia partitura, a pesar de sus orígenes chilenos. Presentó el mismo problema de volumen en muchas partes de la romanza «No puede ser» de La tabernera del puerto, pero también comenzó a dejar entrever las partes de su registro donde su voz brilla y adquiere notables dimensiones. Esta poca homogeneidad de su registro también se hizo notar en la preciosa aria «La fleur que tu m´avais jetée» de Carmen, lo que limitó la expresividad de su línea de canto afeada además por el final poco equilibrado con la orquesta. Fue, sin embargo, en la última parte del recital donde dio muestras de calidad, luciéndose en los agudos de «Quando le sere al placido» de Luisa Miller y evidenciando un gran fiato en «E lucevan le stelle» de Tosca dejando además momentos muy bellos. Esta mejoría in crecendo llegó a su apoteosis con la propina, al interpretar «Nessun dorma» de Turandot, pleno de volumen y expresividad lo que hizo que el público se levantara de sus asientos para aplaudirle.
Mª José Moreno es sin duda poseedora de una de las más bellas voces del panorama nacional. Sus extraordinarias cualidades técnicas le permiten afrontar con una facilidad pasmosa las dificultades de coloratura y registro del repertorio vocal más exigente. A esto se le une una elegancia y exquisitez interpretativa que, sin necesidad de artificios ni exageraciones, hacen que oírla sea un puro placer y que fuera merecedora, sin recibirlos, de más bravos y aplausos enfervorecidos que los que obtuvo su partenaire. No obstante, se echó en falta más variedad en las características de las obras seleccionadas. Comenzó con una versión demasiado particular de la romanza «En un país de fábula» de La tabernera del puerto en la que la coloratura la ejecutaba por grupos de notas, sin dar continuidad, y con distintas velocidades, incluso parando brevemente antes de abordar la nota más aguda, efecto que repitió en las siguientes piezas y que nos parece más fruto de la necesidad que del gusto. Preciosas sus interpretaciones de «Me llaman la primorosa» de El barbero de Sevilla (de Giménez y Nieto) «Je veux vivre» de Romeo y Julieta, donde nos recordó a la gran Lucrezia Bori, y «Una voce poco fa» de El barbero de Sevilla (de Rossini). En todas ellas se mostró muy natural, segura, con un total control de su instrumento y una voz bellísima y muy cuidada. La guinda la puso con la propina «Quando me'n vo» de La bohème interpretada con muchísimo gusto.
Los dúos de rigor continuaron en la línea de los hits líricos que compusieron todo el programa, con «Cállate corazón» de Luisa Fernanda para cerrar la parte dedicada a la zarzuela, y «O soave fanciulla» de La bohème, de la de ópera, demostrando la buena química que hay entre ellos, encontrando un equilibrio entre la naturalidad de una y la pose del otro.
La Oviedo Filarmonía bajo la dirección de su titular, Lucas Macías, ofreció una solvente participación en la que predominó la claridad y el sonido atractivo por encima de un acompañamiento que se plegase totalmente a las necesidades de los cantantes. Nos llamó la atención el particular final del preludio de La traviata. Al de La revoltosa, con el que se abrió la velada, le faltó la gracia madrileña y el desparpajo de los chulapos, resultando un tanto mecánico y con falta de peso; con más salero interpretaron el preludio de El bateo.
Fotos: Facebook Oviedo Filarmonía
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