Por Agustín Achúcarro
Valladolid. 11-I-2018. Auditorio de Valladolid, Sala sinfónica. Temporada de la Orquesta Sinfónica de Castilla y León. Concierto para piano y orquesta nº3 en do menor, op. 37 de Beethoven. Así habló Zaratustra, op. 30 de Richard Strauss. Director: Lionel Bringuier. Solista: Maria João Pires, piano.
Maria João Pires se encuentra despidiendo su larga y fructífera carrera musical y su llegada al Auditorio de Valladolid propició que se agotaran las entradas los dos días de concierto. Pires interpretó el Concierto para piano y orquesta Nº3 de Beethoven (inicialmente estaba previsto que tocara el Nº5 y el cambio parece afortunado) poniendo sobre la palestra las cualidades que la han definido como una intérprete especial. Para empezar la concepción de la obra fue total, no hubo fisuras, y eso quedó reflejado desde el inicio al final, pues todo tuvo una lógica. No se apoyó su versión de la obra de Beethoven precisamente en los aspectos más vigorosos, pero esto no significa necesariamente que renunciara a una parte de la partitura, ya que la intérprete consiguió efectos similares con recursos algo diferentes, apoyados en una tensión creada de manera sutil, sin desplegar una energía desbordante. Qué decir de su sentido cantabile, de la melodía, de la pausa y del rubato, así como de su capacidad para establecer una fecunda relación con la orquesta, como se pudo comprobar desde su diálogo con los timbales. Surgieron inmensos los contrastes líricos del primer movimiento y el “Largo, attacca” fue sublime porque Pires lo interpretó acariciando el piano, con una melodía por momentos susurrada. Y llegados al “Rondo” dejó una expresión cambiante, nada reiterativa. Y si ella extremó su relación con la orquesta, igual hicieron ésta y el director Lionel Bringuier, que además procuró dar un carácter brioso al tiempo que iba de la mano de la solista, atento a sus intervenciones y a que se produjera una comunión entre ambos.
Maria João Pires dijo adiós entre numerosos y continuados aplausos y recibió como recuerdo dos regalos conmemorativos, que le entregaron alumnos del Conservatorio de Valladolid.
En Así habló Zaratustra Bringuier exploró el color y los matices tímbricos de una obra tan compleja desde una posición clara en lo conceptual, lo que contribuyó a que la orquesta pudiera dar todo lo que lleva dentro, desde el contundente inicio, bien acentuado por la trompeta en un acto tan afirmativo. Aunque no desdiga lo dicho reseñar que se produjeron ciertos desajustes, solventados sin mayores problemas. Y junto a la referida claridad no faltaron los aspectos oscuros, el sentido de la soledad y de cierto misterio. Bringuier y la OSCyL se adentraron hábilmente en los momentos contrastantes, quasi opuestos, entre secciones, le dieron el realce preciso a los tutti orquestales y respondieron al envite del compositor cuando pidió a una abundante plantilla un sonido puramente camerístico, algo a lo que contribuyeron decisivamente las lúcidas intervenciones de los solistas.
A la despedida de Maria João Pires se sumó un afortunado reencuentro con el director Lionel Bringuier, aunque no fuera el primero tras su salida como director titular de la OSCyL. Algo parecido ocurrió con un acertado Teimuraz Janikashvilli desde el puesto de concertino.
Foto: OSCyL
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