Una entrevista de Yolanda Quincoces
Tras presentar el pasado abril el monólogo La voix humaine, de Francis Poulenc, en Madrid, María Bayo retorna al título los próximos 18, 20 y 22 de enero en el Liceu, en un programa doble junto con Una voce in off de Xavier Montsalvatge.
En enero presenta en el Liceu la ópera La voix humaine de Poulenc, que ya ha cantado anteriormente este año en los Teatros del Canal. Se trata de un título que llevaba tiempo deseando abordar. ¿Cómo resultó la experiencia?
La experiencia resultó muy enriquecedora. Realmente era un título que quería abordar, primero porque es muy complicado, ya que son cuarenta minutos sola con un interlocutor que es un teléfono, dando a entender que hay otra persona al otro lado, mantener la tensión… Y sobre todo por lo que supone, no sólo vocalmente, sino actoralmente, dar crédito a ese personaje, que pasen verdaderamente todos esos sentimientos, muy humanos, muy de mujer. En realidad, son sentimientos, tanto para el hombre como para la mujer, muy actuales. Aunque es una composición que se hizo en el año 58, realmente seguimos en esa línea de sentimientos.
La voix humaine es una ópera en la que uno tiene que ir adivinando el argumento a medida que avanza la misma. Son las emociones de la protagonista las que nos permiten poco a poco conocer los hechos ¿Cómo se afronta esto?
Ahí está el gran reto de esta ópera. Efectivamente cada uno se puede plantear, del otro lado del interlocutor qué es lo que quiere o cuáles son las preguntas que le está haciendo. Cada uno puede sacar sus propias conclusiones.
¿Cómo se transmite al público lo que está sucediendo en el escenario cuando no hay un argumento claro que le guíe?
Primero decir que es una obra muy compleja y que me ha costado muchísimo tiempo preparar. Primero, por la dificultad vocal que supone con el idioma francés, aunque yo lo domino y he hecho mucho repertorio francés. Es una obra en un estilo de recitativo cantado. El gran problema es que se tiene que entender muy bien el texto, tiene que estar muy claro, muy legible. Y, a veces, en el canto, por cuestiones técnicas, no se llega bien a que la palabra se transmita de una forma nítida, con lo cual es un trabajo muy complejo a ese nivel. Tienes que tener, naturalmente, una muy buena pronunciación de ese francés y ese es un trabajo realmente muy complicado que cuesta mucho tiempo. Aparte de que estamos hablando de Poulenc, que es un compositor contemporáneo, con lo cual tiene una serie de armonizaciones que no son muy melódicas. Y cuesta trabajarlo, todo ese melodismo, esa gama que él propone vocalmente.
¿Diría que supone un reto escénicamente?
Supone un reto enorme. En una ópera sales, tienes otro interlocutor, otra persona, cantas un aria, vuelves, descansas… aquí no, aquí tienes que estar cuarenta minutos dando todo de ti e intentar mantener la tensión todo el tiempo. Mantener la tensión durante cuarenta minutos sin que decaiga es una de las dificultades mayores en esta obra. Y que esa tensión misma no te lleve a caer. Es tal el esfuerzo físico por esa tensión psicológica que la primera que sale agotada eres tú porque tienes que mantener toda esa energía para transmitir al público.
Hay que encontrar un equilibrio, imagino.
Sí, hay que equilibrar mucho las pausas, esas pausas que Poulenc ha escrito, naturalmente, fenomenal, como un maestro que es. Hay que mantener todo lo que él puso pero intentando que parezca algo que estás haciendo en el momento, que está saliendo espontáneamente. Eso es lo más complicado. Que dé la sensación de que efectivamente te está hablando alguien.
¿Hasta qué punto puede influir el director de escena en el desarrollo de un personaje así?
Muchísimo, porque él da muchas pautas. Aunque realmente Poulenc lo ha puesto todo, la riqueza de todos estos personajes consiste en que, aunque parezca que está todo dicho, puedes darle otra vuelta. Puedes buscarle otra manera respecto a tus vivencias, a lo que tú has vivido, crecido. Con lo cual algo que está escrito, tiene la misma pauta, pero luego tienes que hacer esa vivencia tuya. Ese es el gran reto también, dar esa personalidad propia. Y a eso ayuda muchísimo el director de escena, saber que los dos vamos en la misma dirección. Por ejemplo, en esta puesta en escena lo que al final se lee es que ella no es una mujer destrozada, sino que decide seguir adelante. Hay otros matices que también hemos valorado juntos para que podamos, con su manera de ver y la mía, llegar a un punto común, darle esa manera de entenderla.
Se trata de un papel psicológicamente complejo ¿Cree que es necesario un cierto bagaje para poder hacerle justicia?
Sí. Si no tienes ciertos recursos, tanto escénicos como vocales, no puedes abordar un personaje de cuarenta minutos sola en escena. Poulenc ha escrito todo tan bien… Hay que medir muchísimo las pausas que él pone, las pausas del interlocutor, de la otra persona que te está hablando por teléfono. Y eso es también esa dosis que tú tienes que buscar para no agotarte, porque psicológicamente es muy fuerte. Para que llegue todo eso tienes que dosificar mucho. Tanto con el director de escena como con el director musical, más, quizás, con el director musical. Hay que tener una gran complicidad con el director musical, tiene que estar pendiente de ti. Como cuando se está haciendo música de cámara y el pianista está pendiente de qué matiz estás haciendo para poder acompañarte. Aparte de que en la ópera ya la orquesta te tiene que acompañar, aquí muchísimo más, tenemos que tener una complicidad enorme para que efectivamente te acompañe. Y además lo dice Poulenc: está bajo las directrices de esa cantante-actriz.
¿Qué opina del uso de métodos audiovisuales en la ópera, como en esta producción? Hay quien piensa que distraen de lo que sucede en el escenario…
Yo pienso que aquí, quizá, está orientado a ambientarse. No tiene por qué distraer, depende de cómo hagas el uso. Creo que lo que hacen es ayudar a buscar esa atmósfera que se busca, esa agonía o esa placidez… en fin, muchas cosas que quizá la imagen, hoy tan presente en nuestros días, puede ayudar a dar otro matiz más. No tiene por qué ser negativo. Todo en exceso puede ser malo, pero si no se excede puede ayudar a contemplar. El centro de todo es una escenografía, lo que hay dentro de una ópera. Y eso está dentro de la escenografía, da la imagen de algo que quieres transmitir.
A lo largo de su carrera ha desarrollado un repertorio muy amplio y, además, muy variado. ¿En qué se basa a la hora de elegirlo?
Primero en que vocalmente me vaya bien. Luego, me gustan personajes que pueda abordar escénicamente, que me puedan decir algo, que pueda sacar algo de mí misma. Yo creo que todos los personajes, aunque a un director de escena le parezca que hay ciertos personajes un poco blandos, todos yo creo, tienen algo que sacar. Pero sí que, efectivamente, hay personajes mucho más ricos de matices, mucho más enriquecedores, a los que puedes sacarles más jugo. A la hora de elegir busco, sobre todo, coherencia en la vocalidad, que musicalmente y vocalmente yo pueda abordarlo.
¿Cuál es su método de trabajo a la hora de preparar un nuevo rol?
En primer lugar informarme, dentro de lo que puedo, de la atmósfera que se palpaba en el momento de la realización de la obra. Qué es lo que había, leer en ese entorno, y sobre todo verlo musicalmente. Yo sola me lo veo solfísticamente, me lo trabajo. Y luego hay un trabajo enorme de analizarlo con los correpetidores, las personas que te indican el estilo musical, que te pueden aportar ese estilo porque ya lo han hecho, que te corrigen el francés, para que sea nítido y que se entienda, para que sea vocalmente atractivo pero a la vez también se entienda. Es un trabajo muy largo.
En el caso de La voix humaine ¿Qué le atrajo de este personaje y por qué decidió incluirlo en su repertorio?
Por lo que hablábamos antes, porque creo que era un personaje que escénicamente es un reto. Puedes exprimir muchos sentimientos tuyos dentro de esa obra. Y vocalmente me atraía mucho porque he hecho ya casi todas las obras en ópera de Poulenc. He hecho Diálogo de carmelitas, he hecho también Les mamelles de Tiresias. Son completamente diferentes y me atraía mucho ese otro mundo más oscuro de Poulenc. Aunque también Diálogo de carmelitas es trágica, pero no tiene nada que ver con La voz humana. Me falta abordar La dama de Montecarlo, que es un monólogo corto y estoy en ello también.
¿Tiene pensado repetirlo próximamente?
Sí, se va a hacer en Uruguay en el mes de abril. Voy a hacer tres funciones de La voz humana. Quería llevar esta misma producción, pero, desgraciadamente, parece que no va a ser posible. Se va a tener que hacer una especie de semi-stage. Hay que pasar el charco y hoy en día todo el mundo mira mucho económicamente y, en fin, no se ha podido llevar a cabo. Pero espero que la podamos viajar por otros sitios.
Cuando no hay dinero puede ser solución, la ópera semi-escenificada.
Sí, sobre todo ésta puede encajar muy bien. No es una ópera al uso, no es una ópera como las otras. Yo creo que es una de las que se pueden hacer muy bien en esa semi-escena.
¿Cómo es la acogida del público ante títulos como éstos, podríamos decir, poco habituales?
Yo me sorprendí muchísimo en Madrid porque en todas las funciones (se hicieron tres) estuvo llenísimo. La obra es muy agobiante, ese tema hoy en día de la mujer maltratada que estamos escuchando continuamente en la prensa; va muy al hilo también de todo esto, la mujer como objeto… Cada uno se tiene que sacar su propia conclusión de todo esto pero la acogida fue muy buena. Hubo lleno en todas las funciones y la gente salió muy densa de todo ese montaje.
¿Cree que los teatros empiezan a apostar más por el repertorio contemporáneo, o todavía queda mucho trabajo por hacer en este sentido?
Yo creo que queda trabajo todavía. La verdad es que llevamos muy poco tiempo con esta andadura artística, musical… Llevamos veinte, veinticinco años, porque antes había un vacío enorme. Excepto Barcelona, donde hubo ópera durante muchísimo tiempo, pero era uno de los pocos teatros que había en España. Hasta que no lleguemos a recuperar todos esos años perdidos que en otros países ya han recuperado, tenemos camino por hacer. Pero yo espero que sí se pueda llegar a ver cada vez más obras contemporáneas en los carteles. Y es necesario. Es necesario revitalizar, dar otra imagen y abrir a otros públicos, más jóvenes.
Hablando de repertorios poco habituales, es muy difícil ver ópera barroca en los teatros españoles. De hecho no hay ninguna programada para esta temporada en los principales coliseos. ¿A qué cree que se debe?
No lo sé muy bien. Ha sido un repertorio que yo he hecho mucho. Hubo un boom muy fuerte en toda Europa en estos últimos quince, veinte años; se han hecho grandes cosas en el Barroco pero no sé por qué no se apuesta por estos títulos. Pienso que si se hacen bien, si se hacen con voces interesantes, no sólo pequeñas sino voces que estén dentro de la gama de la ópera, yo creo que tendría un mayor atractivo. Lo que pasa es que a veces se limita un poco a un estilismo que, bueno, sería muy largo meterse en ese campo…
¿La volveremos a ver pronto en este género? El de la ópera barroca.
Me gustaría pero la verdad es que no tengo propuestas. También en Francia veo que en estos momentos no hay tanto auge como había hace unos años.
Al hilo de lo que me comenta del estilo, ¿qué opina de la especialización en el mundo del canto?
Cada uno lleva su carrera de la manera que la lleva. Yo lo respeto muchísimo. Tenemos grandes nombres como Kraus, que se especializó en un tipo de obra y le fue fenomenal, y él no se salía de estas obras. Tenemos también a Teresa Berganza, que yo creo que no se especializó porque también hacia Barroco… pero hizo también una serie de obras bastante específicas. Pero yo no me he visto en esa forma y en esa manera, porque he podido abordar tanto el barroco como el contemporáneo, como otro tipo de estilos. Mientras se pueda abordar yo pienso que es interesante porque eso te aporta a ti como artista. Pero yo respeto totalmente que cada uno se especialice en lo que piensa o cree.
En junio la veremos en el Teatro Real en el rol de Rosario de la ópera Goyescas, de Granados. Nunca deja de lado el repertorio español.
No. Creo que es muy importante mantenerlo. Y creo que en este momento hay un gran vacío. No hay grandes cantantes que estén abordando este repertorio y es un repertorio riquísimo, maravilloso, nuestro. Y eso hay que mantenerlo y conservarlo. Es una pena.
Con el lanzamiento de su último disco, Canciones Españolas, expresaba usted su deseo de crear una colección en torno a la canción española con acompañamiento orquestal, de la que éste sería el primer volumen. ¿Hay ya alguna pista sobre ese posible segundo volumen?
Sí, pistas e ideas hay muchas. Lo que es muy difícil es llevarlas a cabo. Primero, por el momento que estamos viviendo en el que la cultura está viviendo un bajón enorme. Nos han subido el IVA… Hasta que no cambie un poco el escenario cultural está difícil. Depende de una orquesta, depende de una casa discográfica, no depende solamente de mí. Tiene que haber una conjunción de personas para que se pueda llevar a cabo. Pero la idea está ahí, seguir haciendo estos volúmenes. Pienso que yo estoy en un momento ideal para hacer este tipo de repertorio, sacarlo a la luz. Quizás es un repertorio menor cuando se hace con piano, hay menos gente que lo conoce, pero al darle esa amplitud con orquesta de pronto se abre a más público.
También a interpretarlo en otros sitios, en salas más grandes.
Exacto. Y más teniendo, por ejemplo, la experiencia que he tenido este año de hacer las Canciones Castellanas de Guridi con la Orquesta de Euskadi. Son canciones que todos, Teresa, Montserrat Caballé, Victoria, las cantaban… Es un repertorio menor porque se hace con piano, y cuando se hace con orquesta, ahí lo descubre mucha más gente. Porque en la orquesta hay unos abonados, porque hay otro público… Hemos hecho cuatro conciertos de abono, y los abonos se llenan. La gente descubre ese repertorio porque se hace con orquesta. Y eso es importante. Mi idea sí es seguir con ello, pero, como digo, no sólo depende de mí. También de otros muchos factores.
¿Cómo seleccionó las piezas que incluiría en el álbum? Hay tanto donde elegir…
En primer lugar seleccionamos lo que ya había armonizado con orquesta, de lo poco que hay original. Hay compositores que escribieron para canto y piano y también para la orquesta. Hay otras que se tuvieron que armonizar. Pero en los próximos volúmenes que se vayan a hacer no descartamos que se tenga que hacer que se armonice para orquesta.
Para finalizar, ¿podría compartir algún proyecto interesante para el futuro?
En estos momentos está todo muy complicado, pero estoy intentando sacar adelante un disco de canto y piano que acabamos de hacer el mes de septiembre en Barcelona. Estoy en ello con la casa discográfica para ver si lo montan y sale pronto. Seguir con este tipo de repertorio con orquesta, seguir con mi repertorio mozartiano… Iré a Rusia a hacer seguramente arias de zarzuela, a dar la imagen de lo que es nuestro repertorio. Ahí estoy, intentando trabajar cada día para mejorar la música de nuestro país.
Foto: Javier Salas
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