María Bayo es una de las cantantes españolas más prestigiosas de la actualidad. Recientemente ha participado en la producción del Cosí fan tutte de Mozart que se ha podido ver en el Auditorio Baluarte de Pamplona. La soprano navarra ha interpretado el papel de Fiordiligi, junto a un reparto formado por artistas de la talla de Carlos Chausson, Maite Beaumont, David Menéndez, Antonio Lozano y Soledad Cardoso.
- Con esta Fiordiligi regresa a un rol que debutó hace más de veinte años, en San Sebastián. En este momento, con la lógica evolución de la voz, ¿cómo se plantea un cantante retomar un rol después de tanto tiempo?
- Efectivamente, debuté el rol de Fiordiligi en San Sebastián, y lo hice también años después en el Festival Mozart de La Coruña. Después de veinte años, la verdad es que me encuentro muy cómoda. Antes no tenía los graves de ahora y en la tesitura aguda me encuentro bien. Lógicamente es un papel muy exigente, agotador y con una tesitura muy variada, siempre volando por arriba en los concertantes, pero las arias te requieren dos octavas, así que no es un rol cómodo para nadie. No sé a quién tendría rabia Mozart con este papel tan endiablado, que tiene una disociación tan fuerte de tesitura.
- Tras más de veinte años de carrera, ¿hacia dónde se orienta su repertorio, en función de dicha evolución vocal?
- En estos momentos estoy pensando mucho en ciertos papeles más líricos, como la Nedda de Pagliacci, que ya hice y me gustaría retomar. Y tengo mucho interés en La voix humaine, que supone un reto dramático, vocal y teatral muy interesante como intérprete. Es un reto muy completo. Creo que voy hacia personajes con esa madurez, incluso algún Verdi, como por ejemplo la Desdémona de Otello, creo que me podría ir bien, al igual que otros roles verdianos líricos, no tan dramáticos, como Amelia en Simon Boccanegra. También la Suor Angelica de Puccini y, desde luego, personajes mozartianos que todavía no he cantado. Me falta la Elettra de Idomeneo. Y también, claro está, todos lo de Clemenza, etc. Tengo casi todos los de la triología Da Ponte y canté mucho el rol de Ilia. No obstante, hay papeles, como Susanna, por ejemplo, que si me lo pidieran en una producción interesante creo que todavía lo podría hacer En realidad, Susanna y la Condesa en ciertos teatros alemanes de compañía los interpretaba la misma soprano, según correspondiera. No es tanto una cuestión vocal como de madurez interpretativa. Por eso pienso que hay ciertos personajes que nunca dejaré, como el de Despina, con el que tanto éxito tuve en el Palais Garnier de París. Es complicado ampliar el repertorio, porque los teatros te encasillan con facilidad en uno, pero tardan mucho en imaginarte en papeles nuevos. En todo caso, ahora mismo pienso cada vez más en repertorio más contemporáneo, como Poulenc.
- ¿Ha pensado en Britten?
- Sí, pero Britten plantea una exigencia fonética mayor para mí y me sentiría menos cómoda que en roles franceses, alemanes o italianos.
- Siempre ha mostrado interés por la música antigua, por el repertorio del Seicento, etc. ¿Sigue siendo una de sus prioridades?
- Sí, por supuesto. Y Gluck también, creo que es un gran compositor. He hecho cosas de Gluck, incluso en disco y me parece fascinante. Sus recitativos son totalmente mozartianos. Es muy interesante.
- La zarzuela ha jugado un papel muy importante en su trayectoria. De hecho, protagonizó junto a Alfredo Kraus la primera grabación en formato CD de una zarzuela: Doña Francisquita. ¿Sigue teniendo presente este género en su trayectoria?
- Sí, he cantado mucha zarzuela y me gustaría seguir haciéndolo. Realicé muchas grabaciones para el sello francés Audivis pero, que yo sepa, ya no se reeditan; y es una pena. Me parece un crimen que esas grabaciones no puedan circular de nuevo porque me consta que la gente las busca. Y también estamos pendientes de que se publique la grabación de Cecilia Valdés para Universal. Ya hace dos años que está en espera.
- Un punto de encuentro entre esa música antigua y este género musical tan nuestro se da en torno al repertorio de la zarzuela barroca, a la que también ha dedicado tiempo, sobre todo en el disco, por ejemplo con las obras del aragonés José de Nebra.
- Sí, y hay proyectos en este sentido, tanto para el disco como para escena, con obras españolas muy interesantes. Es un repertorio que me apetece mucho y en el que me siento muy cómoda.
- Se anunció su participación en las representaciones de Viento es dicha de Amor, de Nebra, en el Teatro de la Zarzuela, pero finalmente no estará en ese reparto, ¿qué ha sucedido?
- En efecto, no voy a cantarlo yo, aunque era lo previsto. El cambio se debe a un problema de fechas. Hubo algunas variaciones en calendario y me resultaba imposible encajarlo con mi agenda, en la que ya había reajustado algunas cosas y no las podía mover de nuevo. Era un proyecto que me apetecía mucho pero me resultaba imposible por agenda.
- Siempre ha comentado su admiración por el trabajo de dos desaparecidos directores de escena como Wernicke y Gruber. A día de hoy, ¿con qué directores de escena se siente más cómoda y con cuáles le gustaría trabajar?
- Me encontré muy cómoda, por ejemplo, con Bieito, en la Carmen del Liceo. Me pareció que todo lo que proponía tenía un fundamento, una razón ligada al texto. No me pareció un provocador terrible, como se dice a veces de él. También con Sagi me entiendo estupendamente, porque es alguien muy abierto a dejar que el cantante se desarrolle. Fue un placer trabajar en Les Mamelles de Tirésias con él. Imagino que es lo normal, pues llevamos ya muchos años colaborando y ha sido siempre un placer. También fue fantástico el trabajo con Bob Wilson en Pelléas et Mélisande, en el Liceo. La suya era una propuesta compleja porque exigía muchísimos detalles y en el Liceo quizá un mes de ensayos, que no es poco, se nos antojó insuficiente para atender a todos los matices. Wilson requiere un artista muy plástico, te solicita que seas casi un bailarín además de un cantante porque la propuesta gestual es tremenda. Pero conmigo siempre fue muy atento y me encontré muy cómoda con su propuesta.
- Y en el terreno de los directores musicales, ¿con cuáles trabaja con mejor comunicación?
- Con Pablo Mielgo he trabajado muy bien en este Cosí. Creo que tiene por delante una carrera muy prometedora. También con Victor Pablo Pérez, con Ernest Martínez Izquierdo, etc. Me encantaría trabajar con el gran Abbado. Tuve la posibilidad en Salzburgo pero él tuvo que cancelar su participación en el proyecto. He trabajado con tantos, incluso con algunos que han fallecido. Es algo normal después de tantos años de carrera. Y es una suerte haber trabajado con batutas tan distintas.
- Siempre ha estado muy ligada al Teatro Real, donde ha cantado casi todos los años. Esta temporada, tras varios años de ausencia, regresa al teatro madrileño con un concierto dedicado a repertorio francés. ¿Hay más proyectos a la vista en el Real?
- No hay nada más a la vista. No ha llegado ninguna propuesta más allá de este concierto, y la verdad es que es algo que me gustaría mucho, porque quiero volver a cantar allí en alguna producción. Además, con Gerard Mortier siempre he tenido una buena relación. Siempre me ha invitado a sus teatros. Me invitó en Salzburgo, primero, y estuve cantando allí cuatro años. También debuté con Donna Anna en el Ruhr, con él. Y volví también a París de su mano. Pero aquí de momento no me ha hecho ninguna propuesta.
- Y al resto de teatros españoles, ¿tiene previsto regresar en breve?
- Para el Liceo hay una propuesta con La voix humaine, en un par de años. Pero no hay nada a la vista en el resto de teatros españoles como Valencia, Sevilla, Oviedo, Bilbao... Lo único es un concierto de lied en Sevilla, a finales de enero, con Rubén Fernández Aguirre al piano.
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