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Crítica: Recital de Mao Fujita en Zaragoza

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Autor: David Santana
19 de septiembre de 2024

Crítica del recital del pianista Mao Fujita en el Ciclo de grandes solistas Pilar Bayona del Auditorio de Zaragoza

Mao Fujita

No es tierra para jóvenes talentos

Por David Santana
Zaragoza. 16-IX-2024. Auditorio- Palacio de Congresos de Zaragoza. 27º Ciclo de grandes solistas Pilar Bayona. Mao Fujita, piano.  Doce variaciones, «Ah vous dirai je maman» de Mozart; 32 Variaciones en do menor y Sonata nº. 23, «Appassionata» de L. van Beethoven; 24 preludios para piano: nº. 1, 2, 3, 9, 13, 17, 24 de A. Yashiro; Fantasia de Scriabin y Sonetto 104 de Petrarca y Sonata Dante de F. Liszt.

   Arranca la temporada 2024/2025 en Zaragoza con un concierto de su ciclo de grandes solistas «Pilar Bayona» dedicado al piano. Cuenta, además, este recital con el privilegio de la exclusividad, pues quien quiera ver a Mao Fujita en nuestro país y no haya pasado por Zaragoza no podrá escucharle hasta enero del año próximo cuando actuará en Madrid junto a Renaud Capuçon y Kian Soltani. 

   El pianista japonés, que saltó a la fama en 2019 tras interpretar un exuberante Concierto para piano n.º 1 de Chaikovski que le valió la medalla de plata en el afamado certamen que lleva el nombre de su compositor, no llamó la atención del público maño y fue recibido por un auditorio con un aspecto desolador. Esta temporada el auditorio celebra su 30º aniversario y, llegados a este punto, quizás convendría valorar que, si tras treinta años de «música clásica» solamente se es capaz de llenar el auditorio cuando la Filarmónica de Viena pasa por Zaragoza, tal vez algo se esté haciendo mal. O, al menos, no del todo bien.

   El recital de Fujita comenzó con Mozart, una elección que, sin duda, llamó mi interés, especialmente teniendo en cuenta que grabó en 2022 para Sony Classical la integral de las sonatas para piano del compositor austríaco. Sus 12 variaciones, «Ah vous dirai je maman» fueron suficientes para apreciar la impresionante sensibilidad de Fujita al piano. El japonés mostró un gran dominio de las dinámicas de su instrumento, lo que le permitió realizar unos fraseos extraordinarios. Trató con deferencia los arranques y finales de frase e hizo sobresalir siempre la melodía, algo que se agradece al oído, facilitando la escucha, especialmente, en las variaciones fugadas.

   La misma expresividad se hizo patente en las dos obras de Beethoven: las 32 Variaciones en do menor y la Sonata nº. 23, «Appassionata». En la primera destacó la capacidad de crear tensión y distensión del pianista mediante el fraseo y un uso minucioso del crescendo. En la segunda, sin embargo, se apreciaron algunas de las carencias que muestra el japonés al teclado. Tras unos movimientos primero y segundo bastante correctos, Fujita erró a la hora de marcar el cambio de carácter en la caída al Allegro ma non troppo. No se apreció un cambio en la articulación que el momento pide a gritos y es que, quizás, este aspecto sea la mayor carencia a trabajar por el japonés. En Beethoven de nada sirve un fraseo exquisito si todas las notas se pican exactamente iguales. En la variedad está la virtud.

   Aunque no es solo una cuestión de gusto, sino también de precisión. Tanto en este último movimiento de la Appassionata como en la Sonata Dante de Liszt, algunos de los pasajes de la mano izquierda quedaron emborronados por un stacatto insuficiente.

   La segunda parte del recital comenzó con una selección de preludios de Akio Yashiro. Estos fueron escritos en 1945, cuando el compositor, que más adelante se formaría con maestros de la talla de Messiaen, contaba con tan solo 15 años. A pesar de la tierna edad del compositor, los preludios juegan con las texturas y el fraseo de una manera que permite un gran lucimiento a Fujita. También el melodioso Soneto 104 de Petrarca de Liszt favoreció al pianista que, sin embargo, tropezó de nuevo con esa falta de precisión en la articulación que advertimos en Beethoven tanto en la Fantasía de Scriabin como en la Sonata Dante de Liszt que clausuró el concierto.

   Valió la pena acercarse a Zaragoza para escuchar como se va forjando la carrera de este joven pianista japonés que, si logra solventar esos problemas en cuanto a la articulación, dará mucho que hablar. Quizás entonces sí que logre llenar el coliseo maño.

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