Crítica del concierto ofrecido por la Sinfónica de la Región de Murcia, bajo la dirección musical de Manuel Hernández-Silva y la pinaista Yeol Eum Son como solista
Dominio estilístico
Por José Antonio Cantón
Murcia, 27-IX-2024. Auditorio ‘Víctor Villegas’. Orquesta Sinfónica de la Región de Murcia. Solista: Yeol Eum Son (piano). Director: Manuel Hernández-Silva. Obras de Ludwig van Beethoven y Robert Schumann.
La presencia de Manuel Hernández-Silva con la Orquesta Sinfónica de la Región de Murcia (ÖSRM), como principal director asociado de esta formación para la presente temporada, venía precedido de gran interés dado el conocimiento y experiencia del maestro en el repertorio previsto; el Concierto para piano y orquesta op. 73, “Emperador” de Beethoven y la Cuarta Sinfonía, op.120 de Robert Schumann. La sólida instrucción de este músico en la mejor tradición austro-germana se aprecia siempre desde el primer batir de su batuta dejando la sensación de seguridad y dominio de la obra, buscando en todo momento el mejor sonido de la orquesta sustentado siempre en la más cuidada articulación del discurso. Su sentido del gesto enriquece su capacidad de comunicación con el instrumento orquestal en los más mínimos detalles haciendo siempre que la fluidez prevalezca sobre cualquier otro factor expresivo, manteniendo en todo momento un grado de tensión que impacta tanto a los músicos como al público. Ese ha sido uno de los principales factores que se han dado en esta ocasión, para lo que ha contado con la plena entrega de la ÖSRM, que se ha percibido perfectamente identificada con sus postulados.
Así hay que entender su ejecución del gran concierto beethoveniano con la inestimable colaboración de la surcoreana Yeol Eum Son al teclado. Ésta se adentró en la obra desde la impresionante serie de ornamentadas cadencias iniciales del primer movimiento, que el director enfatizó para reafirmar la tonalidad de Mi de manera determinante. Su preciso mecanismo sirvió para reforzar la dignidad imperial que contiene esta sublime pieza concertante haciendo que aflorara una emocionante expresividad romántica, que tuvo su momento álgido en el adagio central, movimiento en el que la orquesta y la solista supieron intercambiar su protagonismo con significativo equilibrio hasta llegar al fascinante episodio de la transición con el rondó que cierra la obra. El director fue transformando la naturaleza cantabile de sus compases hasta desembocar en el frenesí del último tiempo con un pulso firme que estimulaba la expresividad de la pianista a un excelso estado de irrefrenable virtuosismo, muy perceptible por las encontradas rítmicas desarrolladas en cada mano. En la coda ambos elementos concertantes confirmaron el triunfo que pretende el autor en sus compases, dejando una sensación de victoria que justificaba ese particular carácter militar de la obra. Ante la ovación del público, la solista ofreció hasta dos bises dada la insistencia de los aplausos, en los que dejó constancia de su virtuosismo puesto al servicio del máximo lucimiento; el minueto de Ignacy Jan Paderewski contenido en la primera de sus Seis Humoradas de concierto, op. 14 y Étincelles, sexta pieza del op. 36 de Moritz Moszkowski.
La segunda parte de la velada fue toda una exhibición del arte que significa la dirección musical. Hernández-Silva se identificó plenamente con el espíritu que Robert Schumann quiere expresar en su Cuarta sinfonía, llevando los dos episodios que integran el primer movimiento a refirmar el carácter poemático que había de sucederse con los otros tres tiempos de la obra ejecutados sin solución de continuidad. Sin entrar en detalles de la sinfonía, el maestro hispano-venezolano mantuvo en todo momento un muy cuidado equilibrio entre el control que exige la ejecución y la entrega emocional que desprende la música, manteniendo el valor de las indicaciones contenidas en la partitura que eran enriquecidas por sus propias aportaciones expresivas, que hacían de su expansiva recreación una experiencia de autenticidad para el oyente. La satisfacción compartida del director y la orquesta fue refrendada por el auditorio en un cerrado aplauso, convirtiéndose en la mejor constatación del trabajo bien realizado en las sesiones de preparación y ensayo, que hacen augurar una nueva etapa de fluida colaboración entre el maestro y la ÖSRM llamada a reactivar el potencial de ésta como institución cultural y artística señera de la región.
Fotos: OSRM
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