Crítica de los dos últimos conciertos del Festival Internacional de Música de Cámara «Málaga Clásica», protagonizados por Anna Margrethe Nilsen, Jesús Reina y Joanna Wronko (violines), Chieh-Fan Yiu y Tomoko Akasaka (violas), Adolfo Gutiérrez y Øyvind Gimse (violonchelos), Natalia Kuchaeva y Julien Quentin (piano), Susanne Hvinden Hals (soprano) y Nils Georg Nilsen (tenor).
Geniales creaciones
Por José Antonio Cantón
Málaga, 03-VI-2023. Teatro Echegaray. XI Festival Internacional de Música de Cámara - “Málaga Clásica”. Obras de Alban Berg, Arnold Schoenberg y Anton Webern. // Teatro Cervantes. 04-VI-2023. Obras de Ludwig van Beethoven. Intérpretes: Anna Margrethe Nilsen, Jesús Reina y Joanna Wronko (violines), Chieh-Fan Yiu y Tomoko Akasaka (violas), Adolfo Gutiérrez y Øyvind Gimse (violonchelos), Natalia Kuchaeva y Julien Quentin (piano), Susanne Hvinden Hals (soprano) y Nils Georg Nilsen (tenor).
Escogidas obras del gran repertorio de música de cámara fueron las que ocuparon las dos últimas jornadas del Festival ‘Málaga Clásica’ para regocijo de los aficionados a este género que no termina de asimilarse en consumo cultural con otros como el sinfónico o el lírico, especialmente la ópera, pero que tiene una importancia capital dentro de la composición y la interpretación absolutamente equiparable. La cita con la Segunda Escuela de Viena, titulada “Pioneros”, integrada por sustanciales obras de Schoenberg, Berg y Webern significó uno de los momentos culminantes en la programación de esta decimoprimera edición del Festival que, para poner en situación al auditorio, inició su desarrollo con una selección de las Siete canciones tempranas de Alban Berg a cargo de la soprano finesa Susanne Hvinden Hals acompañada al piano por Julien Quentin, en las que se pudo apreciar lo que supuso el lenguaje para ahormar la ruptura de la tonalidad al persistir el sentido poético de la palabra, aglutinador efecto que venía ya anticipando Gustav Mahler de alguna manera en su repertorio liederístico.
Esta sensación creativa tuvo su confirmación en el lied Erwartung que abre la colección de las Cuatro canciones, Op 2, para tenor y piano de Arnold Schoenberg, con la que Nils Georg Nilsen generó con su voz una sensación de trascendente expectación en el oyente. Julien Quentin volvía a ser determinante en su función polifónica desde el piano. Éste también tuvo un protagonismo especial, junto a Jesús Reina, en la interpretación de la Fanatasía para violín y piano, Op. 47 de Schoenberg, favoreciendo una de las actuaciones más brillantes del violinista malagueño, realizada con un grado de concentración absolutamente admirable tanto en el desarrollo técnico como en la asunción conceptual del mensaje del autor, convirtiéndose los diez minutos de su duración en uno de los momentos estelares del Festival. Esta obra fue precedida por el sustancial aperitivo miniaturista que significó la condensada exposición, fruto de una muy concisa lectura, que hicieron Joanna Wronko y Natalia Kuchaeva de las Cuatro Piezas para violín y piano, Op 7 de Anton Webern, realizadas por ambas intérpretes con mistérico hechizo.
El concierto llegó a su máxima exponencia en el sexteto para cuerdas titulado Noche Transfigurada, op. 4 de Arnold Schoenberg, con el que este músico empezó a adquirir cierta fama rupturista sin llegar todavía desligarse absolutamente de la tonalidad. Todos los secretos técnicos de esta obra así como el seguimiento en las distintas partes de su motivo poético quedaron reflejados a un alto nivel artístico, generándose un entramado sonoro de alucinación para el escuchante, que sentía cómo en la extensa coda se manifestaban todas las claves de la genialidad de este compositor visionario que vino a cambiar la historia de la música de tal forma que ésta ya no tuvo marcha atrás. Anna Margrethe Nilsen y Jesús Reina, los violonchelistas Adolfo Gutiérrez y Øyvind Gimse y, en un prodigio de igualdad tímbrica, los violistas Chieh-Fan Yi y Tomoko Akasaka, lograron en pocos ensayos sonar como un solo instrumento orquestal, que causó, primero el asombro y después el entusiasmo del público, alcanzándose así uno de las interpretaciones más subyugantes del Festival.
Como viene sucediendo en sus últimas ediciones, la jornada de clausura tuvo lugar en el Teatro Cervantes, en esta ocasión con un programa monográfico dedicado a Beethoven. Dos obras lo integraban; el Trío en Re mayor, Op.70, No.1, ‘Fantasma’ o ‘De los Espíritus’, para violín, violonchelo y piano, y el Quinteto de cuerda en Do mayor, Op. 29,‘La tormenta’, creaciones señeras del asombroso repertorio camerístico de este genial compositor. De ahí el título dado a este concierto; “La Grandeza de Beethoven”.
Anna Margrethe Nilsen, Adolfo Gutiérrez y Natalia Kuchaeva afrontaron la interpretación del primero adoptando un supremo estado de concentración, que tuvo su máxima expresión en el movimiento central, un precioso Largo en el que supieron simultanear su carácter nocturno con ciertos rasgos saturnales dentro del particular clima tímbrico resultante de sus oscuras relaciones armónicas, que expresaron como reflejo del profundo sentido mistérico de su música, teniendo su instante más relevante a partir de los trémolos finales en diminuendo antes de disiparse definitivamente. Los tres músicos se liberaron de tanta tensión y encantamiento góticos en el Presto-Finale, que les sirvió para expresar el triunfo final de esta obra de hondo romanticismo y alta tensión emotiva.
El Festival concluyó con el Quinteto en Do para cuerda, Op. 29 en el que tuvo un papel catalizador el violonchelista Øyvind Gimse, como fiel equilibro de los violinistas Nilsen y Reina y los violistas Chieh-Fan Yi y Tomoko Akasaka, que formaban un tándem verdaderamente excelente en homogénea tímbrica y regular expresividad, ante la coordinación espontánea y natural que siempre se desprende de la ejecutoria violinística de los codirectores del Festival, determinantes almas y entusiastas impulsores del concepto y realización de este evento musical que cada año convierte a Málaga en un foco de imprescindible atención en cuanto a la música se refiere, para goce y disfrute de los aficionados al género y repertorio de cámara, tan necesitado de promoción, difusión y ayuda en los circuitos de programación.
Fotos: Emilio Arrieta y Álvaro Cabrera / Festival Málaga Clásica
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