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Crítica: «Madama Butterfly» en el Teatro de la Maestranza de Sevilla

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Autor: José Amador Morales
11 de octubre de 2021

Esta producción de Madama Butterfly ha sido la encargada de inaugurar la presente temporada del Teatro de la Maestranza, acogida en general con bastante desinterés cuando no decepción habida cuenta de la redundancia de títulos en exceso trillados (quizá con la excepción de los próximos I Capuleti e I Montecchi de Bellini). 

Ermonela Jaho como Madama Butterfly en el Maestranza de Sevilla

Pinkerton redimido

Por José Amador Morales
Sevilla, 3-X-2021. Teatro de la Maestranza. Giacomo Puccini: Madama Butterfly. Ermonela Jaho (Madama Butterfly), Jorge de León (B.F. Pinkerton), Damián del Castillo (Sharpless), Gemma Coma-Alabert (Suzuki), Moisés Marín (Goro), Pablo López Martín (El tío Bonzo), José Manuel Díaz (Príncipe Yamadori/Comisario imperial), Diana Larios (Kate Pinkerton). Coro de la A.A. del Teatro de la Maestranza (Íñigo Sampil, director). Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Alain Guingal, director musical. Joan Anton Rechi, director de escena. Coproducción del Festival Castell de Peralada y de la Deutsche Oper am Rhein. 

   Tras la noche de bodas de Pinkerton y Cio-Cio San, un bombardeo destruye todo el edificio y escuchamos la célebre emisión radiofónica en la que el  presidente de los Estados Unidos - Franklin D. Roosevelt - anunciaba el ataque del Imperio de Japón contra la base estadounidense de Pearl Habour y la consiguiente declaración de guerra: Yesterday, December 7, 1941, a date which will live in infamy, the United States of America was suddenly and deliberately attacked by naval and air forces of the Empire of Japan. Es aquí cuando entendemos ya de antemano la inutilidad de la agónica espera de Madama Butterfly, pues con ello este enésimo trasplante cronológico de un título operístico a este contexto bélico, ya ha redimido a Benjamin Pinkerton. Porque no importa que el personaje haya brindado «¡por el día en el que desposaré con una verdadera boda a una verdadera esposa americana!» ni apuntado en numerosas ocasiones su dudosa catadura moral al casarse con Cio-Cio San durante todo el primer acto: Pinkerton se redime ante la entrada de su país en una Segunda Guerra Mundial que, como escenario de tantas y tantas escenografías que buscan una imposible originalidad, ya hastía. Y es una pena, porque la dirección de actores es cuidada y por momentos hasta minuciosa.

   Al margen de este koncept general, resultó difícil de entender la localización, que en un primer acto presenta un enorme salón con columnas y una gran bandera estadounidense, en lo que parecía la embajada pero por la que también circulaban desde el sofá hasta la inevitable cama donde acaban retozando Pinkerton - convenientemente semidesnudo - y Cio-Cio San al final de su dúo. Pero que tras la declaración de guerra, el mismo espacio aparece bombardeado y destruido en los actos restantes. Entonces, ¿qué paredes, techos y salas está explicando Goro a Pinkerton nada más comenzar la obra?: pues los de una casa imaginaria representada por una maqueta que el casamentero muestra al protagonista… 

«Madama Butterfly» de Puccini en Sevilla

   Esta producción de Madama Butterfly ha sido la encargada de inaugurar la presente temporada del Teatro de la Maestranza, acogida en general con bastante desinterés cuando no decepción habida cuenta de la redundancia de títulos en exceso trillados (quizá con la excepción de los próximos I Capuleti e I Montecchi de Bellini). 

   En el apartado vocal, Ermonela Jaho sustentó prácticamente en solitario el éxito musical de esta Madama Butterfly sevillana. Y hablamos de un éxito importante pues no recordamos la imagen de prácticamente todo un teatro puesto en pie aclamando a la protagonista al salir entre bambalinas segundos después de bajar el telón. La imagen de la cantante albanesa arrodillándose emocionada, seguramente aún metida en el personaje y visiblemente impactada por la respuesta del público, lo decía todo. La heroína pucciniana es una de sus grandes creaciones, como ya demostrara en el Teatro Real madrileño hace cuatro años, a pesar de que no es un secreto ni su falta de adecuación vocal (stricto sensu) a las exigencias de la partitura ni incluso sus debilidades técnicas. Parece que ella misma las asume y hasta se sirve de ellas para elaborar una caracterización de enorme personalidad pero sobre todo increíblemente conmovedora. Así, efectivamente, su voz en exceso ligera carece de entidad y carne en el registro grave y no tiene un especial brillo en el agudo, que a menudo es frágil cuando no definitivamente abierto. Tal vez es en la zona intermedia donde luce un timbre bastante personal y en donde se apoya para recrear una Madama Butterfly de gran calado expresivo, de evidente desenvoltura escénica y de asombrosa progresión dramática, desde la ingenuidad de su aparición en escena hasta el inevitable suicidio final…

   A su lado, Jorge de León reiteró su imposible Pinkerton, interesante en sus ascensos a una zona sobreaguda todavía deslumbrante por su proyección y por su potencia vocal y ciertamente honesto en su abordaje, sí, pero con un pasaje totalmente minado, un centro nasal y destimbrado y un grave francamente problemático. Si a ello añadimos un fraseo lineal y desabrido, escasamente dotado para los acentos más líricos, hay que concluir que el personaje está en las antípodas de su perfil canoro. Fue el caso de toda la primera escena, en donde esa suerte de continuo canto dialogado del personaje, primero con Goro, luego con Sharpless y finalmente con Cio-Cio San, pareció más un obstáculo que una posibilidad vocal de despliegue artístico para el tenor tinerfeño, eso sí, claramente desahogado al coronar frases como «America forever!». Damián del Castillo encarnó un entregado y humano Sharpless, pero de timbre en exceso claro y falto de esmalte que impidió dotarlo de mayor peso dramático. Por su parte, Gemma Coma-Alabert compuso una convincente y tierna Suzuki, escénicamente convincente, que pareció contagiarse por el ambiente emotivo generado por su compañera. Aceptables el Tío  Bonzo de Pablo López Martín, el Goro de Moisés Marín y José Manuel Díaz en su desdoble como Príncipe Yamadori y Comisario.

«Madama Butterfly» de Puccini en Sevilla

   Alain Guingal demostró su oficio ofreciendo una lectura acaso sin especial brillantez pero de una progresión dramática sabiamente planificada, contrastando con pasajes más descriptivos frente a los clímax de mayor intensidad orquestal y acompañando a los solistas en todo momento. La Sinfónica de Sevilla se mostró a un tiempo compacta y maleable frente a un coro «enmascarado», un tanto por debajo del nivel acostumbrado (lástima del violín entre bambalinas que arruinó el coro a bocca chiusa al escucharse muy por encima de las voces).

Fotos: Teatro de la Maestranza

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