Por Albert Ferrer Flamarich
Sabadell. 15-III-2019. Teatro Principal. Ludwig Trío. Obras de Beethoven, Rachmaninov y Ravel.
El Trío Ludwig celebra sus diez años con una gira por España y la visita obligada como la mayoría de temporadas a las Juventudes Musicales de Sabadell. Su fidelidad al ciclo es de agradecer, a pesar de apostar por el Trio núm. 7 “Arxiduc” de Beethoven: de las cinco visitas del Ludwig a Sabadell que el firmante recuerda, en tres lo han interpretado. Respetando -o no- el doscientos cincuenta aniversario del nacimiento de Beethoven la temporada próxima, ¿esta formación podría incluir Cassadó, Gerhard, Granados, Casablancas, Bretón o Turina en su próxima actuación?
La garantía del binomio Beethoven-Ludwig Trío se revalidó con una lectura consecuente con las anteriores actuaciones, templada y nítida en la estructura interna. La gama dinámica no optó por lícitas oposiciones expresionistas mientras que el juego de crescendi y apianamiento súbitos se resolvió con igual eficacia que la alternancia dialéctica de los típicos juegos motívicos beethovianos entre instrumentos. El Andante cantabile fue el epicentro por la construcción orgánica, muy lírica e idiomática. Un idiomatismo igualmente acertado en climas de expectación y ominosos como el del primer tema del trío en el scherzo o el de la sección de desarrollo con pizzicatti en las cuerdas y pequeños trinos al piano en la transición hacia la reexposición en el primer movimiento.
El súmmum se logró en Ravel en una recreación fresca y bien planificada, intensa y acaparadora y con una prestación redonda del chelista Arnau Tomàs en el tercer movimiento en el soliloquio con la mano izquierda del piano. La obra es técnicamente muy difícil y compleja en la depuración de los harmónicos y algunos filados de las cuerdas. Fue una síntesis entre carácter, vehemencia, espontaneidad, rigor y emoción en una segunda parte iniciada por el arco expresivo de un Rachmaninov, cautivador e inflamado por el carácter sostenido y ligado de los meandros melódicos fraseados con pulcritud y expansividad en un movimiento de tensión fluctuante y rebosante de naturalidad, fuerza y rematado por un gran cuidado en el final repositorio. Por su parte, con agilidad, fuerza y pulsación Hyo-Sun Lim fue una rampa de lanzamiento para las efusiones líricas de las cuerdas en Rachmaninov, una guía constructiva en Beethoven y una clave integradora en Ravel.
Como regalo: una marcha vienesa de Kreisler jovial, fresca y sinuosa propia de una Viena histórica. Por cierto, esta también fue el bis del concierto el mes de octubre de 2010 a un público sabadellense que pocas veces corresponde adecuadamente. En esta ciudad cuesta ponerse de pie: los aplausos no sobrepasan la calidez y un poco de entusiasmo.
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