Crítica de David Santana de la ópera Lucia di Lammermoor, de Donizetti, en el Teatro Principal de Zaragoza, bajo la dirección musical de Ricardo Casero y escénica de Joan Antón Rechi
Zaragoza se despide de la ópera con Lucia di Lammermoor
Por David Santana | @DSantanaHL
Zaragoza, 15-XI-2024, Teatro Principal. Lucia di Lammermoor de Gaetano Donizetti. Leonor Bonilla (Miss Lucia), Damián del Castillo (Lord Enrico Ashton), Leonardo Sánchez (Sir Edgardo di Ravenswood), Héctor Rodríguez (Lord Arthur Bucklaw), Mariano Buccino (Raimondo Bidebent), Helena Resurreiçao (Alisa), Andrés Sánchez-Joglar (Normanno). Orquesta Reino de Aragón. Director musical: Ricardo Casero. Coro Amici Musicae. Director coral: Igor Tantos. Dirección de escena: Joan Antón Rechi.
Aragón es una comunidad humilde, que no es sinónimo de cateta. Y Zaragoza es algo más que un cruce de caminos o un hub comercial. Es fácil decirlo, pero no es tan sencillo demostrarlo.
Aragón puede ser fuente de cultura, y no solo servir de hospedería a las compañías musicales que, en su trayecto entre Madrid y Barcelona, se refugian del cierzo en los auditorios maños. Así lo demuestra la producción propia de Lucia di Lammermoor que cierra la 3ª Temporada de Lírica y Danza organizada por el Gobierno de Aragón y que ha tenido un total de cuatro pases: un pase del espectáculo de danza El hilo rojo en el Palacio de Congresos de Zaragoza; un pase de West Side Story en el Palacio de Congresos de Huesca y dos pases de Lucia di Lammermoor en el Teatro Principal de Zaragoza. Una temporada humilde en cuanto a número de funciones, pero valiente y bien acogida por el público, lo que hace completamente inexplicable su extinción por parte del Gobierno de Aragón y su director general de cultura Pedro Olloqui, decidido a convertirse en un moderno Savonarola.
El Teatro Principal de la capital maña lleva, al menos, veinte años obsoleto. Con tan solo 834 localidades, un escenario minúsculo y un foso incapaces de acoger apenas una orquesta completa, tratar de llevar cualquier producción operística a este anfiteatro resulta toda una hazaña. Fortuna audaces iubat, que dirían los antiguos habitantes de Caesaraugusta. La Orquesta Reino de Aragón logró acomodar a su casi medio centenar de músicos en el foso, arpa incluida, y Joan Antón Rechi encontró en la iluminación y el simbolismo elementos para engrandecer la modesta escenografía.
Musicalmente es una propuesta de primera categoría. Leonor Bonilla sigue manteniéndose espléndida en el papel de Miss Lucia que la hizo saltar a la fama en el Teatro de la Maestranza de Sevilla hace ya seis años. Tiene un gran control sobre su registro sobreagudo que le permite realizar matices y fraseos casi imposibles. Con una coordinación impecable con la flauta, hizo del aria de la locura (Il dolce suono), uno de los momentos más memorables y también más aplaudidos de la velada.
Además de ser pequeño, el Teatro Principal tiene una acústica bastante seca. Sin embargo, el reparto supo sobreponerse con unas voces con gran proyección y potencia. Destacaron en este aspecto tanto Damián del Castillo (Lord Enrico Ashton), con un notable fiato, pero que descuidó un tanto algunos finales de frase; y Leonardo Sánchez (Sir Edgardo di Ravenswood) con un potente chorro vocal muy bien colocado e igualado en cuanto a timbre que pudo mantener casi hasta el final cuando el cansancio empezó a afectar ligeramente a su fraseo. Mariano Buccino (Raimondo Bidebent), con una voz igual de potente y un fiato impresionante que no dudó en demostrar en su aria Ah! Cessate quel contento, pecó de una voz excesivamente pesada en la que faltaron una mayor gama de dinámicas.
Héctor Rodríguez (Lord Arthur Bucklaw) impresionó con su timbre metálico en el registro agudo que se diferenció claramente en un sexteto brillante. La excelente selección de timbres permitió apreciar todos los detalles de este hito de la historia de la música que el público zaragozano aplaudió con gran júbilo.
El Coro Amici Musicae tuvo un gran protagonismo en el tercer acto, que arrancó directamente con el D’immenso giubilo, y que fue el que mejor funcionó escénicamente, ya que el grupo de cantantes se transformaba en parte del decorado, dándole así un mayor empaque y logrando una fotografía digna de cualquier gran producción, gracias, en parte, a un vestuario bien escogido. Musicalmente, sin embargo, eché en falta mayor potencia en las cuerdas de las mujeres, mientras que los tenores tuvieron demasiado protagonismo.
La labor de Ricardo Casero en el foso fue encomiable, prestando mucha atención a las flexiones rítmicas de los cantantes para encauzar a una Orquesta Reino de Aragón entregada. Si bien algunas secciones, como es el caso de las trompas, no tuvieron su mejor día, las maderas y el arpa estuvieron impecables.
Este 17 de noviembre se ofrecerá un segundo pase de Lucia di Lammermoor en lo que será el cierre de la 3ª, y tal vez última, Temporada de Lírica y Danza en Aragón con un teatro prácticamente lleno. Si ha sido uno de los 1.600 afortunados que asistió a alguno de los dos pases, podrá decir que este noviembre vio morir en el mismo escenario a Lucia y a la ópera en Aragón.
Foto: Facebook Leonardo Joel Sánchez
Compartir