Por Beatriz Cancela |@beacancela
Santiago, 18-IX-19. Teatro Principal. XX Ciclo de Lied 2019. Amigos de la Ópera de Santiago. Bajo-barítono: Luca Pisaroni. Piano: Maciej Pikulski. Obras de Beethoven, Reichardt y Schubert.
Como cada mes de septiembre desde hace veinte años tiene lugar en Santiago una cita irrevocable con el lied. Un ciclo que desde el año 2015 viene organizando la Asociación de Amigos de la Ópera de Compostela (ADOC) y que en esta ocasión propuso tres interesantes conciertos. Un viaje ilustrado con el cuadro famoso de Julius Schmid (1897) donde se anticipa la relevancia del gran maestro vienés y con parada en tres estaciones: desde el origen centroeuropeo del género hasta la gran cima schubertiana que supone Winterreise y finalizando con la (re)visión posterior de compositores contemporáneos de España, Francia y América.
La primera toma de contacto prometía. Pisaroni goza en la actualidad de una intensa proyección en el ámbito operístico y, de modo más específico, en lo referente al abordaje de personajes mozartianos. Sin ir más lejos, sus intervenciones venideras destacarán por su versatilidad a la hora de enfundarse en papeles de bajo-barítono como el de Don Pizarro (Fidelio), Fígaro (Las bodas de Fígaro) y Zoroastro (Orlando), o barítono como Guglielmo (Così fan tutte), o en Zürich y París como Don Giovanni, misma ópera en la que también ejercerá del bajo Leporello en Múnich. Sin duda, un timbre vocal de gran personalidad y riqueza, que despertó interés de antemano para verlo frente a un repertorio tan purista como es el del lied.
Bajo dos secciones bien diferenciadas discurrió el recital, pese al elemento inherente a este tipo de composiciones donde cada una de ellas posee una atmósfera propia y particular. En la primera parte, más aérea en emisión, Pisaroni optó por una ejecución tendente a un lirismo contenido y natural. De este modo discurrió por cinco lieder en italiano de Beethoven (1770-1827) con ciertas reminiscencias operísticas, sobre todo en la grácil La partenza (WoO 124, 1795), con texto del famoso libretista Metastasio, todavía más visibles en L'amante impaziente I (Op. 82, 1809-1810).
Continuando en esta línea y también en su lengua materna fluía una selección de Reichardt (1752-1814) de los Sonnetti e canzoni di Petrarca, aunque incrementando artificios y recursos expresivos. Ejemplo de ello lo constituyó Più volte già del bel sembiante o especialmente Pace non trovo, donde la dificultad melódica de la obra fue afrontada con un fraseo cuidado y delicado por el italiano. En Or che'l ciel e la terra brindó una ejecución de gran expresividad recorriendo una extensa tesitura vocal con gran facilidad y haciendo frente a los graves con firmeza y resolución.
Más correcto y menos teatral, comenzó la segunda parte dedicada íntegramente a Schubert (1797-1828). Con grandes dosis equilibradas de aplomo y sensibilidad, descubrimos a un Pisaroni amante del repertorio liederístico del vienés, como luego defendió. De entre todos ellos, Erlkönig (D 328, 1815) y el recurrente tema de la muerte, resultaría especialmente dramático por la gran carga expresiva que brindaría y sobre todo por su estremecedora incidencia vocal en los graves.
Una magnífica propuesta en la que, cómo no, también Pikulski tiene que ver. Pianista y solista ya habían compartido tablas con anterioridad y con un programa semejante. Ambos congenian en elegancia, destreza y afabilidad, al igual que en su capacidad de adaptación al carácter de cada obra. En definitiva, una propuesta de buen gusto y plácido disfrute.
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