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Crítica: «Los gavilanes» en el Teatro de la Maestranza

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Autor: José Amador Morales
14 de mayo de 2024

Crítica de la zarzuela Los gavilanes de Jacinto Guerrero en el Teatro de la Maestranza de Sevilla, bajo la dirección musical de Óliver Díaz y escénica de Mario Gas

«Los gavilanes» en el Teatro de la Maestranza de Sevilla

Primeros Gavilanes del Maestranza

Por José Amador Morales
Sevilla, 10-V-2024. Teatro de la Maestranza. Jacinto Guerrero: Los gavilanes. Javier Franco (Juan), María Rodríguez (Adriana), Alejandro del Cerro (Gustavo), Sofía Esparza (Rosaura), Lander Iglesias (Clariván), Esteve Ferrer (Triquet), Carmen Boza (Leontina), Carmen Serrano (Renata), Enrique Baquerizo (Camilo), Alicia Naranjo (Nita), Andrea Carpintero (Emma). Coro Teatro de la Maestranza (Íñigo Sampil, director). Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Óliver Díaz, director musical. Mario Gas, dirección escénica. Producción del Teatro de la Zarzuela de Madrid

   La tradicional cuota el Teatro de la Maestranza dedica cada temporada a la zarzuela habitualmente en primavera, ha traído por primera vez (¡!) un título tan entrañable como Los gavilanes, la obra que Jacinto Guerrero compusiera para el Teatro de la Zarzuela y que fuera estrenada el 7 de diciembre de 1923. A pocos meses, pues, de su centenario (también del de otro título paradigmático como la Doña Francisquita de Amadeo Vives que ha pasado desapercibido en la ciudad hispalense, no así en ciudades cercanas como Jerez, Málaga o Córdoba), la zarzuela de Guerrero ha sido puesta en escena con la producción que hace tres años diseñara Mario Gas, con escenografía de Ezio Frigerio y vestuario de Franca Squarciapino para el teatro madrileño, excelentemente comentadas para Codalario por Raúl Chamorro y Aurelio M. Seco en diversas representaciones.

   No en vano, este mismo equipo creativo firmaba aquella memorable propuesta escénica de La tabernera del puerto de Pablo Sorozábal que pudimos disfrutar en el escenario maestrante en 2018, sin duda unas de las mejores funciones que se hayan podido contemplar en este coliseo dedicadas a nuestro género lírico. Sin embargo, en esta ocasión ciertamente el planteamiento no terminó por funcionar del todo, dando la sensación de que siempre había algún elemento – o varios – que no llegaba a ajustarse del todo (y en el todo). Las proyecciones de fondo, que de partida daban un toque de color local, de aldea costera, acabaron por pasar desapercibidas ante las omnipresentes estructuras metálicas, anulando el efecto pintoresco. Sobre esta base escenográfica, la obra se desarrolla sobre una ausencia de dinamismo y un vacío general sobre el escenario, particularmente llamativo en las transiciones escénicas. Por otra parte, y dejando a un margen el citado precedente, la función resultó bastante ágil en lo narrativo y permitió conectar de forma directa con la sencilla trama al ser ofrecida sin descansos, con lo que en menos de dos horas había concluido.

«Los gavilanes» en el Teatro de la Maestranza de Sevilla

   Javier Franco encarnó un Juan cantado con elegancia, buen gusto e indiscutible entrega a despecho de una materia prima con cierta falta de empaque y punta tímbrica, como demostró en «Mi aldea», la célebre primera escena. A su lado, María Rodríguez hizo sufrir un tanto en una tesitura que le venía grande, especialmente en el registro agudo, si bien terminó por convencer gracias a una importante proyección vocal y a una lograda caracterización dramática del personaje de Adriana. Por su parte, Alejandro del Cerro obtuvo un incuestionable éxito en el rol del romántico Gustavo gracias a su musicalidad – hermoso fraseo en «Flor roja» - a pesar de una técnica no del todo aseada. Correcta y convenientemente juvenil Sofía Esparza como Rosaura y muy idiomáticos Lander Iglesias y Esteve Ferrer en la pareja de Clariván y Triquet, al igual que la formada por Carmen Serrano y Enrique Baquerizo como Renata y Camilo.

   Óliver Díaz ofreció una lectura brillante, con un atractivo equilibrio entre el precioso sonido obtenido de una fantástica Sinfónica de Sevilla y una importante intensidad teatral que compensó en buena medida el vacío escénico ya comentado. El director ovetense volvió a mostrar una vez más su capacidad para acompañar las voces, a quienes transmitió su entusiasmo al igual que a los músicos de la orquesta, y su intuición a la hora de extraer la articulación oportuna, la tensión requerida o el efecto en el momento adecuado. Bien el coro del Maestranza, tras una primera aparición bastante desajustada, aunque algo por debajo de la excelencia a la que nos tiene acostumbrados.

Fotos: Teatro de la Maestranza

«Los gavilanes» en el Teatro de la Maestranza de Sevilla
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