Adiós a Lorin Maazel. Por Alejandro Martínez

ADIÓS A LORIN MAAZEL

Por Alejandro Martínez

   Lorin Maazel, como el recientemente desaparecido Frühbeck, parecía inmortal. Ambos, como Abbado, habian formado parte de nuestro panorama musical desde que tenemos uso de razón. La figura de Abbado, mucho más frágil y vulnerable, ya hacia presagiar la tragedia desde hacia años. Pero Maazel, a pesar de esa figura enjuta y ya encorvada, ofrecía la imagen de una natural fortaleza, de nuevo como Frühbeck y un poco al estilo de ese joven eterno que es todavía hoy Zubin Mehta. Curiosamente ha sido en el décimo aniversario de la muerte de Carlos Kleiber y a un par de días del 25 aniversario del fallecimiento de Karajan cuando se ha ido también Lorin Maazel, con 84 años. Poco a poco se apaga una generación entera de músicos mayúsculos. Su salud había empeorado durante los últimos meses, cancelando de hecho varios compromisos en su agenda y sorprendiendo singularmente la noticia, hace apenas unas semanas, de su cese voluntario como titular de la Filarmonica de Múnich. Su fallecimiento, tal y como reza el comunicado oficial, se ha producido a resultas de las complicaciones devenidas de una neumonía.

   Su trayectoria ha sido una de las más longevas que puedan rastrearse. Nacido en 1930, desde los 9 años deslumbró dirigiendo a varias orquestas estadounidenses, siendo invitado a ello por maestros de la talla de Stokowski o Toscanini. Sus éxitos se sucedieron de forma vertiginosa (Scala en el 55, Salzburgo en el 63), con hitos tan notorios como el de haber sido en 1960 el primer director norteamericano, y la más joven batuta, en ocupar el foso de Bayreuth, con Lohengrin. A su cargo tuvo la titularidad de algunas de las principales orquestas y teatros del mundo: Deutsche Oper de Berlin (1965-1971), Orchestre Philharmonia de Londres (1970-1972), Orquesta Sinfónica de la Radio de Berlín (1965-1975), Orquesta de Cleveland (1972-1982), Staatsoper de Viena (1982-1984), Sinfónica de Pittsburgh (1984-1996), Orquesta Nacional de Francia (1988-1990), Symphonieorchester des Bayerischen Rundfunks (1993-2002), Filarmónica de Nueva York (2002-2009), Orquesta de la Comunidad Valenciana (2006-2014), Orquesta Filarmónica de Múnich (2011-2014).

   La sombra que arroja su trayectoria, amén de su longevidad, es extraña, ya que alternó faenas de gran personalidad, con un cuño reconocible, con temporadas de una mayor rutina, con agendas cargadas de conciertos y una personalidad un tanto funcionarial. En España pudo disfrutarse de su trabajo con especial dedicación en torno a los primeros pasos del Palau de Les Arts, cuya orquesta titular confeccionó personalmente. Si tuviéramos que quedarnos con los principales pilares de su repertorio, cabría mencionar su todavía hoy referencial Sibelius, su contundente Strauss o su impecable y mimado trabajo con Ravel y Debussy. En materia operística, brilló sobre todo con Puccini y con Wagner.

   El Festival de Castleton, fundado en 2009, queda como su último testimonio, vinculado a la tierra donde residía, en una antigua granja de Virginia. Fue el pasado 28 de junio de 2014 cuando tuvo lugar su último concierto, dirigiendo Madama Butterfly en la inauguración de dicho festival.