2-9-12 LOHENGRIN (Richard Wagner) Klaus Florian Vogt (Lohengrin), Annette Dasch (Elsa de Brabante), Susan MacLean (Ortrud), Thomas J. Mayer (Friedrich von Telramund), Wilhelm Schinghammer (Rey Enrique), Ralf Lukas (El Heraldo). Dirección musical: Sebastian Weigle. Versión concierto.
NO HUBO CANTO DEL CISNE
Al igual que "Der Fliegende Holländer", "Lohengrin", estrenada en Barcelona el 17 de mayo de 1882 en el Teatre Principal y en el Liceu el día 6 de marzo de 1883, es una obra encuadrada en la tradición de la ópera romántica alemana. La encarnada por los Weber, Spohr o Maschner. Particularmente, Lohengrin y especialmente la pareja antagonista o malvada, Ortrud y Telramund son claros sucesores de Eglantine y Lysiart de la magnífica ópera romántica "Euryanthe" de Carl Maria von Weber. Asimismo, es una obra clave en la propagación de la música wagneriana en las zonas allende las fronteras alemanas y, especialmente, las latinas y mediterráneas, gracias a la interpretación de la obra (casi siempre en italiano) por parte de legendarios tenores italianos y españoles, como Gayarre (el intérprete ideal del papel según el propio Wagner), Masini, Valero, Tamagno, Fleta, etc...
La actuación de orquesta y coro volvió a ser fantástica. Opulencia, brillo y esplendor sonoros, detalles primorosos, exactitud y dinámicas embriadadoras. Weigle, una vez más, ovacionadísimo, con una labor pulquérrima, impecable, pero falto de ese punto de inspiración, de suprema tensión y personalidad que caracteriza a los grandes. Pero esta vez el reparto sí resultó prácticamente inadmisible y, particularmente, molesto para quien escribe estas líneas. Annette Dasch como Elsa, con una voz totalmente desimpostada, emisión calante, desafinaciones constantes, sonidos sin firmeza, duros, desabridos e hirientes hace pensar, no sólo cómo puede cantar en Bayreuth, sino cómo puede hacerlo profesionalmente. Lo mismo puede decirse de Susan Maclean como Ortrud. Voz totalmente retrasada, caída de posición, incapaz de colocar un sonido en su sitio, y que convierte en alaridos infames cualquier nota en la zona de paso - aguda. Una escena tan vibrante como la invocación a los Dioses profanos del acto II, quedó reducida a la triste contemplación de una supuesta cantante profesional (¡y de Bayreuth!) convertida en una señora de la calle. Gutural, de timbre mate y árido y modos toscos el Telramund de Thomas J. Mayer. Los defensores del tenor Klaus Florian Vogt aluden a la pureza y claridad que debe tener la voz que encarne al caballero del cisne. A ello suman que, además, su voz corre sin problemas en el teatro y que su canto es correcto y afinado. Nada que objetar a esto último, pero es que el timbre del tenor alemán no es que sea claro, es que es blanco hasta lo infantil, de manera que abre la boca y uno no sabe si está escuchando a un contratenor o a un niño de la cantoría de una iglesia. Además, los acentos son siempre lánguidos, linfáticos, blandengues, por lo que resulta ayuno de la minima consistencia, color, virilidad y acentos que debe tener un tenor romántico y no digamos del corpus wagneriano. A ello hay que sumar sus problemas técnicos, un tenor ultralírico y que no es capaz de emitir un "la" natural timbrado, cubierto, colocado, con punta y expansión (como se pudo comprobar en el racconto "In fernem land"). Asimismo, su canto es correcto y afinado, pero aburridísimo, falto de la más mínima variedad e incisividad en su fraseo. Sus fans también inciden en que es único, por lo que debemos estar asistiendo al alumbramiento de una nueva vocalidad: el Heldencastrato, el Heldenevirado o el Heldenkind.
Para finalizar, una reflexión sobre el mito Bayreuth. Más allá de las excelencias de sus cuerpos estables, de la sala y su foso y de la mística de los wagnerianos más recalcitrantes, que seguro creen ver el espectro del genio paseándose por el teatro y alrededores, cabe preguntarse si compensa realmente lo caro que resulta un viaje allí, esperar a que te concedan entradas cuando les parezca, si tenemos en cuenta que orquestas y coros buenos hay en bastantes teatros, que además, ofrecen Wagner con mejores cantantes, producciones menos discutibles (en algunos casos) y mejores directores musicales. Sin ir más lejos, en Valencia, aquí cerquita (no sabemos lo que durará), se ha podido ver un "Anillo" con una magnífica orquesta, estimable producción, solventísimo nivel canoro y un director musical, Zubin Mehta, claramente superior a Weigle, Schneider, Gatti o Jordan, habituales del Festival de Bayreuth. Y además, con playa y paella, Cada uno que saque sus conclusiones.
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