Una entrevista de Agustín Achúcarro | Foto: Jason Homa
La soprano Lisette Oropesa habla con CODALARIO en plena vorágine de la crisis del Coronavirus, una época de incertidumbre y dolor, que tiene obligada presencia en la conversación de una cantante que se halla en un proceso de expansión, siendo cada vez más reconocida y valorada. Oropesa se muestra afable y extrovertida, sin perder la sonrisa, a la que recurre con frecuencia. Ella traslada la idea de una voluntad férrea para conseguir sus objetivos y que sus triunfos han sido producto de una corredora de fondo. Una metáfora que cuadra perfectamente con la cantante, ya que es una experta corredora. Esta soprano nacida en Nueva Orleans, hija de músicos llegados a EE. UU. de Cuba, cantó su primer papel importante, Susana de Las bodas de Fígaro, en el Metropolitan de Nueva York con tan solo 22 años y su llegada a los teatros europeos supuso un crecimiento imparable en su carrera, en la que se adueñó de papeles como Gilda, Konstanze, Lucia, Rosina o Violetta.
¿Cómo está viviendo esta situación de confinamiento debido al COVID-19?
Para nosotros los cantantes la salud es lo más importante y con el Coronavirus tenemos la posibilidad de que enfermen nuestros pulmones, y sin ellos no podemos cantar. Estamos en una guerra de la salud, pero también de la economía, pues todos hemos tenido que cancelar actuaciones ya contratadas sin cobrar, por lo que si uno no tiene una cuenta de ahorros, una casa o algo para mantenerse es muy difícil seguir adelante, máxime teniendo en cuenta que no sabemos cuándo vamos a poder regresar al trabajo, ni si va a haber gente que quiera volver al teatro. Para nosotros esta situación nos produce mucho miedo.
¿Qué hace para mantener en forma la voz? ¿Cómo supera el hecho de no saber cuándo volverá a cantar?
Estoy tratando de fijarme en lo que sí puedo hacer; por ejemplo, poseo un contrato para grabar catorce arias de Mozart, algo que tengo muchas ganas de realizar, y entonces me centro en preparar unas obras muy complicadas. Si no fuera por eso creo que estaría un poco depresiva, pues a veces casi no tengo ganas de cantar y es muy difícil buscar la motivación. Cuando abro mi ordenador y leo las noticias resulta muy triste, pues todo el mundo está sufriendo mucho. Gente que se está muriendo, personas que están en su casa sin poder dar de comer a sus hijos. Todo esto es algo muy duro de superar, por lo que trato de no leer mucho las noticias para mantener un poco la esperanza, aunque no renuncio a estar informada. Ahora en EE.UU. nos permiten salir a correr, pero no se puede entrar en un supermercado sin mascarilla.
Quizá el mundo de la Música no está muy preparado para situaciones como esta.
Es cierto. Siempre somos de los últimos, porque no creen que nuestro trabajo pueda ser esencial. Pero si se mira lo que le pasa a todo el mundo, la gente está en casa viendo películas, conciertos, museos, óperas, leyendo libros por internet, y ése es el trabajo del arte. Si no fuera por los artistas sería tremendo estar en casa. Yo me pregunto: ¿mirando qué? ¿noticias todo el tiempo? Necesitamos ahora más que nada canalizar nuestras emociones a través del arte.
Háblenos de los orígenes de su carrera, del hecho de tener una madre cantante, de sus inicios con la flauta…
Creo que el decidir ser músico como trabajo es algo que uno toma después de mucha reflexión, porque no es fácil y mucho menos alcanzar el éxito. Uno puede ser cantante por gusto, pero para mantenerse hay que dedicar mucho tiempo y tener mucha disciplina. En mi opinión, la idea de ser músico es algo que llevaba conmigo desde muy chiquitita, pues siempre tenía ganas de cantar o de tocar la flauta, creo que se nace con ello. Pero también reconozco que cuando empecé a cantar en la iglesia, a ganar concursos, a cantar solos, a preparar papeles, la gente me apoyó mucho y eso me ha ayudado a seguir por este camino. Creo que el recibir apoyos es lo más importante; que gustes y te digan que tienes que seguir, frente a gente que te dice que no le gusta tu voz, que cantas horrible. Yo he tenido la fortuna de tener siempre a mi lado personas que creían en mí y eso es fundamental.
Por tanto, esos apoyos han sido imprescindibles en su carrera…
Tuve la suerte de tener una madre que cantaba, mi padre también lo hacía y mi abuelo, por cierto, muy bien. Mucha gente nace sin ese aporte genético, pero tienen un don, una voz muy bonita. Es fundamental el gozar de oportunidades, y por eso no se debe cortar el estudio constante. Cuando veo que en EE. UU. siempre que dicen que tienen que ahorrar cortan por la cultura, por programas dedicados a las orquestas, me parece ridículo, porque los niños lo necesitan, pues es una manera saludable para que posean emociones, aunque luego no se dediquen a ningún arte.
¿Qué idea tiene usted de la voz, del canto?
Creo que es el instrumento más natural que tenemos. La música, el canto profesional es otra cosa, pero la voz está ahí y la tenemos desde nuestro nacimiento. Yo he estado el otro día corriendo con mi marido, porque aquí en EE. UU. todavía se puede hacer, y yo le decía que cada día le doy gracias a Dios por poder cantar, ya que es algo que se puede hacer en cualquier sitio, y resulta muy especial. Menos mal que lo tenemos, porque si no, sería un mundo con mucho silencio. Claro, luego lo que hace un profesional es algo muy especial, pero creo que el fundamento se basa en algo que tenemos en origen o que no tenemos y que después hay que ir perfeccionando.
¿Cómo valora la evolución de su voz a través de personajes como Rodelinda, Lucia o Traviata?
La voz tiene una personalidad específica, yo siempre digo que soy lírico coloratura o lírica de agilidad, y hay papeles que están escritos para ese tipo de voz. También influye la edad, la personalidad como artista y lo que uno es como persona. Todo eso te da una dirección hacia dónde ir. Una persona que es joven, llena de energía, va a cantar personajes específicos que demuestran eso, y si es más reservada, más tímida, habrá otros papeles que le irán mejor. Por lo que pienso que no solamente es la voz que tengas sino el carácter que poseas, que hará que dispongas de unas características específicas que le podrán ir muy bien a un determinado personaje. Los papeles que hasta ahora he cantado son sobre todo de gente joven, enamorada, escritos para la voz que yo tengo, sin olvidar el carácter.
Pero los papeles citados tienen su lado fuerte.
Sí, claro que sí. Todos los personajes de ópera son fuertes, aunque sean personajes que sufran, aunque sean víctimas, ya sean reinas o sirvientes. Si no fuera así, no estarían escritos. A mí me gusta siempre mostrar que las mujeres no son víctimas. Alguna, como Violetta, escoge su destino y aunque sabe que se está muriendo, que el padre de Alfredo no está interesado en que ella forme parte de la familia, decide seguir el consejo de Germont para proteger a la hermana de Alfredo. Con esta decisión se convierte en una salvadora de otra persona, luego ya no es una víctima sino una heroína. Aunque no siempre tengan opciones, pues la sociedad en la que viven decide por ellas, muestran que superan todo eso tomando la decisión que quieren. En mi opinión, todas tienen algo que les hace elegir un camino por su propia voluntad y es muy importante demostrar esto en el escenario. Para poder hacerlo hay que tener un regista que piense lo mismo y se empeñe en demostrarlo. Técnicamente no son nada fáciles, por ejemplo Rodelinda canta toda la noche. Yo, al abordarlos, me fijo siempre primero en la música y en lo que los otros personajes dicen de ellas, cómo las describen. Es importante buscar ideas que sean útiles para un buen desarrollo de la ópera.
¿Cómo actúa para conectar con los directores musicales y de escena?
Tenemos que estar todos de acuerdo, pero casi nunca lo estamos (sonríe). Es necesario llegar a un punto de compromiso, porque ninguno de los tres, regista, director y cantante, tiene el control total. Si, por ejemplo, el director de escena quiere hacer una cosa específica, el cantante o el maestro pueden argumentar por qué no se puede hacer. Tenemos que colaborar y trabajar juntos. Yo siempre digo que escojo mis batallas. No quiero ponerme en guerra con todo el mundo, y además soy una persona abierta a la hora de interpretar cosas con las que a lo mejor no estoy de acuerdo, pero si el director me convence, porque eso sirve para acentuar lo que él quiere transmitir sobre la obra, yo como actriz lo hago.
Y luego en el escenario siempre puede llevar ciertas cosas a su terreno.
Si, claro, se puede cambiar alguna cosa, pero somos colegas y debemos de tener en cuenta que, si una persona decide hacerlo, puede ser negativo. Estaba una vez en el ensayo general de una ópera y el tenor cambió totalmente lo que debía hacer, salió por un lado diferente a lo propuesto, anduvo detrás de mí sin que hubiéramos quedado en ello, y yo tuve que improvisar y seguirle. Esto es algo que no se debe hacer porque hay otra gente en el escenario contigo, no importaría tanto si estás solo. Luego le pregunté por qué lo había hecho y me respondió que no le gustaba lo que le habían indicado, por lo que quiero que sepas que lo voy a hacer así. Yo le repuse -tira de ironía- que eso me lo tenía que haber dicho antes y no después. Es una actitud que no recomiendo que se tenga.
¿Cómo ha llevado en su carrera las exigencias del mercado?
Bueno, al principio no puedes decirle no a nadie, y eso le sucede a cualquiera. Las únicas veces que he dicho que no es cuando me han ofrecido papeles que literalmente yo no podía cantar, por ser muy altos o muy ligeros, con muchos agudos, pues si no tengo las notas me niego a cantar, pero he tenido que interpretar papeles que no me interesaban. Tras varios años, sobre todo desde que cambié de agente, las cosas cambiaron. Yo cantaba mucho en el Met de Nueva York papeles pequeños, pero llegó un momento en que tuve la oportunidad de cantar papeles más importantes en teatros pequeños europeos, y para tener la oportunidad de cantarlos tuve que salir del Met. Dejar varios años de cantar allí, creo que para mí fue perfecto. No es que no quisiera interpretar papeles chiquitos, es que necesitaba abordar personajes más grandes, que creía que ya tenía en mi voz. Llegué a Europa, empecé a cantar en España, en Alemania, en Inglaterra y comencé a tener éxito. Y así me fui haciendo la carrera. La forma de llegar no es para todos igual, algunos salen de los programas de jóvenes directamente hacía una carrera grandísima, pero yo canté muchos comprimarios hasta llegar a los papeles más grandes, algo que llegó a demorarse hasta diez años.
Recurre a consejos externos de sus maestros mientras prepara una obra.
Bueno, depende del papel y si dispongo de tiempo. Sí, puedo acudir a un especialista cuando hay que elegir sobre determinadas ornamentaciones. Esto ocurrió con Rodelinda en el Liceo de Barcelona, en donde hubo mucho tiempo para estudiar y elegir ornamentaciones. Me gustó mucho el trabajo que hicimos con esa ópera, fue difícil pero divertido. Por norma, siempre prefiero llegar preparada a los ensayos y sobre esa base si hay que cambiar algo, hacerlo.
¿Qué precisa para que se produzca esa situación en una representación en que parece que todo va de maravilla y se llega a un estado indefinible?
No sé cómo se produce esa situación, pero lo único que puedo hacer es ser auténtica y decir siempre la verdad. Es algo que a veces me da miedo, pues hay que ser muy abierto y enseñar a todos lo que llevas dentro, lo que estás sintiendo, dejar que se vean tus emociones. Y esto es lo que hace al teatro especial, cuando una artista está completamente expuesta a darlo todo. Y luego están los compañeros, pues si tenemos entre nosotros una química, lo que se produce es increíble y si no (risas) hay que crearla de alguna manera y ser lo más profesionales que se pueda. Lo cierto es que casi todos los colegas son increíbles, pues saben la dificultad que supone ser cantantes y que si nos apoyamos surgirá algo especial.
¿Cómo se supera un mal día?
Yo nunca he tenido que cancelar hasta ahora por enfermedad, pero sí he tenido que anunciar que no me sentía bien y que había tenido que medicarme. Yo hago ejercicio, soy vegana, y me tomo muy en serio el tema de la salud, pues los cantantes son como atletas. No soy la primera persona que lo dice, y por tanto es nuestro cuerpo el que hace el trabajo y no nos pagan para que enfermemos. No tenemos micrófonos, no tenemos otra gente que nos pueda tapar si estamos cantando mal, estamos muy expuestos y todo el mundo se está fijando en nosotros, por lo que es una responsabilidad muy grande, que a veces genera mucha ansiedad. Hay que intentar hacer las cosas lo mejor posible cada día. Cuando no salen bien, procuro no darle vueltas y decirme que somos humanos, lo hice lo mejor que pude y la próxima vez haré tal o cual cosa.
¿Y cómo se asimila el éxito?
Bueno a mí me encanta (contesta con sorna). Se produce un poco de tiempo un estado especial. Yo siento que, cuando una función ha sido un éxito, me quedo en ese mundo un rato, no es una sensación que se enciende y se apaga, como una luz, es más parecido a subir y bajar una loma más que una cuesta. Aunque uno se acostumbra. Soy muy perfeccionista y tras terminar una función, aunque haya sido un éxito, siempre me voy a casa pensando en qué puedo mejorar, qué voy a cambiar, como no respirar en determinado sitio, cantar de otra forma un determinado pasaje... No me digo a mi misma qué lindo he cantado, soy la mejor, sino qué puedo hacer mejor.
El público, la crítica ¿pueden ser crueles?
[Responde rauda entre sonrisas] Sí, ustedes sobre todo. El público de ciudades europeas como Madrid o Milán sabe escuchar ópera y son más difíciles. Leo críticas de otros cantantes y pienso: Dios mío si dijeran esto de mí. Me quedo impresionada, no resulta nada fácil leer críticas. Si a alguien no le gusta mi voz, qué puedo hacer yo. Cuando vemos algo sobre nosotros que es un poco personal, nos importa, pues queremos ser queridos, ser amados. Las críticas suelen aparecer después de la primera función y luego hay que seguir cantando el resto, por eso muchos cantantes no las leen hasta haber concluido todas las representaciones y creo que es una postura muy inteligente.
Usted ha dado clases magistrales ¿en qué se centra? ¿cómo ve a las nuevas generaciones?
Hay que ser un ejemplo, así que no vale con decir que hagan determinada cosa, sino que tú debes hacerla. Trato de vivir lo que aconsejo, y si les digo que tienen que hacer determinada cosa es porque es verdad, porque sale de mi experiencia. Los jóvenes cantantes, en su mayoría, están enamorados de la ópera y hay muchos que tienen mucha pasión, por lo que verles, me inspira. Es muy importante tener una generación dispuesta a llegar a base de trabajo, y no por medio del éxito fácil, a ser famosos.
¿Qué opina de los conciertos, los recitales y las grabaciones?
El recital creo que es todavía más difícil que la ópera, pues está una sola frente al público, se canta en diferentes idiomas y estilos, con un pianista con el que hay que tener una colaboración muy cercana. El recital de lieder, de canciones, es complicado porque hay que construir un camino. No se pueden poner infinidad de obras sin tener claro cómo se va de la una a la otra. Es mejor poder planearlo de forma que pueda tener un camino, una lógica emocional determinada. Me encanta decidir lo que quiero cantar, lo que quiero decir, cuál es mi mensaje, cantar lo que más me gusta
¿Cuál es lo que más le gusta?
Todo. Yo soy horrible, estoy fatal, me encanta la música francesa, los lieder de Schubert, la música española, la italiana, Mozart, todo. Tengo una voz que me permite escoger dentro de un amplio repertorio, por lo que hay variedad donde elegir.
¿Qué piensa de los conciertos con orquesta?
Me encantaría cantar más oratorios y música sacra, tener más tiempo para esto. Un año hice las dos Pasiones de Bach, qué música más preciosa, ¡ay, Dios mío! qué música más maravillosa que yo nunca había cantado. Me pasé en el cielo todo el tiempo.
¿Y de las grabaciones?
Ahora estoy preparando mi primera grabación profesional de un cedé en estudio con una compañía de la que todavía no puedo hablar, pero sí decir que es un disco de arias de Mozart. He grabado en vivo, pero en un estudio será una experiencia diferente, pues se puede parar, repetir y elegir un determinado pasaje, hasta llegar a un punto en que puedes decir ok, ahí lo dejamos. Tengo muchas ganas de ver cómo sale y tener mil oportunidades para seleccionar lo que nos salió mejor. No es lo mismo que cantar en vivo y esperar que todo salga bien.
Cuando tiene tiempo libre ¿a qué lo dedica?
Yo corro cinco veces por semana, por lo que si puedo hago deporte. Y me encanta estar en la naturaleza, en la montaña. Cuando trabajo estoy en ciudades grandes, con muchos edificios, gente, bullicio, coches, y me gusta escaparme de eso e ir a donde haya árboles y monte. A mí no me gusta mucho la playa, no es mi plan favorito. La verdad es que a veces no se pueden ni planear las vacaciones, pues el trabajo cambia y, de repente, te llaman en el último minuto para ir a cantar porque ha habido una cancelación. Y ahora con el Coronavirus esto sucede más que nunca, pues están intentando trasladar las funciones canceladas a septiembre o en fechas posteriores.
¿Cómo lleva lo de las sustituciones por cancelación?
Lo he hecho muchas veces. Sí, genera estrés, pero una no tiene mucho tiempo para pensar, pues lo hace o no lo hace. No hay tiempo para procesar las cosas, así que es mejor hacer lo que tienes que hacer, ser profesional y no fijarte en lo que te asusta. Cuando he sustituido a otra cantante, he tenido bastante éxito.
¿Cómo ve el movimiento Me too en el mundo de la ópera?
El trabajo que hacemos nosotros es un poco raro, no trabajamos en una oficina en donde hay un jefe y empleados. Trabajamos en un teatro donde hay emoción y la gente tiene que besarse, tocarse, somos gente que vivimos solos y nuestro estilo de vida es completamente diferente al que tiene la gente que trabaja en un lugar concreto. En nosotros el me too no es blanco o negro, no se puede explicar. Yo nunca he tenido a nadie que me haya dicho «Lisette si no haces esto conmigo, no te doy trabajo», pero sí he visto que hay gente que hace chistes o dice cosas que no debería decir, pues está fuera de lo normal, de lugar.
Teniendo en cuenta lo imprevisible del momento actual ¿qué proyectos tiene para el futuro?
Puedo decir que volveré a Madrid para cantar varios papeles de bel canto romántico, incluso se podría intentar retomar La traviata cancelada, aunque esto está a expensas de lo que diga el gobierno sobre el Estado de alarma. Cantaré en La Scala, en Londres, y debutaré en Viena. Algunas cosas se han cancelado por el Coronavirus, como mi debut en el Festival de Aix-en-Provence. Voy a hacer un concierto en Praga y seguiré cantando personajes como Konstanze en varios teatros. Tengo mucho previsto, gracias a Dios.
¿Qué papeles le gustaría incluir en su repertorio?
Elvira de Los Puritanos y Amina de La sonámbula. Son dos papeles que tengo muchas ganas de cantar y espero que algún teatro me los ofrezca. De hecho, estamos trabajando para poder cantar La sonámbula, pero no hay nada fijo todavía. También se gestiona grabar óperas completas. Los Puritanos es la ópera que más quiero poder interpretar y espero hacerlo antes de que no pueda cantarla ya.
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