La soprano Lise Davidsen y el pianista Leif Ove Andsnes ofrecen un recital dedicado al lied en el Teatro Real de Madrid con obras de Grieg, Strauss y Wagner
Fenómeno vocal contenido
Por Raúl Chamorro Mena
Madrid, 8-I-2022, Teatro Real. Recital liederístico de Lise Davidsen, soprano. Leif Ove Andsnes, piano. Obras de Edvard Grieg, Richard Strauss y Richard Wagner.
No deja de resultar sorprendente que una cantante de la proyección y medios vocales privilegiados, fundamentalmente operísticos, de Lise Davidsen se presente en el Teatro de Ópera de Madrid con un recital de lied. Nadie se imagina a Birgit Nilsson debutando en La Scala de Milán con un liederabend o a Piero Cappuccilli haciendo lo propio en la Wiener Staatsoper con canzone de Tosti y Martucci. Eran otros tiempos, por supuesto. Que nadie pueda deducir ningún desprecio a este repertorio, por favor, que se engalana en Madrid con un magnífico ciclo de lied en un teatro más adecuado para la intimidad de estas piezas, como es el de La Zarzuela, y que cumple ya 28 temporadas, nada menos, algo que no pueden decir muchas ciudades de supuesto «mayor nivel musical» y en el cual hubiera tenido encaje ideal este evento. Cierto es también, que la Davidsen tenía previsto cantar en el Real en versión concierto la Crisotemis de Elektra con dirección de Salonen, pero la malhadada pandemia se llevó por delante esta programación como tantas otras. Tampoco es de extrañar, que muchos aficionados madrileños se pregunten cómo Amigos de la Ópera de La Coruña con sus limitaciones presupuestarias y de todo tipo, pudo programar un concierto con orquesta con la Davidsen y un suculento programa operístico, mientras el teatro de ópera de la capital, hay que subrayar Teatro de ópera, tiene que aprovechar la gira de presentación de CD de la soprano noruega y su compatriota el pianista Leif Ove Andsnes para lograr el referido debut.
En fin, expuesto todo ello, cada uno que saque sus conclusiones, personalmente pienso que hay que ser positivo en el nuevo año y todavía inmersos en las penurias de esta pandemia que parece inacabable, hay que valorar que hayamos podido disfrutar en Madrid de la voz y arte de Lise Davidsen, soprano cuyas cualidades vocales la acercan al territorio del «fenómeno vocal» y con un programa de cuya belleza nadie puede dudar.
El material vocal de la Davidsen me impactó en el Festival de Bayreuth de 2019 con la Elisabeth de Tannhäuser. Timbre amplio, caudaloso, extenso, riquísimo en brillo y armónicos, con cuerpo y carnosidad en el centro, bien emitido, con franqueza y naturalidad. Todo ello se ha confirmado en esta presentación en Madrid, pero hay que subrayar que estamos ante una soprano lírico-spinto, no dramática de momento, para lo cual le falta robustez en la zona de paso y un punto más de plenitud en la zona alta, así como un metal más acerado. Tampoco lo es por temperamento y planteamiento vocal, totalmente líricos. Por supuesto, que la cantante evolucionará, pero dado que hoy día todos parecen entronizarla como soprano wagneriana -la falta de voces de enjundia en la lírica actual tiene mucho que ver con ello- me permito afirmar que de las heroínas surgidas del estro del genio de Leipzig, de momento, debería abordar no más allá de Elsa de Brabante, Elisabeth, Eva y Siglinda.
La primera parte del recital estuvo dedicada al compositor noruego Edvard Grieg, músico de estirpe, pues su madre era profesora de piano y su hermano chelista. Su viaje a Lepizig y matrimonio con la soprano Nina Hagerup le inclinaron particularmente al repertorio vocal. Sechs Lieder-Seis canciones Op. 48 se compuso entre 1884 y 1889 y se encuadra en la tradición del lied alemán en combinación con elementos del romanse -especie de canción escandinava- sobre textos alemanes de Heinrich Heine, Emanuel Geibel, Ludwig Uhland, Walther von der Vogelweide, Wolfgang von Goethe y Friedrich Martin von Bodensted, respectivamente.
A partir de la segunda pieza «Dereinst Gedanke mein-Un día mi pensamiento» el terciopelo del timbre de la Davidsen, la calidad de su centro y la morbidez de la emisión acariciaron nuestros oídos desde la sobriedad y el rigor musical de una línea canora bien sostenida por Leif Ove Andsnes desde el teclado. Dos artistas noruegos en plena comunión con su compatriota compositor. Por supuesto, al fraseo, indudablemente cuidado, de la Davidsen le falta un mayor juego de matices y acentos, además de diferenciar plenamente cada canción. Por ejemplo, la profunda tristeza de «Zur Rosenheit – Hacia el tiempo de las rosas» frente a la alegría y esperanza que consagra la sexta y última pieza «Ein Traum-Un sueño».
Después de este primer bloque, Lise Davidsen micrófono en mano se dirigió en inglés al público al que deseó un feliz año 2022, además de mostrar su alegría por cantar en Madrid, por ver tanto público en el teatro -en realidad, el Teatro Real estaba muy lejos del lleno-, lo que le confiere esperanza de cara a que la música permanezca a pesar de todo y aludir al CD con música de Edvard Grieg que se acaba de presentar y constituye el eje de esta gira. Asimismo, se refirió al carácter de las piezas del siguiente bloque a interpretar, el ciclo de canciones de Edvarg Grieg Haugtussa-La chica de la montaña, Op. 67 sobre texto del escritor noruego Arne Garborg. La fundamental presencia de la naturaleza, así como del amor romántico desde la óptica inocente, pastoril, y consiguiente decepción sentimental se valen del franco y suave melodismo del compositor noruego, impecablemente expresado por sus compatriotas, soprano y pianista, este último, tan sensible como brillante y colorista en la evocación de las imágenes de la Naturaleza. Por su parte, la Davidsen mostró su capacidad para recoger su exuberante instrumento, la acrisolada suavidad y calidez de su centro, la facilidad y espontaneidad de a emisión, sin asomo de forzatura y un fraseo, que impacta por su naturalidad y dulzura, por encima de acentos y contrastes, donde hay, lógicamente, margen de mejora. Esa capacidad de domeñar su suntuoso instrumento vocal impactó tanto como la sensación del oyente de estar ante un sonido que, como león enjaulado, pugna por desplegarse en todo su esplendor, así como el anhelo de que ello se produzca.
Abordó Davidsen la segunda parte con diferente vestido, como corresponde, y que igual que el de la primera parte resaltaba su imponente figura de casi 190 centímetros de altura. Los Cuatro lieder de Richard Strauss permitieron el anhelado despliegue vocal de la soprano noruega, pero faltó un legato de mayor factura, así como el adecuado tono melancólico y nostálgico tanto a «Ruhe, meine seele-Descansa alma mía!» como a «Morgen», por lo que destacaron claramente las dos piezas más expansivas, «Cecilia» con una magnífica preparación del clímax culminada con complicada volata que sube al si bemol agudo y, sobre todo, una espléndida «Befreit-Liberados» con un radiante ascenso, timbrado y bien colocado, en el clímax. Ambos fragmentos permitieron disfrutar de algo fundamental para el amante de las voces, la incomparable seducción e impacto de una voz privilegiada, dotadísima.
El ciclo de Lieder sobre textos de Mathilde Wesendock compuesto por Richard Wagner en 1857-58 reúne, además de bocetos directos de Tristán e Isolda, elementos tan esenciales de su concepto artístico como el sentido de la trascendencia, el lirismo intenso y envolvente, el amor romántico exaltado y metafísico, que sólo puede plasmarse en otra dimensión. El planteamiento de la Davidsen fue plenamente lírico y contenido, muy distinto al de la soprano holandesa Eva maria Westbroek -declinante vocalmente, pero incisiva de acentos y con mayor fuerza dramática- en su interpretación de estas piezas en el ciclo de lied del Teatro de la Zarzuela hace apenas tres semanas. La Davidsen cantó bien, quién lo duda, estas partituras wagnerianas, pero faltaron intensidad, acentos más incisivos y emoción.
Fuera de la indudable afinidad con la música de Grieg, la prestación del pianista Leif Ove Andsnes, dentro de una impecable corrección, musicalidad y buen acompañamiento, bajó enteros en Strauss y Wagner
El apartado «propinas» apuntaló el carácter de «sin concesiones» del programa y no compareció aria alguna de ópera como esperaba gran parte del público. En primer lugar, un «Zwiegnung-Dedicatoria» de Richard Strauss, más bien discreto y con agudo final un tanto retrasado de posición, para terminar con otras dos piezas de Edvard Grieg, el famoso «Eg elsker dig-Te amo», que como afirmó la propia Davidsen se ha cantado en todos los idiomas y «Ved Rondane».
Fotos: Javier del Real / Teatro Real
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