Lise auf Coruña: die Morgen
Por Julián Carrillo Sanz | @Quetzal007
La Coruña, 12-IX-2021. Teatro Colón. Lise Davidsen, soprano. Orquesta Sinfónica de Galicia. Director, José Miguel Pérez Sierra. Programa: G. Verdi, I vespre siciliani, obertura; «Tu che la vanità», de Don Carlo; «Ave Maria» de Otello; La forza del destino: obertura y «Pace, pace, mio Dio»; L. van Beethoven: Fidelio: aria de Leonora y Obertura Leonora nº 3; R. Strauss, «Es gibt ein Reich» de Ariadne auf Naxos y Caeciliae, op. 27; R. Wagner: Preludio al acto III de Lohengrin y «Dich teure Halle» de Tanhäuser.
Anunciada como «la mejor soprano del mundo», Lise Davidsen entusiasmó en su primera actuación en A Coruña. El público, entregado desde el principio del concierto, acabó ovacionándola con aplausos a ritmo acompañados de pateos en perfecta coordinación de pìes y manos y numerosos bravos tras su preciosa interpretación de su segunda propina, «Morgen» de Strauss.
¿Es Davidsen la mejor soprano del mundo? ¿Hay una mejor soprano, mezzo o contralto del mundo? ¿Se puede clasificar con ordinales a artistas cuya valoración depende de algo tan personal e incuantificable como la emoción que son capaces de despertar en nosotros? Creo que estas preguntas llevan implícita una respuesta negativa, pero esta solo es tan personal y falible como la de cualquier operófilo, melómano o simple espectador.
La presencia escénica de Lise Davidsen la dota de una enorme fuerza y un atractivo indiscutibles. Por la belleza de su voz y su interpretación tiene un gran magnetismo, esa fuerza invisible con la que los grandes prenden la atención del público y la convierten en el entusiasmo creciente arriba mencionado. Su voz tiene una gran riqueza de armónicos que, unida a la amplitud de su tesitura, hace que suene con un brillo especial en todos los registros, con rutilantes agudos, unos medios carnosos y una notable comodidad en su registro más grave.
Su interpretación es de una completa adecuación a cada obra y pieza, como demostró a lo largo de todo el concierto, con una primera parte íntegramente dedicada a Verdi. La resignación, nostalgia del pasado y el anhelo de paz de la oración de Elisabetta ante la tumba de Carlos V («Tu che la verità», de Don Carlo) dieron paso a la dulzura y recogimiento del «Ave María» de Desdémona en Otello. En «Pace, pace mio Dio», desplegó todo su dramatismo unido a una plétora de sentimientos de dulzura y de esa paz que sabe ya no podrá encontrar en este mundo ni aun retirándose a una vida en solitario.
La segunda parte comenzó con el aria de Leonora de Fidelio. Davidsen le imprimió sucesivamente su doble carácter: el inicial, de inquietud extrema y agitación del personaje, y el del sentimiento amoroso por su marido. Expresó ambos con un gran sentido dramático que caló bien hondo en el público del Colón. Richard Strauss fue el siguiente hito en el camino de Davidsen con el aria «Es gibt ein Reich» de Ariadne auf Naxos, aria en la que lució todo su poderío vocal e interpretativo. Todos los registros, tanto de altura como de carácter, tuvieron su adecuada presencia y las ovaciones del auditorio aumentaron de nivel y duración. Lo mismo sucedió tras la interpretación de uno de los lieder de Caeciliae antes de entrar en materia wagneriana con «Dich teure Halle», de Tanhäuser, donde Davidsen dejó bien claro por qué se la considera como la gran soprano wagneriana para los próximos años.
Fuera de programa, Davidsen regaló al público dos propinas: «Du bist der Lenz», del primer acto de La Valquiria, fue otra demostración de su dominio del instrumento al servicio de la partitura, con toda la expresividad condensada de sus apenas dos minutos. Luego, una vuelta al mejor Strauss con una excelente versión de la que tantos aprecian como la más bella canción jamás escrita, Morgen. Fue maravillosamente acompañada en este último bis por el arpa de Celine Landelle y por el violín da la concertino invitada, la barcelonesa Alexa Farré Brandkamp, recientemente nombrada concertino de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla.
Como siempre, todas las secciones y solistas de la OSG dieron lo mejor de sí mismos con su entrega y profesionalidad fuera de toda duda, que además se crece en las grandes ocasiones. Y esta lo era, sin duda. Pérez Sierra (Madrid, 1981) es un director con gran experiencia de foso pese a su juventud y sabe pulsar los resortes de la orquesta y adecuar cada acompañamiento a las necesidades y características vocales del cantante. En las oberturas y preludios imprimió el carácter de cada autor, dejando otra vez en el público coruñés el buen sabor de boca que le hace acreedor de nuevas visitas.
Foto: Alfonso Rego /Amigos de la Ópera de La Coruña
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