Por Aurelio M. Seco | @AurelioSeco
Leone Magiera. «Karajan, retrato inédito de un mito de la música». Traducción de Amelia Pérez de Villar. Editorial Fórcola.
Las buenas biografías sobre los más importantes músicos son difíciles de encontrar. Muchas veces los estudios son cortos y superficiales, cuando no auténticos panegíricos que evaden los asuntos polémicos o menos políticamente correctos. Hay, por supuesto, excepciones. La autobiografía de George Solti, por ejemplo, es una de las más fascinantes que se hayan escrito, entre otras cosas por el nivel de sinceridad del que hace gala el propio Solti, un maestro importantísimo que ha dejado inolvidables versiones musicales y también una preciosa biografía narrada en primera persona. La de Zubin Mehta, sin llegar a su altura, tampoco está mal.
Los mitos de la música lo son por algo, en lo artístico y en lo personal, y es por eso que al músico y al aficionado siempre le ha importado conocer hasta el más mínimo detalle de la manera de vivir y trabajar de los más grandes, incluso cuando se trata de aspectos íntimos. Tiene sentido la máxima de Terencio, «Homo sum, humani nihil a me alienum puto».
El libro del que hoy hablamos, Karajan, retrato inédito de un mito de la música, ya se había publicado en italiano por La Nave di Teseo, y es ahora la editorial Fórcola la que acaba de hacerlo en español, con gran acierto, pues estamos ante un documento apasionante, realmente atractivo que, a buen seguro, se convertirá no sólo en un éxito de ventas, sino en un libro de referencia para el aficionado que quiera adentrarse en los pormenores de la vida y obra de Karajan, uno de los más importantes directores que ha dado la historia.
Magiera acierta en casi todo. El estilo de la narración, ágil, directo y ameno, hace que sus 267 páginas se devoren con inusitada rapidez. Las anécdotas, historias, cotilleos y opiniones sobre algunas de las figuras más importantes del pasado siglo y del presente, se suceden con una tensión dramática digna de una ópera de Verdi, aunque a veces da la sensación de que a Magiera se le va un poco la mano exagerando o novelando en exceso ciertos juicios o situaciones. Sobre Montserrat Caballé (a la que, por cierto, llama «la Gran Gitana», cosa que nunca habíamos oído), recuerda su interpretación del famoso fragmento «L´altare infiorato» de Anna Bolena de Donizetti en la Scala, un momento en el que la legendaria cantante española emitió, a su juicio, un «gallo sobrecogedor», comparándolo a continuación con el «canto poderoso e impresionante de la sirena de una nave de vapor». Ningún gran artista puede estar perfecto siempre, claro está, por muy extraordinario que sea. El propio Magiera encuentra puntos negros en las versiones de Karajan de las óperas de Mozart. El momento citado en el libro, en cualquier caso, es conocido por los aficionados, y se puede oír con claridad en el minuto 1:30 del siguiente video de Youtube. En otro momento se habla de la cantante española como «la más grande después de Callas». Los detalles con los que Magiera adorna, sin contemplaciones, su narración, a veces rozan el mal gusto. No resultó agradable ver como el autor se refería a Bernabé Martí en algún fragmento. «Bernabé, que en escena era un conejo, se mostró batallador a la hora de defender a su mujer y la intimidad de ambos», explica en la pág. 180, para después decir que «se había transformado de súbito en un peligroso energúmeno». Bernabé tenía razón en ponerse así. Y estaba defendiendo a su esposa ante los responsables de La Scala que, todo hay que decirlo, habían llegado a un grado de ruindad sorprendente. Hay un interés en el autor por la indiscreción y lo políticamente incorrecto que venderá muchos libros pero que no dejará demasiado contentos a algunos de los protagonistas.
Magiera, que desde luego elude datos autobiográficos que, desde la perspectiva de la que fuera su esposa, Mirella Freni, puede que no siempre le dejasen en el mejor lugar como marido, no tiene reparos en hablar con sorprendente libertad de algunos de los más importantes artistas del pasado siglo. De Kleiber, «el antiKarajan», nos recuerda el rumor de la posible paternidad de Alban Berg. De Karajan, su posible relación con la soprano Leontyne Price. De Renato Bruson, una de las anécdotas más sorprendentes del libro, que acaba como el barítono dando sin querer un puñetazo a Plácido Domingo que iba dirigido a Kleiber, director que protagoniza muchas líneas del texto para deleite de los que lo consideran mejor que Karajan, que también los hay y muchos. Para Piero Cappuccilli no había color: Karajan fue el mejor. Hay fragmentos emotivos, como la despedida entre Magiera y Karajan, y datos realmente preciosos, como el que nos habla de Pavarotti viajando a donde dirigía Karajan, únicamente para ver ensayar al maestro. Increíble grandeza la del tenor.
En realidad no estamos ante una verdadera biografía de Herbert von Karajan sino, más bien, como el propio título sugiere, ante un retrato, a través de las experiencias que el director y pianista acompañante Leone Magiera vivió junto a él durante años. Karajan está presente en todo el libro, pero también Magiera, que se convierte en un apasionado y talentoso cicerone, hablándonos del director de orquesta más poderoso que ha existido, de su sentido del humor, de sus preferencias culinarias, su forma de trabajar, sus principios artísticos, que le llevaron a rechazar a siete Musettas en La bohème; en fin, de muchas cuestiones fascinantes para el aficionado. Entre los españoles citados están Teresa Berganza, Caballé y su esposo Bernabé Martí, y Plácido Domingo, pero no encontramos, por ejemplo, a José Carreras, que ha dejado importantes testimonios vocales con Karajan, entre ellos unos preciosos Requiem de Verdi.
El apéndice del libro, que incluye unos «breves apuntes sobre la técnica de la dirección de orquesta» poco aportan a la publicación. El epílogo de Marta Vela nos ha resultado reconfortante por su vertiente crítica. Hay algunos errores en las páginas 48, 51, 57, 83, 97 y 127, pero en general estamos ante una afortunada publicación que interesará mucho y que recomendamos leer por su interés.
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